Un piso para tres

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Se alquila

En esta comedia italiana, tres desconocidos en busca de un alquiler barato terminan compartiendo un piso en Roma. Domenico (Marco Giallini), un agente inmobiliario que ha conocido el éxito pero lo perdió todo en el juego; Fulvio (Pierfrancesco Favino), un crítico de cine que perdió su trabajo y ahora debe dedicarse a escribir chimentos; y Ulisses (Carlo Verdone), quien fue productor musical y ahora tiene una disquería de vinilos, con la que no le va demasiado bien.
El tema de desconocidos compartiendo un mismo departamento ha funcionado muy bien en varias ocasiones y sobre todo en sitcoms. A diferencia de la mayoría de las comedias donde los que comparten piso son jóvenes buscando el rumbo de sus vidas, en este caso son tres hombres que han pasado los cuarenta, que perdieron trabajos, sus familias, están endeudados, y más que buscar el rumbo de sus vidas, parecen haberlo perdido hace rato.
La comedia se basa en el patetismo de sus personajes, y en el absurdo de su convivencia, planteando varios gags y situaciones graciosas, la mayoría bastante predecibles, relacionadas a las diferentes personalidades y al choque entre ellos tres.
Hacia la mitad de la historia, cuando los personajes ya deberían ir resolviendo sus conflictos, la película deja un poco de lado la comedia, y se convierte en una especie de drama con moraleja, sobre la importancia de la familia y los verdaderos valores, mas allá de lo material. Así queda expuesto un guión flojo, que más allá de enredos y lugares comunes no hace reír demasiado, y se torna meloso y previsible al cerrar la historia.
Con una linda fotografía de Roma y París, música un tanto insoportable y tres notables comediantes -hay que destacar que las actuaciones son buenas– que no han podido hacer demasiado con un guión pobrísimo y personajes muy estereotipados.
La película no termina de cerrar por ningún lado; es una comedia simple, que se vuelve pretenciosa al tratar de hacer una reflexión sobre la crisis económica y las crisis personales de sus protagonistas, sin lograr ninguna de las dos.