Una receta perfecta

Crítica de José Carlos Donayre Guerrero - EscribiendoCine

El aprendizaje culinario de Barbara Topsøe-Rothenborg

La realizadora Barbara Topsøe-Rothenborg dirige esta película danesa sobre la amistad, el paso del tiempo, la familia y las nuevas oportunidades.

Desde la mirada de tres amigas nos adentramos en una situación particular que les producirá un cambio en sus vidas, en esta historia atractiva que tiene a la cocina como un elemento importante y con el ritmo propio de un espacio gastronómico.

Marie (Kristen Olesen), Vanja (Kristen Lehfeldt) y Berling (Stina Ekblad) son tres amigas unidas desde muy jóvenes. Muchos años después siguen juntas pero no han conseguido reunirse. Cada una tiene un drama familiar, asociado a sus vidas matrimoniales y a las relaciones con sus hijos. Sin embargo, Marie debido a la infidelidad de su marido Henrik (Peter Hesse Overgaard), entra en una crisis personal y vuelve a reunirse con Vanja y Berling. Deciden entonces irse de viaje a un club de comida en Apulia, Italia. Ahí tendrán la oportunidad de replantearse sus vidas y a la vez, enfrentarse a los cambios de la edad adulta. En aquel lugar conocerán a Alessandro (Michele Venitucci) quien las orienta en el tema gastronómico y las impulsa a continuar, al igual que los demás personajes que conocerán mientras aprenden a cocinar.

Si bien tiene un inicio dedicado al conflicto y al comienzo de la aventura a partir del viaje a Italia, resulta interesante la manera en cómo la película se va convirtiendo en un relato atractivo al aumentar el drama y a la vez las escenas de comedia. Una receta perfecta (The Food Club/Madklubben, 2020) hace que sus protagonistas vayan pasando por distintos matices. De esta forma el lugar donde aprenden de cocina se convierte en un lugar de descubrimiento y aprendizaje personal.

Las imágenes turísticas y culinarias comienzan a ser parte del drama junto a las relaciones con las demás personas y parejas que comparten la estancia en el club de comida. La interacción entre los personajes organiza el tono emotivo de cada situación.

El relato plantea metáforas sobre todo, con el paso del tiempo. La edad mayor, que está presentada como el inicio de una nueva etapa, se relaciona con elementos naturales, en especial con el clima. El sol y la lluvia sirven también para enfatizar lo que está sucediendo. De igual manera, el lugar donde aprenden a cocinar tiene problemas de cortes de luz, haciendo de la oscuridad y de la luminosidad, elementos de descubrimiento y cambio. Las conversaciones que ocurren durante la ausencia de la luz trae revelaciones sobre el pasado de las tres protagonistas. Lo mismo ocurre con lo gastronómico, se convierte en motivo de unión, amistad y superación.

Las actuaciones de las tres protagonistas marcan el ritmo y la emotividad que la historia necesita, en este relato sobre el avance de la edad y los cambios que eso conlleva.