Una segunda oportunidad

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Muchos son los condimentos que hacen de "Una Segunda Oportunidad", una más que interesante propuesta de cartelera.
Es la nueva película de Nicole Holofcener, directora “indie” norteamericana de la cual ya conocemos Amigos con dinero (2006). Es una oportunidad de ver en el cine, y en protagónico, a Julia Louis-Dreyfus más ligada a la televisión y por siempre recordada como la Elaine de Seinfeld.
Además se trata de uno de los últimos trabajos que realizó el querido James “Tony Soprano” Gandolfini antes de su deceso este año. Y claro está, el condimento más importante, el que hace que todos los otros valgan la pena, se trata de una amable y simpática comedia que le habla francamente a su público adulto.
Es imposible ver Una segunda oportunidad y no emparentarla con Amigos con dinero, el ámbito en el que las dos transcurren parecen ser el mismo. Recordemos que aquella ponía en el centro de la escena a Jennifer Aniston como una mujer, venida a menos, que antes pertenecía a una clase y ahora se dedica a limpiar las casas de aquellos que siguen perteneciendo, y en el medio, su dificultad de encontrar un verdadero amor y las amistades snobs que la circulaban.
Ahora hablamos de Eva (Julia Louis-Dreyfus) una masajista, divorciada con una hija, que vive en un barrio de clase media alta en el cual cumple un cierto rol de servicio, y a la cual, su centro, por diversas razones, parece estar derrumbándose. Su hija está a punta de abandonarla para ingresar a la universidad, está cansada de la poca amabilidad de su clientes, y eso le hace notar lo sola que se siente.
En una fiesta, Eva conoce a dos personas que pueden ser su salvación, por un lado Marianne (Catherine Keener) una poeta, que destila clase y cultura, futura cliente y de la que inmediatamente se hace amiga. Por otro lado, Albert (James Gandolfini), del cual luego del primer rechazo comienzan a salir y se enamoran.
Pero hay un detalle que Eva en un principio desconoce, James es el ex marido de Marianne, aquel que la poeta nombra en todos sus diálogos para decir lo desagradable que era. Cuando Eva se entere, lejos de aclarar la situación, se dejará influenciar por Marianne enturbiando su incipiente romance con Albert.
Este argumento podría utilizarse para un simple comedia romántica de enredos, pero lo que Holofcener logra desde el guión es quitarle todos esos condimentos del disparate. Como ya sucedía en Amigos con dinero, Una segunda oportunidad es una película adulta, y habla del amor adulto, de aquellos que ya no están para encontrar a su reina o su príncipe azul, sino alguien para compartir los momentos restantes de la vida.
Sin muchas vueltas y hablándole al público con total franqueza, la directora y guionista se las ingenia para mostrar cierta pedantería en la que vive esa clase social, sobre todo en el personaje de Marianne (con otra caracterización para el aplauso de la siempre brillante Keener), que no es mala, no comete ningún acto desdeñable, pero por sola razón de actitud resulta molesto. Hay otra pareja, la de Sarah y Will (Toni Colette y Ben Falcone, también sobresalientes), amigos de Eva, que demuestran el incorfomismo de clase.
Más pulida que Amigos con dinero, estamos frente a una típica comedia del off norteamericano, aquel que ya tiene un estilo propio.
Holofcener deja fluir a sus interpretes y así además de los mencionados, el dúo protagónico realmente emociona, más aún Gandolfini, con un personaje muy querible haciendo imposible sentir algo de pena o emoción por la reciente ida del actor. Ante tanto título superficial, películas como esta valen por el simple hecho de conseguir una identificación directa, no hay cuentos de hadas, hay realidad, simplemente realidad.