Una segunda oportunidad

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Sólo se vive una vez

Hay un doblez interesante en esta producción que puede llegar a ubicarlo entre los mejores estrenos del año, si a eso le sumamos que se trata de la casi despedida desafortunada de ese gran actor que fue James Gandolfini, la cita parece ineludible.

Un filme que parece un retrato de la vida misma. Limitarla desde algún género seria no sólo casi cercenar todo aquello que propone, sino así enmarcado drásticamente destruiría la infinidad de vivencias a las que nos enfrenta.

Comedia romántica, dramática, comedia a secas, nada puede precisarla certeramente

Una historia de personajes comunes y corrientes. Eva (Julia Louis Dreyfus), una mujer divorciada, madre de una hija que se esta preparando para ir a la universidad, enfrenta la tan mentada situación del “nido vacío”. Se gana el sustento como masajista, mientras busca algo que la conmueva, que la saque de su letargo de amor.

En una fiesta, a la que va casi de colada, sintiéndose como pez en estanque ajeno, conoce a Marianne (Catherine Keener), una escritora dedicada a la poesía, lejos del parámetro articulado por Eva, quien le hace ver otro mundo, y mientras ella la toma como clienta Marianne la hace su confidente y amiga. En el mismo lugar, casi simultáneamente, hace contacto con Albert (James Gandolfini), un hombre apacible, divertido y extremadamente simple, casi una versión masculina de ella misma, quien esta, todavía, en pleno proceso de duelo por el fracaso de su matrimonio, y padre de una joven de la misma edad y situación que la hija de Eva.

Algo del orden del descubrimiento de las contingencias hace huella en ambos, y redescubren la posibilidad de volver a vivir un romance casi adolescentes en edad adulta.

Eva tiene como confidente y amiga del alma a Sarah (Toni Collete), mujer con una buena experiencia de casada, con un matrimonio que vive todo con mucha naturalidad. Sarah ama a Eva, y ella confía en su amiga, a pesar de cualquier dificultad que la vida les presente.

Pero como el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, lo fortuito hace su labor y el idilio empieza a tener que sortear obstáculos, como en la vida misma. Ellos comienzan a transitar por una segunda encrucijada en sus existencias, pero no saben que esa es otra oportunidad, el espectador tampoco hasta el final.

Lo que habla a las claras de un guión inteligente, con una gran descripción de los personajes, desde aquellas particularidades ínfimas hasta los grandes planteos morales y éticos. Construida de manera clásica, con un desarrollo lineal y estructura narrativa sin demasiadas pretensiones, sólo propuesto a contar bien una buena historia, sostenida además por excelentes actuaciones.

(*) Obra realizada por Fritz Lang, en 1937.