Una familia gay

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Peguntas que incomodan

Desde su título ya queda manifestada la idea central de este documental mezclado con ficción del director Maximiliano Pelosi que ya fuera presentado en la sección Panorama del BAFICI y que ahora se estrena comercialmente. La familia homoparental forma parte de un debate social que lejos de estar clausurado cada día cobra mayor envergadura al conocerse los alcances de la ley de matrimonio igualitario y las historias que se tejen detrás de cada trama particular que involucra a parejas gay.

Por eso partir de la base de interrogarse, una vez conseguido el derecho, el deseo de casarse es un punto interesante y apto para reflexionar conceptos que, con el correr de los años y de los cambios en la forma de pensar a una familia, habilitan otro tipo de unión o construcción familiar.

Ahora bien, salir en busca de respuestas siempre supone tener en claro lo que se quiere preguntar y en ese sentido Una familia gay trastabilla al poner en primer plano la historia del director Maximiliano Pelosi y su intimidad al mismo nivel que el resto de las anécdotas o testimonios de sus entrevistas, todas movilizadas por sus inquietudes personales, contradicciones y dudas acerca de varios tópicos como por ejemplo el matrimonio, entre otros temas tales como el código civil, la religión, experiencias ajenas y para ilustrar el derrotero personal de esa suerte de investigación se apela a la introducción de elementos ficcionales, que al estar atados a la representación quitan espontaneidad al relato.

Si bien la idea es aportar ritmo para que la solemnidad no abrume al público el exceso de lo cotidiano y lo mundano le quitan peso a los temas pensados, aunque es justo reconocer la diversidad de voces a lo largo de los 82 minutos de metraje.

Existe una búsqueda del humor como subrayado de ciertas pautas culturales por contraste o críticas a los preconceptos sobre la cultura gay pero que no son efectivos a la hora de llamar a la reflexión.

Una familia gay celebra por un lado la libertad creativa de su autor pero esa falta de contención o criterio en cuanto a lo narrativo es precisamente su mayor falencia y queda a medio camino de lo que una propuesta más interesante -tal vez con menos énfasis en lo personal- podría haber generado en pos del enriquecimiento de ese debate social.