Una cita, una fiesta y un gato negro

Crítica de Miguel Frías - Clarín

La suerte está echada

Comedia argentina sobre la “yeta”.

El tema del jettatore no es, desde luego, nuevo. Es anterior incluso al vodevil de Gregorio de Laferrere (1904) y a su adaptación al cine de 1938, dirigida por Luis Bayón Herrera. Ya en el siglo XXI, el antecedente cercano de Una cita, una fiesta y un gato , opera prima de Ana Halabe, es La suerte está echada , de Sebastián Borensztein, en la que también actuaba Julieta Cardinali y cuyo protagonista era Marcelo Mazzarello, que en el filme de Halabe aparece en un cameo.

En principio, Una cita... (cuyo título completo no sugiere mucho ni favorece el recuerdo) cumple con un pedido más o menos generalizado que se le hace al cine nacional: probar con películas de género, populares, en especial comedias que reemplacen a una tradición de productos malos cuyo “mérito” era la masividad. Bien. Hasta acá hablamos de intenciones, que, como todos sabemos, lamentablemente no se filman.

Una cita...

funciona como una suerte buddy movie , aunque una de las protagonistas rehuse de la amistad. Julieta Cardinali interpreta a una mujer casada, dueña de una fábrica de pintura, que se reencuentra con una ex compañera del secundario (Leonora Balcarce) a la que considera (y la película muestra como) mufa. Desde ese instante, al personaje de Cardinali le saldrá todo mal, aunque una porción de su mala suerte será por su neurosis y su paranoia (o al menos eso intenta mostrar, a modo de moraleja, la película).

Integramente acompañada por una música exasperante (de Halabe), esta comedia juega con los contrastes entre ambas “amigas” (Cardinali y Balcarce logran transmitir una química que se eleva por sobre la chatura del guión). Una -la que supuestamente trae mala suerte- es bondadosa, ingenua, generosa, estridente; la otra, temerosa de perder al marido y a su negocio, cumple con un famoso apotegma de Jauretche: no hay nada peor que un burgués asustado. Es una pena que el libro no levante vuelo, que varias puestas en escena sean fallidas, que algunos personajes secundarios sean planos, que el filme no logre instalarse como una saludable alternativa.