Una segunda oportunidad (2015)

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una película fuerte con un guion tan sólido como sus actuaciones.

Reza el viejo adagio que nadie es profeta en su tierra… excepto Susanne Bier. Yo tengo la sensación que esta señora ha producido mejor laburo para con su Dinamarca natal que para con los norteamericanos. No obstante, lo que me llamó la atención de Una Segunda Oportunidad no es tanto el que sea una película de Bier, sino el prospecto de poder ver a Nikolaj Coster Waldau en algo que no fuera Game of Thrones y debo decir que me han sorprendido gratamente los resultados. A continuación te digo porque.

Un dilema moral

Andreas es un agente de policía, que ha sentado cabeza hace rato, al estar casado y con un hijo recién nacido mientras que su una segunda oportunidadcompañero, Simon, es un alcohólico divorciado que surca los bares de striptease y con un hijo al que apenas ve. Un día, durante un arresto a un narcotraficante de la localidad, encuentran a un bebe llorando, indefenso y completamente descuidado. Andreas intenta reportarlo a los Servicios Sociales por negligencia, pero no hay nada que puedan hacer. Los problemas empezarán a surgir cuando su propio hijo muera y lo reemplace con aquel bebe. Esto dará inicio a una reacción en cadena de decisiones y cuestionamientos morales y psicológicos, para los cual solo Simon podrá restablecer un balance.

El guion de Una Segunda Oportunidad es uno solido, con personajes claramente definidos, desarrollados y de una complejidad psicológica como pocas veces se ha visto. Es una película difícil de digerir, por la sinceridad y la crudeza en la cual elige ilustrar los dilemas de dichos personajes, pero su riqueza, solidez y carnadura dramáticas son incuestionables. Una historia sobre gente, sobre dilemas, sin estar apegada a ninguna otra agenda más que al conflicto con el cual Susanne Bier y su co-guionista elige confrontar a sus personajes.

Por el costado técnico, tanto la fotografía como el montaje de la película están al servicio del aspecto interpretativo y se encargan de crear un ambiente de oscuridad y contraste que contribuya a subrayar lo que experimentan los personajes.

Por el costado interpretativo, me sorprendí completamente con Nikolaj Coster Waldau, al menos desde mi humilde punto de vista, este caballero me demostró que puede ser algo más que el Kingslayer. Su actuación es la que sostiene toda la película. Te conmueve, te duele, te tiene pendiente. Aunque las actuaciones de Maria Bonnevie –que da vida a la mujer de su personaje– y Ulrich Thomsen –que da vida a su compañero— no se quedan atrás, la actuación que hace que valga la pena la entrada es la de Coster Waldau, sin lugar a dudas.

Conclusión

Una Segunda Oportunidad es una película fuerte por su humanidad, su complejidad psicológica y la visceralidad con la que se elige ilustrarla. No es una película para cualquier tipo de sensibilidad, pero le puedo garantizar que si optan por ella, se van a encontrar con un nivel narrativo y actoral que no tiene ningún desperdicio.