Una misión en la vida

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

"Dios se lo pague"

El director responsable de filmes tales como “La novia siria” (2004) y “El árbol de lima” (2008) parecería, en principio, continuar con la línea iniciada con esos dos ejemplos, entre descripción y denuncia de la vida en el choque de dos culturas o religiones, tan cercanas y tan disímiles al mismo tiempo como son la religión judía y la musulmana.

Pero esa primera impresión (no siempre son las validas) queda desarticulada a partir de una segunda lectura del texto fílmico. Ya sea partiendo del titulo original, “El gerente de recursos humanos”, o su nominación en estas playas “Una misión en la vida”.

El cambio de nombre empieza a justificarse cuando podemos corrernos de una lectura literal para llevarla al orden de lo metafórico o lo metonímico, que parece ser lo mismo pero no lo es.

En el orden de la realidad el filme narra, luego veremos la estructura, digo, narra literalmente las vicisitudes por la que deberá atravesar un empleado jerárquico, el ya mencionado Gerente de recursos humanos, de una empresa israelí obligado, pues es parte de su función, y con el sólo fin de limpiar la imagen institucional, a encargarse del entierro de una ex-empleada que había sido despedida reciente e injustificadamente, que encontró la muerte en una atentado en la ciudad. El punto es que esta empleada era de origen rumano, no tenia familia en Israel y su cuerpo estuvo un mes en la morgue judicial sin ser reclamado por nadie, hasta que fue identificada.

En relación a otro tipo de lectura, se podría decir que Eran Riklis, el realizador, conjuntamente, o no, con el guionista Noah Stollman, (no he podido encontrar la novela de Abraham Jehoshua) plantearon una historia plagada de personajes sin nombres y, conociendo uno de los axiomas del cine que reza (valga la palabra) “en el arte cinematográfico nada es casual”, es que se impone poder pensar más allá de lo narrado.

Es en este aspecto que el filme se torna más interesante. Deja de ser anecdotario, y en sendos títulos existe una referencia clara a imponerse la necesidad de dilucidar el discurso oculto en el texto.

El gerente, inmerso en una sociedad neoliberal, donde los valores parecen haberse extraviado sin remedio, donde todo lo que se hace es en pos de un resultado y beneficio económico, de muy mala gana emprende con la misión que le encomendaron y que finalmente le cambiara la vida.

Existe una palabra en la religión judía que define el acto del gerente, se llama mitzva, que traducido literalmente significa “obligación”, existe en ese conjunto de reglas llamada Halaja 613 mitzvot (obligaciones), todas las que se encuentran en la Tora.

Pero hay otras mitzvot más cercanas a lo moral, a lo ético, a lo cultural, que se establecieron como practicas de lo correcto. En ambas, en verdad, lo importante es cumplirlas. De las en apariencia laicas una de ellas es darle entierro a las personas, ya que es el ultimo homenaje, o “favor”, que se le puede hacer a cualquiera sin esperar recompensa o devolución por parte del beneficiado. Esta es la justificación desde lo fáctico, profundizar en otras no agregaría nada en este momento.

Es así que es este un buen intento de retornar, de recuperar, los valores a lo que nos dicta la moral con todos los recursos que el humano posee, y esto que parece un juego de palabras esta instalado en el titulo en hebreo desde un modismo israelí.

Los responsables creo que acertadamente no profundizaron en la problemática político- social de esas latitudes, pues hubiese sido hasta confuso y/o se hubiera perdido en lo cotidiano, al menos para mí lo importante es desde lo ideológico.

En cuanto a su estructura, comienza siendo un filme clásico, con la presentación de los personajes y el conflicto, para luego, y por imposiciones del relato, se transforma en una road-movie. Esto se muestra no sólo como un cambio estructural sino también espacial.

La segunda parte de la historia transcurre en Rumania, utilizada igualmente en la recuperación de algunos elementos, donde los vestigios de una sociedad no ha sido “enterrada” del todo, de la cual todavía algunas “cosas”, léase principios, se pueden reconquistar.

También es de destacar que, sobre todo en esta segunda parte, tiene un tono más tragicómico. Entre las cosas que suceden y los personajes que se cruzan en el viaje iniciático emprendido por nuestro héroe por azar, desde el hijo de la muerta hasta la madre, pasando por los ahora nuevos burócratas del nuevo régimen político, todos extremadamente humanos, reconocibles y proyectables.

Basándose en un muy buen guión que circula sobre rieles, disculpe la alegoría, de la mano de su realizador, ayudado por las muy buenas interpretaciones, un muy buen trabajo de selección de actores y la calidad técnica de la realización.

(*) Realización de Luis César Amadori (Argentina, 1948).