Un piso para tres

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Con los bolsillos flacos

Carlo Verdone, el actor fetiche de la saga de "Manual de amor", asume el doble rol de actor y director en una película que enfoca la crisis de la clase media y media alta europea. Esta es la historia de tres desconocidos, separados y veteranos, que deciden compartir un departamento para disimular sus bolsillos flacos. Los tres coinciden en varios denominadores comunes, ya que, además de llevarse mal con sus ex parejas, son padres y tuvieron un buen pasar en su actividad comercial o profesional. Uno era un productor discográfico exitoso que ahora es dueño de una disquería retro de vinilos; el otro fue un respetado crítico de espectáculos que ahora sólo se dedica a los chimentos; y el tercero fue un importante agente inmobiliario, que decidió convertirse en un taxiboy de mujeres mayores. Todos atraviesan la recesión italiana e inclusive, cierta recesión de su vida sentimental. Y fue por allí donde Verdone pivoteó esta trama, de un modo bastante irregular. Porque los vínculos de los tres protagonistas con las amantes de ocasión son tan poco creíbles como desalineados. Y encima son escasos los momentos divertidos que ocurren en las dos largas horas que dura la película. Quizá Verdone especuló con atraer el público de "Manual de amor", cuya última saga aquí se conoció como "Las edades del amor", pero le faltó el pulso cinematográfico del realizador Giovanni Veronesi, que supo mixturar costumbrismo con comedia dramática y hasta le dio un toque paisajista. "Un piso para tres" no tiene nada de eso, y con la excusa de mostrar una película de personajes de bolsillos flacos termina exponiendo cierta pobreza también en la creatividad y en el modo de tratar una comedia italiana, cuyo pasado es rico en la historia del cine.