Una pistola en cada mano

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Confesiones de hombres solos

Es una comedia irónica, en la que el director logra mostrar el desconcierto de varios hombres ante una realidad que se les impone, sin que sepan como encontrar una salida a cas nada.

Desnudar las debilidades e inseguridades de un grupo de hombres, que viven en una ciudad como Barcelona, en la España actual, es el tema abordado por el catalán Cesc Gay en este filme, cuyo guión coescribió con Tomás Aragay.

En su anterior película, "En la ciudad", ambos creadores se habían dedicado a desmenuzar lo que ocurría en la vida de un grupo de amigos, hombres y mujeres, de unos treinta años.

Aquel retrato coral, contado a través de distintos protagonistas se traslada, de algún modo, a "Una pistola en cada mano", en la que en cinco capítulos el director se encarga de demostrar que el "reino" actual es de las mujeres.

SOLO UNA LETRA

En esta película los personajes masculinos llevan sólo el nombre de una letra: Javier Cámara es "S"; Ricardo Darín es "G", o Leonardo Sbaraglia asume el papel de "J", pero las mujeres se llaman Sara, María, Elena o Mamen.

"Una pistola en cada mano" cuenta con dos avales importantes, un guión elaborado hasta el mínimo detalle, que le exige a cada actor un amplio compromiso emocional y el equipo de artistas elegido, los que a través de sus personajes logran momentos realmente conmovedores.

Para ilustrar mejor algunas de las situaciones, vale la pena contar algunos instantes de estas vidas.

El primero es jugado por "S" (Javier Cámara), quien regresa a la casa de su mujer Elena (Clara Segura), con la intención de llevarse sus cosas y descubre que ella está embarazada de su amante y se burla de él, cuando le dice que a pesar de la separación no puede dejar de soñar con ella.

LAS EMOCIONES

Otra escena que desnuda a los protagonistas es la que les tocó en suerte a "E" (Eduard Fernández) y "J" (Leonardo Sbaraglia), dos ex compañeros de una empresa, en la que uno quedó desempleado y el otro logró construir una sólida base económica, pero no puede lidiar con sus depresiones.

Aunque tal vez la más conmovedora de las secuencias es la que está a cargo de un siempre extraordinario Ricardo Darín, como "G", a quien su mujer engaña y Luis Tosar, en el papel de "L", al que el primero le termina confesando su dolor en una plaza.

"Una pistola en cada mano" es una comedia irónica, en la que el director logra mostrar el desconcierto de varios hombres ante una realidad que se les impone, sin que sepan como encontrar una salida a cas nada