Un pasado infernal

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

El rol de una Abigail que maduró en su actuación

Protagonista de la película Un pasado infernal, sigue probando que puede sostener el primer plano.

Fue Pequeña Miss Sunshine, "la" película, donde una Abigail Breslin aún niña demostró su altura interpretativa, capaz de brillar entre grandes en un drama de situaciones complejas, y de convertirse en la actriz más joven a ser nominada a un premio Oscar.

Su don le dio una carrera profusa --y llena de premios y candidaturas-- a edad muy temprana, mucho antes, y después de ese filme de 2006.

Breslin tenía entonces 10 años. A sus 17 ( el año pasado) realizó entre otras Un pasado infernal, de suspenso, dirigida por el mismo realizador de El cubo (1997), que se carga al hombro para interpretar a Liza, la hermana mayor de una familia que, a días de fallecida, sigue habitando la casa cuyo secreto provocó el fatal desenlace.

Sólo su espíritu ha despertado de la irrealidad de una vida que ya no es, pero debe seguir sosteniendo por sus padres y su hermano menor, una farsa cotidiana.

Ese ensueño se trastoca luego de que Liza comienza a detectar otras presencias en la casona: son las de los miembros de otra familia que vino a habitarla, y la de innumerables víctimas del mismo fenómeno. Asustada y desesperada, la chica decide ayudar a los vivos y a los muertos, para evitar más dolor.

La idea de que no son los muertos los peligrosos, y de que el espíritu teme al mal, más allá de la experiencia física, resulta interesante y los climas creados contribuyen a exaltar esos temores.

Pero en un desarrollo narrativo irregular y, por momentos, repetitivo, Breslin se hace cargo con solidez de un rol que la coloca en el centro de casi todas las acciones.

El conjunto no es malo, pero pudo haber sido mejor.