Un nuevo despertar

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Actuar para sobrevivir

Adaptación de la novela homónima de Philip Roth, The Humbling, la aquí retitulada Un nuevo despertar es el vehículo perfecto para Al Pacino, que entrega su mejor rol en años, bajo la también experta batuta de Barry Levinson. Su Simon Axler es una versión alternativa del actor, con la megalomanía y la furia intactas, pero con las hipotéticas frustraciones de no haber triunfado en 35mm. Antes de un suicidio frustrado en una tarima de Broadway, Simon murmura fragmentos de El Rey Lear y las líneas del bardo inglés no lo abandonarán durante su convalecencia en un psiquiátrico, primero, y luego en su mansión exclusiva, hasta el regreso con pompa a los escenarios. Pero entre esos dos momentos, que son una versión menos rimbombante de Birdman (incluyendo un momento curiosamente similar, donde Simon queda afuera del teatro cuando arranca su obra), vive las mil y una a cambio de recuperar, no sin fatiga, el deseo por una noche de sexo. Las postulantes son alocadas. Sybil (Nina Arianda) es una ex colega del psiquiátrico que lo precisa para matar a su marido y Pegeen (Greta Gerwig) una lesbiana confusa, hija de un matrimonio amigo. Entre ellas dos y un terapeuta que atiende vía Skype (Dylan Baker), Axler asume de modo tragicómico a un orden emergente donde los viejos códigos no aplican al posfeminismo ni a las comunicaciones a distancia.