Una pistola en cada mano

Crítica de A. Degrossi - Cine & Medios

El amargo sabor del encuentro

Cinco historias. Amigos, ex parejas, compañeros, conocidos, todos se encuentran en este filme coral que expone el universo masculino adulto sin miramientos y con eficacia impiadosa.
Se trata de un filme donde pesan las actuaciones, el oficio de un auténtico seleccionado de los mejores actores con que hoy cuenta España, y la participación especial de dos argentinos que saben también destacarse en aquel país.
La primera historia ofrece un duelo actoral, no será el único, entre el formidable Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia. Dos viejos amigos que hace mucho no se ven y se ponen al tanto de que tan mal y tan bien le ha ido a cada uno. Sigue el episodio protagonizado por el genial Javier Cámara; preciso, gracioso, patético en su intento de reconquistar a su ex esposa. A continuación, dos pesos pesados como Ricardo Darín y Luis Tosar ofrecen, tal vez, el episodio más previsible, pero también el que ofrece mayores sutilezas en los diálogos.
La reciente ganadora del Goya a mejor actriz Candela Peña, muestra su histrionismo y sensualidad junto a Eduardo Noriega en el segmento que reivindica a la mujer y deja expuestos a los hombres en su peor forma.
En el final, llega el cuarteto formado por Alberto San Juan, Leonor Watling, Jordi Mollá y Cayetana Guillén Cuervo. Episodio cargado de diálogos filosos que ponen a los hombres en el centro de la escena para que la mirada femenina haga lo suyo.
Cesc Gay presenta un filme apoyado en guión brillante, por momentos teatral, sin un gran despliegue cinematográfico, intimista, divertido y con la cámara como testigo de lo que estos hombres hacen y dicen, mal que les pese.