Un sueño en Paris

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

No es casual que la canción elegida para abrir este documental sea “Ne me quitte pas” de Jacques Brel. Una canción donde hay drama, hay un estilo teatral en juego, donde se habla de la emotividad y del desamor: en síntesis, una canción plagada de melancolía y de fuertes motivos para no olvidar un gran amor.

En la voz de Jean Pierre Noher, la letra de Brel hace una síntesis perfecta para encarar la búsqueda que se plantea en “UN SUEÑO EN PARIS”, el documental de Sergio “Cucho” Costantino, que se estrena esta semana dentro del ciclo “Jueves Estreno” en la pantalla de www.cine.ar/play.

Lo que comienza como esa construcción de la identidad franco-argentina del propio Noher irá descubriendo como también se han fundido París y Buenos Aires, no solo como dos grandes ciudades en las que uno puede ver una importante cantidad de similitudes –todos afirman que Buenos Aires es la Paris de Sudamérica-, sino también por la pasión compartida por el Tango, así, con mayúsculas.

Y allí, dentro del dolor del exilio, un grupo de artistas talentosos –y no sólo dentro del ámbito musical sino que el movimiento se nutrió de otros provenientes de las artes plásticas y las letras, sólo por mencionar algunos ejemplos- e intelectuales, da a luz un espacio mítico en el centro de París, en el barrio de Les Halles, que se transformó en un fragmento de Buenos Aires.

Muy cerca del Pompidou, a pocas cuadras el Sena, en pleno centro de la Ciudad Luz, Edgardo Cantón, junto a sus socios -entre los que se encontraban nada menos que Susana Rinaldi, Antonio Seguí o Pérez Celis- y con Julio Cortázar como padrino, comienza a generar un espacio que noche a noche se colma tanto de público como de celebridades para vibrar la música de un buen tango, aun cuando todos coinciden que la mayoría del público no podía entender lo que estaban cantando: claramente el ritmo y cadencia nostálgica del tango los atravesaba desde sus melodías y la teatralidad de sus intérpretes.

Un escenario que unió a destacadas figuras, icónicos representantes del tanto como el dúo de Horacio Salgan y Ubaldo de Lío, los cantantes Rubén Juárez y Guillermo Galvé, Raúl Lavié, el Sexteto Mayor (conformado por ex músico que habían acompañado a Osvaldo Pugliese, quienes tuvieron el desafío de inaugurar este espacio), Osvaldo Piro, María Garay, Amelita Baltar y obviamente, la propia Susana Rinaldi en un momento artístico de expansión y crecimiento.

Pero también fue importante quienes quisieron estar presentes también bajo ese escenario: Atahualpa Yupanqui, Jairo, Mercedes Sosa o la famosa anécdota de Carolina de Mónaco que casi se queda sin poder entrar porque las localidades estaban completamente agotadas (como sucedía cada noche) y quien controlaba el ingreso cumplía las estrictas órdenes de no poder ingresar sin entrada.

Costantino, de la mano de Jean Pierre Noher, mezcla interesantemente material de archivo, testimonios de artistas, músicos, colegas junto al de los propios fundadores como el periodista Tomás Barna que aún hoy sigue sosteniendo con emoción que no era el dinero lo que motivó el proyecto, sino “que se presente lo mejor de lo mejor»: e indudablemente, lo lograron.

Como si la historia no fuese de por sí fascinante y exquisita, “UN SUEÑO EN PARIS” se completa con una banda sonora de excelencia, con fragmentos de Tangos en las voces más aclamadas y que espontáneamente surgen en algunas de las entrevistas, como esa canción que se canta desde el alma, sin ensayo y con el sólo recuerdo del “Trottoirs de Buenos Aires” y la evocación de una época dorada vivida a pleno y esa música tan nuestra, atravesando fronteras e instalándose, profundamente y para siempre en una ciudad que ha sabido respirar el ritmo del Tango, como si fuese otra Buenos Aires a la distancia.

Noher en su búsqueda, en ese recorrido que va planteando desde su propia identidad franco-argentina, logra encontrar la sensibilidad exacta dentro de cada testimonio donde gane la emocionalidad y no se convierta en una sumatoria de datos enciclopédicos (capítulo aparte merece el fragmento con Jacqueline Pons, viuda de José Pons, anfitriones de toda la colonia artística argentina en su paso por París). Logrando hacerse invisible, atenta, íntima, se presenta la cámara de Costantino que logra retratarlos naturalmente, en ese diálogo que fluye entre evocaciones y recuerdos, entre fotos y canciones, entre anécdotas que viajan del pasado al presente.

Otro de los aspectos positivos de “UN SUEÑO EN PARIS” es que no se constituye en esos documentales que sólo pueden disfrutar los conocedores del tema o un público fanático, sino que por el contrario nos abre un hecho quizás no por todos conocido y nos contagia de unas profundas ganas de haber estado ahí, presentes, en ese momento tan particular para nuestra música ciudadana invadiendo las calles de Les Halles, atravesando el Arcos del Triunfo y cruzando los Champs Ellysées tarareando “Naranjo en Flor” o “Los Mareados”.

POR QUE SI:

«Como si la historia no fuese de por sí fascinante y exquisita, “UN SUEÑO EN PARIS” se completa con una banda sonora de excelencia»