Una cena para tontos

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

Colocando en el centro de la escena a una pareja de probada química como lo es el dúo Rudd-Carell (ya habían trabajado juntos en el exitosa “Virgen a los 40”), el filme que no pasó por las salas locales tiene su único gran problema en la extensa duración: suprimiendo media hora del metraje y llevándolo a unos más cómodos noventa minutos, no sólo se hubiese ganado en ritmo sino que las bromas, desperdigas por aquí y allá, hubieran estado más cercanas entre ellas, generando una sensación de comicidad más aceitada de la que termina teniendo el producto final. Las escuetas participaciones de Lucy Puch (“Conocerás al hombre de tus sueños”) merecen ser destacadas.