Un viaje de diez metros

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Erizo Cooking in the Francia

Cuando se estrenó en el 2005, Casanova fue un fracaso de taquilla tan grande que prácticamente dejó fuera de la industria al director Lasse Hallström por cerca de dos años. No fue fácil pero el sueco de a poco logró volver a ponerse de pie, apegándose a ciertas fórmulas que se probaron moderadamente exitosas. Dos películas con Richard Gere (The Hoax y Hachiko: A Dog's Tale) y dos adaptaciones de Nicholas Sparks (Dear John y Safe Heaven) lo pusieron de nuevo en el panorama. No es casualidad el hablar de recetas a la hora de referirnos a The Hundred-Foot Journey, dado que supone una vuelta al cine culinario en Francia que emprendió con Chocolat, pero que está fuertemente emparentada con la tierna Salmon Fishing in the Yemen, una de las curiosidades más notables de su etapa de renovación.

El sueco propone un viaje para los sentidos por una bella región del Sur francés, retratada con gran pericia por el director de fotografía Linus Sandgren. Tierna, cálida, amable, su cámara abre el apetito de una audiencia que prácticamente puede saborear cada plato. Los colores explotan en pantalla y los ingredientes naturales son la utilería perfecta para un film que parece destinado a disfrutarse con el paladar. Las verduras brillan capturadas por su lente y no por nada un recorrido por el mercado se parece más a un paseo por una joyería. Y el compatriota del realizador no es el único que se destaca en su tarea, dado que si bien este "viaje de diez metros" es por terrenos familiares, se lo hace junto a un equipo de notables.

La producción de Steven Spielberg abre muchas puertas para un proyecto de estas características, que por su naturaleza trillada podría caer en la misma bolsa que innumerables comedias románticas pero que sin embargo se destaca. El británico Steven Knight (Dirty Pretty Things) venía de tomarse un tiempo fuera de la industria después del estreno de Eastern Promises y volvió con fuerza en el 2013, con una seguidilla envidiable de proyectos como guionista y director. Redemption, Closed Circuit, la muy buena Locke y ahora este film confirman su excelente mano para la escritura, que lo ha puesto otra vez en la mira de muchos estudios como una pluma que cotiza. La música también se lleva sus méritos gracias al ganador de dos Oscar A.R. Rahman (127 Hours, Slumdog Millonaire), el hombre a acudir a la hora de poner algo de cultura india en lo que se escucha. Y con sus casi 70 años, Helen Mirren sigue siendo una hermosa mujer que reluce en cámara. Estoica y altanera como una reina, devota y amable como una madre, la británica es quien brilla entre un elenco de rostros poco conocidos (aunque hay que seguir de cerca a la bellísima Charlotte Le Bon, una canadiense que parece destinada a ser la nueva Audrey Tautou).

Pero tal y como se ha dicho –el subtítulo no es casual-, se trata de un film que a pesar de preciarse de modificar recetas establecidas desde hace añares, no logra romper con sus lugares comunes. Se vincula a Salmon Fishing in the Yemen porque básicamente sigue una misma fórmula: una región apartada y poco conocida, dos extraños unidos por una misma pasión, un intento de llevar algo propio de otro país a una zona que en primera instancia lo resistirá y la figura de un hombre de fe que cree en su extravagante proyecto contra todo pronóstico. Incluso se repite el ataque terrorista (xenófobo en este caso) que busca destruir el sueño de los protagonistas. Si bien se alarga más de la cuenta –el tercer acto es más de lo que uno necesita y nunca es tan bueno como todo lo anterior- el preparado de siempre con nuevos ingredientes y especias es gustoso y se merece todas las estrellas Michelin que reciba. Bon appetit.