Una segunda oportunidad

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Sobre el amor posible

James Gandolfini deja otro buen recuerdo en el rol de enamorado, junto a la estupenda Julia Louis-Dreyfus

"Reconfortante y sexy". Así define Eva a Albert. Se conocieron en una fiesta en la que los dos sentían que el mundo podía girar sin ellos y a partir de esa casualidad encaran una relación de adultos que encuentran dificultades sin edad.

Una segunda oportunidad, con el fallecido James Gandolfini (Los Soprano), se sostiene por el carisma del actor y el talento de Julia Louis-Dreyfus (Seinfeld), comediante que supera por sí misma el guión sencillo y el planteo de la comedia romántica estándar.

La película de Nicole Holofcener describe el romance de Eva y Albert a través de situaciones cotidianas que relevan el repertorio de virtudes de los dos. Ellos además comparten el síndrome del nido vacío: sus respectivas hijas están a punto de comenzar la universidad, esa forma de desarraigo que les revela el paso del tiempo.

El humor dosificado y sutil funciona en los diálogos reveladores de las facetas de los personajes. El recurso tan americano y en manos de la pareja protagónica va generando el ritmo de la relación y cierta familiaridad con el espectador. De ella se sabe cómo vive, cuánto le cuesta llevar adelante su trabajo de masajista a domicilio, la relación con los amigos, la hija y una nueva amiga que la encuentra digna de sus confesiones. A él se lo ve moverse con ese corpachón, haciendo bromas sobre su condición de hombre gordo, adulto, con marcas de la soltería forzada por un divorcio del que habla poco. Pero el pasado aparece de manera inesperada. Y ahí la comedia se vuelve más lenta y hasta previsible. Aun así, Julia Louis-Dreyfus se luce, mientras quedan desaprovechadas Toni Colette como la amiga incondicional, y Catherine Keener, en el rol de la clienta que siembra la duda al ofrecer su propia versión de lo que significan los adjetivos "reconfortante y sexy" en un hombre.

Una segunda oportunidad se ocupa de los sentimientos y los modos de relacionarse de la gente mayor que decide cuánto se pierde o se gana en una relación. El malogrado Gandolfini ofreció su perfil más tierno y bonachón manteniendo de esa manera el romance con la cámara. "Me rompiste el corazón", dice en un momento de honda zozobra. La frase cobra otro sentido, tal es el recuerdo que ha dejado el actor en sus seguidores.

La película tiene un manejo de la emoción que desarma todo prejuicio con respecto a las formas adecuadas del amor y rompe la receta cada vez que Eva y Albert se miran profundo, a los ojos.