Una novia de Shanghai

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Misión fantasmal

Una historia simpática y sencilla, con la impactante Shanghai como telón de fondo.

¿Una película argentina filmada enteramente en Shanghai y protagonizada por actores chinos? Sí: Mauro Andrizzi lo hizo. El director de Iraqi Short Films (2008), un particular documental sobre la guerra en Irak con imágenes grabadas con celulares, vuelve a destacarse por su originalidad. Esta vez, con una comedia de ribetes fantásticos que cuenta las aventuras de dos buscavidas, mezcla de vagabundos y carteristas, que deben robar un ataúd con los restos de una mujer y enviarlo a un pueblo para que sea enterrado junto a su amado. El detalle es que quien les encarga esta misión no es otro que el fantasma del amante muerto.

La historia está basada en una antigua tradición que en China se conoce como minghun o “matrimonio fantasma”, que consiste en enterrar a hombres y mujeres juntos –aunque en vida no hayan sido pareja- para que no estén solos en el más allá y, sobre todo, cumplir con cuestiones de status social. Aunque fue perseguida, esta práctica todavía persiste y es uno más de los contrastes de una China en la que costumbres milenarias conviven con un desarrollo tecnológico y científico imparable.

Andrizzi explota esa contradicción y la aprovecha para darle una escenografía fantástica a su poco pretenciosa historia. En Shanghai conviven edificios propios de Blade Runner con puestitos callejeros en los que se rostizan animales a cielo abierto: ese asombroso paisaje sirve de telón de fondo para las andanzas de estos dos haraganes, que –al estilo de Siete cajas, pero sin persecuciones de por medio- se desplazan de un lado a otro con el precario cajón de la muerta.

La música de Moreno Veloso y Daniel Melingo justifica su lugar de privilegio en los afiches: sus temas le agregan una contradicción auditiva a ese contraste visual, a la vez que refuerzan la liviandad de esos dos tiros al aire, tan sencillos y simpáticos como la película.