Un viaje a la luna

Crítica de María Paula Putrueli - Cuatro Bastardos

Un viaje a la luna: un buen primer paso.
Relato que oscila entre una comedia liviana y un drama psicológico, sobre un niño entrando en la complicada etapa de la adolescencia.
Entre todas las virtudes con las que cuenta la ópera prima de Joaquín Cambre, destaca la preponderancia de un género conocido como coming of age, aquel donde el protagonista atraviesa distintos cambios (físicos y emocionales) en el transcurso de su niñez a la adolescencia. Pero lo destacable es que gracias al clima que genera su director y a la soberbia interpretación que lleva a cabo Angelo Mutti Spinetta dando vida a Tomás, la película mantiene al espectador a la expectativa de descubrir si mantendrá el tono establecido al inicio o se decidirá por un camino que abarca una línea argumental entre la comedia y la tragedia, género que aquí, siempre se encuentra al límite de estallar.
Tomás es un chico de 14 años que recibe la presión de su familia por aprobar un examen para poder irse todos a vacacionar a Brasil. Sin embargo, el viaje que él tiene en mente es unos cuántos kilómetros más lejos: sueña con ir a la luna, y nada ni nadie podrá detenerlo hasta conseguirlo.
No es casual el hecho de que la preparación del viaje y el viaje en sí sea lo más significativo dentro del relato. Tomás está creciendo, su mundo está cambiando, comienza a aparecer el amor, las ganas de despegar de una familia donde la normalidad asusta más que la locura y donde el mundo es una invitación a observar los pequeños detalles dentro de él.
Ganadora del premio “Mejor ópera prima” en el 32 Festival Internacional de Mar del Plata, con un elenco de actores talentosos que aportan experiencia y calidad a la trama (Germán Palacios, Leticia Brédice y la siempre destacable Ángela Torres), se vuelve imposible no resaltar las cualidades del pequeño Mutti Spinetta, una promesa actoral que ya es una realidad y que lleva en su corta carrera dos protagónicos excelentes. Su trabajo en Primavera (2016), de Santiago Giralt, es igual de admirable.
Joaquín Cambre demuestra en su primer largometraje todo el bagaje de conocimientos que su trabajo en videoclips y publicidades le ha dado, con una magnífica dirección de arte y una banda sonora que aporta emotividad. La historia sencilla de un chico con un sueño se convierte en una experiencia sensible y emocionante.