Una pistola en cada mano

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Un reparto de lujo

El nuevo trabajo del reconocido director español Cesc Gay, mezcla inteligentemente la comedia y el drama en un relato estructurado en cinco historias que tienen como protagonistas a hombres de alrededor de cuarenta años, desconcertados y perplejos, que se ven envueltos en situaciones cotidianas que reflejan su principal conflicto: la crisis de identidad masculina.

Con una puesta en escena sumamente sencilla y sin una fotografía que se luzca, pero con un reparto de lujo y a través de divertidos diálogos y un guion que funciona como una pieza de relojería, Una pistola en cada mano sabe transmitir con certeza y naturalidad ese momento tan particular en la vida de los hombres.

El realizador de Krampack, Hotel Room y Ficció abre la película con el reencuentro fortuito de dos amigos (Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia) tras años de distancia, para seguir luego con un ex marido (Javier Cámara) que intenta volver con la esposa que ya ha reorganizado su vida. El tercer eslabón es el que comparten Ricardo Darín y Luis Tosar en el banco de una plaza, cuando un esposo (Darín) espía a su mujer en departamento ajeno. En el cuarto, un empleado de oficina (Eduardo Noriega) seduce a su compañera, y en el quinto dos parejas se cruzan en un ingenioso juego sobre la virilidad y la sexualidad.

Cinco historias, cinco relatos sobre personajes auténticos, humanos, interpretados por grandes actores que logran revelar a través de sus diálogos, en pequeños gestos, miradas o silencios estratégicos, la incapacidad de los personajes para expresar lo que sienten, su soledad, la ausencia y la necesidad del otro.

Un retrato sobre carencias, plasmado sin compasión y con humor, que expone a hombres confusos en busca de una nueva identidad.