Un viaje en el tiempo

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Basada en la novela de Madeleine L'Engle, "Un viaje en el tiempo", de Ava DuVernay es una de las experiencias cinematográficas más divertidas del año, aun por las razonas equivocadas.
¿Qué es lo que hace a una obra memorable? El llamado Ecce Mono “creado accidentalmente” por la restauradora Cecilia Giménez en 2012, se terminó convirtiendo en una imagen famosa que dio vueltas al mundo entero y hasta llegó a tener variadas representaciones.
"The Room" consiguió tanta repercusión que hasta catapultó a la fama a su creador Tommy Wiseau, y el año pasado tuvo un diario de filmación/homenaje en "The Disaster Artist". La devoción del film del clan local Del Boca por "Un buen día" es un claro ejemplo en nuestro país. Hay millones, y "Un viaje en el tiempo" podría escribir algunos nuevos renglones dentro de la historia de las obras de culto por consumo irónico.
Es que el nuevo film de Ava DuVernay, directora de "Selma: El poder de un sueño", acumula una serie de errores que en su conjunto terminan convirtiéndola en una extraña experiencia muy disfrutable. ¿Manual de lo que no hay que hacer?
Desde sus primeros segundos, "Un viaje en el tiempo" nos recibe con diálogos inverosímiles sacados de un rancio recitado de autoayuda.
La familia Murry se prepara para la llegada de su nuevo hijo adoptado, y las cosas que le dicen los padres a su hija Meg (Storm Reid) para que lo acepte, rayan la exasperación.
Pasan pocos minutos, muy pocos, y ya el film acumuló saltos temporales mal resueltos, diálogos increíbles, un montaje defectuoso muy notorio, una paleta de colores empalagosa, y personajes con tanto “carisma” que terminan convirtiéndose en irritantes… y tan solo van cinco o diez minutos.
Cuando la primera de las mujeres “pitonisas” haga su irrupción en el film del modo más incómodo posible será el momento de entregarse al placer culposo, relajémonos, esto será un viaje divertidísimo. En efecto, todo gira en torno a lo Murry. Papá (Chris Pine) y mamá (Gugu Mbatha Raw) son científicos cuánticos obsesionados con los viajes a través de portales multi dimensionales.
Hay una energía que mueve al universo y que, según ellos, podría ser utilizada para tales fines, entre otros. Claro que ambos, sobre todo el padre, el más obsesionado, son el hazme reír de la comunidad científica.
Pero no bajan los brazos. Otra que es un hazme reír es Meg, la hija mayor, porque hace cuatro años que papá de golpe desapareció, y ella aún aguarda que regrese. En la comunidad, principalmente el colegio, todos (alumnos ¡y profesores!) se burlan de ella de la forma más cruel, al punto de convertirla en una paria.
Pero no todo está perdido, porque resulta que el hermano menor adoptado, Charles Wallace – no olvidarán este nombre – (Deric McCabe) parece que es una de las mentes más prodigiosas del universo.
Razón por la cual, una a una, tres mujeres ¿pitonisas?, la señora ¿Qué? (Reese Witherspoon), la señora ¿Quién? (Mindi Kaling), y la señora ¿Cuál? (Oprah Winfrey), irrumpirán en la vida de los dos hermanos, y en el hogar de ellos, con el fin de reclutarlos y llevarlos a un viaje por el universo en busca de su padre que podría estar perdido. Hay otro navegante, un tercer niño Calvin (Levi Miller), compañero de Meg, que se une a ellos básicamente porque sí, porque estaba ahí.
Los tres niños y las tres mujeres, van a teserear ¿? y emprender viajes a distintas locaciones del universo.
Si no entendieron nada, no se preocupen, nosotros tampoco. ¿Qué es teserear? ¿Cómo se hace? No se sabe, lo explican muy al pasar y de un modo que se encarga que no lo entendamos y no nos importe.
Pero repiten el tesereo glorioso (sic) hasta el cansancio. La novela de Madeleine L'Engle escrita en 1960, es un clásico de la literatura juvenil de EE.UU. Hasta ahora había contado con una ignota adaptación como telefilm en 2003, y ahora Disney y la mismísima Oprah Winfrey como productora deciden llevarla a la gran pantalla como un verdadero evento cinematográfico a gran escala.
El problema es que la megalomanía del film es tan inmensa que termina por convertirlo en un tren bala que descarrila en el arranque y no frena nunca hasta estrellarse.
Ava DuVernay es conocida por Selma, que también contaba con la producción y participación de Oprah Winfrey. Allí se dedicó a hacer un panfleto anacrónico sobre el segregacionismo.
Uno de esos film bienpensantes que huelen a folletín político encorsetado. "Un viaje en el tiempo" recurre a las mismas supuestas buenas intenciones, Todos los personajes no paran ni un segundo de hablar como si tuviesen a Paulo Coelho en la garganta, y en una forma recitada que lo hace aún más inverosímil. Para colmo de males, un mínimo análisis deja entrever que la película avala el bullyng como forma de superación.
Las acciones de los personajes son tan incomprensibles como sus teorías. Teorías científicas que resuelven todo en base al amor y la bondad, literalmente, expresándolo en palabras remarcadas. Cada segundo del film se recarga de imágenes sobrecargadas, casi kitsch, de un gusto discutible. Con vestuarios que parecen de papel maché y peinados de lana.
Las actuaciones caen acordes a la propuestas, todos caminan flotando, bailoteando no siendo un musical, y recitando diálogos en un tono lisérgico increíble. Desde el maquillaje, las posturas, y las formas, todo es ampuloso y de por más colorido. Incómodo.
Tan incómodo como Calvin, que uno se pregunta qué hace ahí, por qué interrumpe en medio de los diálogos, y por qué mira así a Meg.
Otro personaje “polémico” es Charles Wallace, su nombre es repetido hasta el hartazgo, sus características especiales son abandonadas por la historia (como otros personajes, que entren y salen de escena y del film sin razón alguna), y logra convertir a Deric McCabe en uno de los niños actores más odiosos e irritantes de los últimos tiempos.
Las tres pitonisas son un foco de atención. El film abunda en primeros planos inexplicables para ver sus reacciones faciales mientras otros hablan. Sus vestuarios no tienen forma de expresarse correctamente. Hablan de un modo rarísimo y sin decir nada realmente valioso.
Tienen un comportamiento errático; y pueden resultar muy molestas ¿Quién? Solo habla mediante frases de otros repitiendo el autor y su nacionalidad ¿?, y el ego de Oprah es tan grande que hace que siempre aparezca gigante, mal impuesta, y con los peores vestuarios y maquillajes. Tiene cuatro cambios de vestuarios, pasa de una forma fálica muy explícita, a ser Goku, a parecer un rulemán, y por último una huevera. Todo es así.
No alcanzan las líneas para explicar segundo a segundo por qué "Un viaje en el tiempo" recae en tantos errores y a su vez es tan divertida de ver. Cuando uno la acepta como lo que termina siendo, pierde su seriedad impuesta, pero se convierte en algo gracioso, muy, aun involuntariamente.
"Un viaje en el tiempo" fue pensada como uno de los grandes tanques de la temporada. El resultado quizás no sea el buscado, pero sin duda alguna, es una gran tanqueta humorística.