Una noche de amor

Crítica de Juan Ventura - Proyector Fantasma

El desgaste, el cansancio, la rutina…

Luego de un más que interesante debut con El Crítico (2014), Hernán Guerschuny vuelve a la gran pantalla dirigiendo otra comedia romántica. ¿El tópico? La crisis marital de una pareja inmersa en los cuarenta y tantos ¿La novedad? El debut como guionista del periodista/humorista Sebastian Wainraich. ¿El resultado? Un film con algunos momentos logrados, de a ratos perezoso, y con una moraleja final algo conformista.

Esta minimalista historia narrada desde el puño y letra del conductor de Metro y Medio tiene como protagonistas a Leonel (Wainraich) y a Paola ( Carla Peterson), un matrimonio de clase media alta algo desgastado en la intimidad y claramente abrumado por la rutina y las obligaciones lógicas que conllevan la crianza de dos hijos. Una noche, los susodichos se disponen a disfrutar una cena junto a dos amigos de toda la vida. Sin embargo, la repentina separación de estos últimos los obliga a modificar sus planes, teniendo que afrontar la velada ellos solos.

Así las cosas, la noche les depara una serie de desafíos ¿Pueden pasarla bien juntos ahora que por fin tienen una cita a solas? ¿Siguen deseándose? ¿Siguen compartiendo cosas en común? ¿Acaso quedan vestigios de la química que supieron tener? La respuesta a estos interrogantes la vamos conociendo mientras se suceden graciosos imprevistos (algunos más efectivos que otros), que involucran una discusión con un trapito, una huida furtiva de un restaurant, una pseudo-gresca por los precios de un estacionamiento y una cena con una pareja bobalicona del ambiente publicitario (Spregelburd y Carámbula). El problema es que detrás de cada acción parece haber un significado ulterior, y a cada paso que dan, el fantasma de la separación de sus amigos (que funciona como una proyección de su propia situación) los persigue más de cerca.

Aún siendo bastante previsible y por momentos demasiado enfática (y obvia) en las ideas que plantea, Una Noche de Amor ostenta un buen ritmo y una química apreciable en el dúo protagónico (pese a la evidente falta de oficio actoral de Wainraich). Guerschuny saca la narración adelante con seguridad y presenta con mucho ingenio el desgaste de la pareja, sus peleas tontas, sus miedos y sus caprichos, a partir de pequeños detalles filmados con innegable destreza.

Como pendientes quedarán seguramente varias cosas, algunas de ellas ya mencionadas. Con respecto a lo dramático, la historia quizás flaquea en los momentos de mayor tensión climática, lo cual tiene consecuencias directas en la catarsis final. Con respecto a esta última obviamente no voy a adelantar nada, pero sí voy a decir que me pareció un final conformista (¿realista?) y bastante triste en cuanto a la mirada que construye sobre las posibilidades de cambiar el rumbo y la tónica de una relación erosionada. En todo caso vean Una Noche de Amor y después me cuentan…