Una pistola en cada mano

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

La crisis le llegó a los hombres

El catalán Cesc Gay nació en 1967 en Barcelona y lleva realizados seis largometrajes. Ficción , el cuarto, ganó el premio a la mejor película en el Festival de Mar del Plata de 2007. Un filme inteligente que quizás por esa misma razón no se estrenó en nuestra ciudad.
Una pistola en cada mano ha tenido más suerte. Su título parece aludir a un western o un policial. Pero no, es un filme urbano que trata sobre las crisis de gente cercana a los cuarenta años. Algo similar a lo que ocurría en su tercer largometraje, titulado En la ciudad.
La película está conformada por varios episodios narrados en tiempo real, cuyos temas son la crisis de identidad de ocho hombres, entre los que hay estresados, desocupados, divorciados en tren de recuperar terreno perdido y engañados que ofician de detectives.
Todos se creen más de lo que realmente son. En algunos casos, son las mujeres que los colocan en su sitio, motivándolos a hurgar en las causas de su decadencia de hombres dominantes, originada fundamentalmente en la emancipación del denominado "sexo débil".
Sbaraglia necesita de un psicólogo; Darín recurre a ansiolíticos; Tosar llama a su amante por el nombre de su perro; Cámara vive una situación patética; Noriega se asume un tardío seductor; Leonor Watling y Alberto San Juan, en un viaje en automóvil por calles de Barcelona, discurren sobre temas de actualidad.
Hay perlas que merecen rescatarse. Por caso cuando uno de los hombres le dice a su ocasional acompañante femenina: "Nosotros hablamos de cosas importantes, no como vosotras". A lo que ella responde: "Tienes razón. Nosotras sólo hablamos de nuestras parejas".
Y mientras eso ocurre, otros dos personajes procuran recordar en vano el nombre de un recio actor norteamericano que intervino en numerosas películas del Oeste, un olvido que adquiere significación en el contexto del episodio que ambos protagonizan.
Para Cesc Gay, que estuvo presente en el festival Pantalla Pinamar de este año, "ser adulto es aprender a mirarse y reconocerse en el espejo", algo que sus personajes masculinos, los de esta película, tienen dificultades para hacer.
Como en todos sus filmes anteriores, también en éste valoriza los diálogos, que incluyen sutiles ironías. Y en la puesta en escena se apoya en la impecable fotografía de Andreu Rebés.
También en la ambientación y en la ductilidad de sus intérpretes, entre los que se destacan Javier Cámara, Clara Segura, Luis Tosar y Ricardo Darín, a quien le alcanzan unos pocos minutos para demostrar que es un gran actor.