Un suceso felíz

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Un suceso feliz es primero que nada, una historia de amor narrada en sus comienzos como una comedia romántica, casi en tono de fábula, con la idea de mostrar lo que todos conocemos como tal.

Aunque nunca se sabe bien dónde y por qué comienza una relación amorosa, de alguna manera el desarrollo es siempre muy similar. El enamoramiento es un acontecimiento que hace creer a las personas que el amor puede con todas las dificultades, y claramente suele ser así.

Lo que quizá no se cuenta habitualmente es que la realidad suele trastocar bastante las expectativas que “espejo mediante” imaginamos sobre y con el “otro”.

Porque ese otro viene a reparar todo aquello que “nuestros seres más queridos y próximos” no supieron realizar para hacernos sentir lo suficientemente felices y protegidos.

Bárbara (Louise Bourgoin) esta escribiendo su tesis final sobre el Tractatus de Wittgenstein, y Nico (Pio Marmaï) trabaja en un Video Club. Es posible que su gusto por el cine contribuya bastante a que ambos se perciban como interlocutores válidos. Y así comienza el juego…….. Con ánimo de Amar, entre otros guiños cinematográficos entre cómicos y tiernos.

Mientras la feromona sobrevuela a su alrededor, la relación crece y los dos deciden hacer “un bebé”. A partir de esta acción amorosa el film gira hacia la verdadera intimidad, la de la cotidianeidad, la de los miedos e inseguridades propias de todo cambio, sobre todo aquel que genera en la vida de las personas el suceso feliz e inigualable de parir un hijo. Hecho que a su vez atraviesa la cabeza y el corazón de ambos, pero sólo el cuerpo de una, literalmente hablando: el de la madre.

Las dificultades psico-sexuales a las cuales se enfrentan la mayor parte de las mujeres, y los múltiples fracasos que la hacen pasar por cierta excitabilidad cercana a la histeria, o rozar la depresión o, más comúnmente la frigidez, comienza con el cambio de objeto, el que la lleva a elegir al padre en lugar de la madre como compañero erótico, donde el deseo de la mujer está en realidad dominado por la angustia. Y es justamente “la maternidad”, como proceso, la que enfrenta a la mujer con una nueva experiencia del objeto: que es el hijo/a, la única oportunidad- a repetición- donde la mujer encontrará la posibilidad de deshacerse del repliegue sobre sí misma y consagrarse al otro, con el riesgo siempre latente de encerrarse en la omnipotencia. Que en el film lo muestra en tono de parodia con un grupo de amantes de la lactancia a toda prueba, que no son una ficción.

En ese aprendizaje doloroso, sublime, intransferible e interminable la mujer se reencuentra a su vez con el vínculo primigenio: su madre.

¿Cuando se comienza a ser madre? : ¿Cuando el test da positivo?, ¿Cuando los pechos cambian y el cuerpo de transforma? ¿Cuando el bebé comienza a moverse? La realidad nos dice que todas estas son algunas de las características propias de la maternidad, pero paralelamente ocurren otras, que no son precisamente felices, el listado es largo… y conocido. Lo cierto es que se es madre en el momento en que ese otro sale del cuerpo, y se nos presenta con el suyo visible a los ojos sobre nuestro pecho.

Es verdad, que tanto este tipo de padres, como los adoptivos realizan a este punto una experiencia similar. Pero el sufrimiento, que implica parir existe, es uno de los tres dolores más fuertes reconocidos por la medicina, que luego se olvide o que se olvide casi instantáneamente es algo muy común en todos los sufrimientos que transcurren en el cuerpo físico, no así en la siquis que tiene otros tiempos.

Allí se inicia un camino sin regreso, porque madre se es para toda la vida, para suerte de unos y para desgracia de otros. El tema es que ese camino será muy diferente si se lo transita con una cierta madurez. O si es un duo que se encuentra en pleno crecimiento. Como es el caso planteado en el film.

Tener un hijo es felizmente algo posible para casi todas las personas, pasar una sucesión interminable de noches sin dormir entre tetas y pañales, con una pareja que se rehúsa a ayudar a cambiar las mudas porque le da asco o quiere dormir, y no hay a quien recurrir. Y si llega una ayuda no sirve, y si paralelamente se tienen otras aspiraciones, y hay tiempos pactados para llevarlas a cabo. Y no se es Angelina Jolie, que muy probable tendrá las niñeras necesarias para dormir en paz. No es algo posible para todas las personas. Y es normal un desajuste emocional.

Y esto es lo que quiso contar en su novela Eliette Abecasssis. Con la gran ironía de que su director Remi Bezancon en un reportaje realizado por Paraná Sendrós confiesa que se pone más de parte del joven que de la embarazada. Lo cual es maravilloso, sobre todo si pensamos que la adaptación la realizo con su esposa y tuvo además dos productoras que lo alentaron. Es sin duda para reflexionar doblemente sobre el peso que tiene la maternidad como mito, al menos en este que plantea el film.

El peor enemigo de este film es haber querido dar cuenta de TODO, de absolutamente todo, desde un marco teórico completo para una tesis doctoral sobre el TractatusLogico-Philosophicus de Wittgenstein, de cada instancia pormenorizada en la evolución de la maternidad, de toda la problemática, que tiene Bárbara con su madre y su padre, de la relación de Nico con una madre, de la cual le falta despegarse. Paralelamente digamos que tiene un guión impecable, pero agreguemos, que no deja nada librado al azar. Absolutamente todo queda explicado. Hasta una novela final. Eso sí con una fluidez increíble, con una fotografía excelente y con una banda sonora muy bien pensada.

Lo mejor del film además de lo expresado y de sus grandes actuaciones -Louise Bourgoin impecable- es atreverse a mostrar la versión privada de la maternidad en una pareja joven, con las mejores intenciones de amarse, que es la que generalmente no vemos, aunque un poco exacerbada, casi como si los bombardeos emocionales de Bárbara se trasladasen a todo el film, donde la alegría, la tristeza, el amor, la desesperación, la neurosis, la experiencia y la inexperiencia conviviesen de algún modo en todos los personajes, desde la partera, pasando por todos los integrantes de ambas familias hasta el tutor de tesis.

¡Como en la vida! Nada más y nada menos!