Una cigueña en apuros

Crítica de Mariano Patrucco - EL LADO G

Una cigüeña en apuros no fallará a la hora de divertir a los más chicos, aunque su historia para nada memorable ni original la convierte en un entretenimiento apenas pasatista.

Cada vez son más frecuentes las producciones animadas provenientes del viejo continente. En un mercado totalmente copado por películas de la factoría Disney/Pixar, Dreamworks, Illumination Entertainment y Sony Pictures Animation; los films animados independientes luchan para encontrar su espacio entre las películas de los grandes estudios.

Richard es un pequeño gorrión criado entre cigüeñas. Sus padres fueron comidos por un depredador cuando él todavía estaba en su huevo y la compasiva cigüeña Aurora lo lleva a su nido para criarlo junto a su hijo Max. Claudius, el líder de la bandada de cigüeñas, se opone a esto. Llegado el momento, las cigüeñas deben emigrar a África y el pequeño Max (un ave no migratoria) no podría soportar el viaje.

La bandada decide dejarlo atrás pero Richard, totalmente convencido de que es una cigüeña de verdad, abre las alas y sale de viaje para el continente africano en búsqueda de su familia y deseoso de probar que puede ser chiquito, pero no es menos que las otras cigüeñas. En su camino se cruzará con Olga, una lechuza acompañada de su amigo imaginario Oleg y con Kiki, un periquito narcisista que quiere cantar música disco.

Una cigüeña en apuros es un film de presupuesto bastante bajo y orientada a un público infantil. La historia es bastante simple y los personajes están bien definidos. La animación está muy bien lograda, con un estilo más cercano a las caricaturas. Sin duda la película podrá divertir a los niños más chicos e inculcarles su mensaje sobre la búsqueda de identidad y perseverancia.