Un novio para mi boda

Crítica de Fernando López - La Nación

Un romance singular

Para Michal, la protagonista de esta curiosa historia que mezcla la comedia con lo sentimental, el casamiento no es algo para tomarse a la ligera. De manera que cuando tan solo un mes antes de la fecha prevista para la boda su novio descubre que en realidad no la ama lo suficiente y renuncia a concretar ese gran paso, a pesar de que están en medio de los preparativos -con fiesta, salón, vestido e invitaciones ya repartidas y todo lo demás casi listo- los problemas comienzan a multiplicarse.

Pero, por suerte, la frustrada novia es, como su prometido arrepentido, muy creyente (y de las más ortodoxas, para más datos), y lo es tanto que ni por un segundo piensa en alterar sus planes, aunque no cuente por el momento con ningún novio de reemplazo: "Dios proveerá", confía, y sigue con los preparativos en marcha mientras persiste en la búsqueda de otro candidato. Fe es lo que no le falta, aunque los días pasen y lo único que siga faltando para concretar la boda -y lo último- es el novio. Que, por supuesto, no puede ser cualquiera.

De más está decir que la chica en cuestión, que es una treintañera, no es precisamente muy convencional, aunque le sobra encanto. Algo similar es lo que ocurre con esta comedia romántica israelí dirigida por Rama Burshtein, que sabe sostener hasta el final su muy singular forma de suspenso. Y que tiene a su simpática protagonista, Noa Koler, como su principal atractivo.