Una entrevista con Dios

Crítica de Federico Vargas - Cinéfilo Serial

“Una entrevista con Dios” es una película dirigida por Perry Lang y escrita por Ken Aguado. Está protagonizada por David Strathairn, Brenton Thwaites, Yael Grobglas, Hill Harper y Charlbi Dean Kriek.

“Una entrevista con Dios” nos cuenta la historia de un ex veterano de guerra y actualmente periodista (Brenton Thwaites), quien comienza una entrevista con alguien que dice ser Dios (David Strathairn).

La película presenta una idea bastante interesante e incluso con el tráiler puede llegar a atraparnos por simple curiosidad. Si bien la cinta mantiene esa incertidumbre y dentro de todo tiene ese plus de singularidad, decae demasiado con el pasar de los minutos. Los diálogos y todo lo que se habla en relación a la entrevista no es nada que no hayamos visto ni oído en series, films o hasta en nuestras clases de catequesis.

Puede llegar a tener cierto trasfondo lo que se nos muestra y se nos dice no solo sobre el mismo Dios, sino también de la salvación, de todos los problemas que presenta el mundo (enfermedades, guerras, etc.) pero realmente tampoco es una película que te deje pensando o reflexionando sobre lo que ves o lo que escuchaste.

Todo, a su vez, está envuelto en un drama principalmente enfocado en el personaje de Brenton, que está bien delineado. Este personaje es el que presenta un desarrollo más logrado y que se sustenta a partir de una excelente actuación, mostrando las diversas facetas que el protagonista tiene que mostrar (felicidad, ansiedad, tristeza, desesperación); mientras que Dios (Strathairn), como mencionamos antes, resulta un rol interesante pero se queda bastante corto con lo que podemos esperar de él.

La banda sonora se complementa bastante bien no solo con la historia sino con la ambientación que presenta la cinta y los pocos escenarios presentes en la trama. La fotografía también está muy buena, sobre todo con los lugares exteriores que podemos ver.

En resumen, “Una entrevista con Dios” tenía una buena propuesta para dejar un mensaje o profundizar más la relación entre Dios y el hombre, quedándose bastante corta pero con un drama bien logrado.