Una pistola en cada mano

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Los hombres que no amaban a las mujeres.

En el ojo popular, el género masculino es experto para armar muros a través de las emociones. Mientras las mujeres son caracterizadas por algunos como libros abiertos, el género masculino es concebido como estoico y firme, usando como modelos a toda clase de guerreros. Ahora, el director catalán Cesc Gay (Hotel Room, Krámpack) usa la crisis de la mediana edad para mostrarlos a ellos en su lado más frágil, en Una Pistola en Cada Mano (2012), un film en el que las palabras son todo lo necesario para bajar la guardia. A través de cinco episodios que transcurren a lo largo de un día, esta comedia dramática toca las dudas usuales que llegan a la mente de un tipo que rodea los 40: el temor al futuro, el remordimiento por errores pasados, y el desdén de la rutina del presente; todo, por supuesto, rodeándolas a ellas, presentes en temas como el amor, el sexo y el paso del tiempo.

Lo particular sobre todo esto es que, en este caso, todo se da simplemente mediante conversaciones casuales. Las situaciones son cotidianas, pero variadas: un fracasado pero feliz ebrio (Eduard Fernández) se encuentra con su amigo, un exitoso pero atemorizado adicto a las pastillas (Leonardo Sbaraglia); un sujeto arrepentido (Javier Cámara) que deja a su hijo en la casa de su ex-mujer (Clara Segura) y trata de iniciar un intento de recuperación, sin saber que lo espera una sorpresa; un marido receloso (Ricardo Darín) que mientras sigue al supuesto amante de su esposa se encuentra con un conocido (Luis Tosar) y choca con la dura realidad; un hombre de familia (Eduardo Noriega) que busca sin resultado efectuar una aventura con una compañera de trabajo (Candela Peña) y, finalmente, dos amigos (Antonio San Juan y Jordi Mollá) que descubren más de lo que imaginaba cada uno sobre el otro, gracias a sus confiadas parejas (Leonor Watling y Cayetana Guillén).

Así, en seis conversaciones, se abre la puerta a revelaciones que, si bien son cómicas y amplias, sufren por ser demasiado aisladas y ligeras, solo unidas por un flojo nexo argumental que aparece bien al final de la producción. Además, la dirección de Gay es demasiado estática y teatral, lo que es un pecado grave para una película construida enteramente en diálogo. A pesar de eso, la mayoría del elenco estelar tiene suficiente presencia y timing comédico para que esto no se vuelva un defecto irremediable aunque, como en muchas historias corales, se ve la suba y baja de calidad con cada segmento que pasa (aunque nadie se sorprenderá al saber que el corto con Darín y Tosar es el más repleto de humor).

Al final de cuentas, Una Pistola en Cada Mano es una disfrutable aunque leve mirada al costado desesperado del hombre en el medio de la ruta, quien seguro podrá sintonizarse con placer. Un film apto para los señores de las cuatro décadas.

@JoniSantucho