Un mundo extraño

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

No habían pasado 40 minutos de haberse iniciado el film cuando un chico de no más de
diez años le manifiesta a su abuela en voz alta: “esta película es una vergüenza, me
quiero ir, vamos”.
La mujer le recuerda que su madre gastó un buen dinero entre las entradas y el pochoclo
y le pide que tenga paciencia que la historia va a mejorar.
Sin embargo el pibe, que por alguna razón estaba bastante molesto con el contenido de
la propuesta, se levanta de la butaca y abandona la sala seguido por la pobre abuela
avergonzada.
Mientras se desarrollaba esa particular situación a mi izquierda unas nenas de cinco
años que no se conocían entre sí jugaban en las escaleras del cine interesadas en
cualquier cosa menos en el espectáculo que se desarrollaba en la pantalla.
La culpa no la tienen los chicos sino la obsesión patológica de Disney por forzar los
sermones moralistas de la agendita hipster que relegan el entretenimiento y la fantasía a
un segundo plano.
Este año ya había ocurrido algo similar con el bodrio de Lightyear con la diferencia que
en Un mundo extraño la experiencia es más decepcionante por el enorme potencial que
tenía la película.
La obra del director Don Hall (Big Hero 6) tiene un comienzo espectacular que amaga
con traer de regreso ese cine de aventuras clásico, estilo Atlantis y El planeta del tesoro
que se extrañaba en la filmografía del estudio.
La trama inclusive abre con un lindo homenaje a la literatura pulp de los años ´40 y una
estética retro que toma su influencia del viejo cine de ciencia ficción hollywoodense y
los primeros cómic de los Cuatro fantásticos ilustrados por Jack Kirby.
Tras una presentación amena de los protagonistas, con una fuerte apuesta a la
diversidad, el relato parece encaminarse por un rumbo prometedor.
Un mundo extraño lamentablemente desperdicia su atractivo cuando la propuesta de
aventuras se convierte en un melodrama tedioso sobre pases de facturas familiares.
Hacia la mitad del film la dirección de Hall perdió por completo la atención del público
infantil, debido a la ausencia de situaciones emocionantes y momentos cómicos
insípidos que no generan risas ni siquiera en los más chicos.
Los personajes se encuentran rodeados por un mundo de fantasía muy atractivo que pide
a gritos ser explorado y termina desperdiciado en un conflicto mundano y aburrido que
deja un sabor amargo.
No sirve de nada presentar una pareja interracial con un hijo adolescente gay y un perro
que tiene una discapacidad física (Mike Judge se haría un festín con esto) si después no
pueden sobresalir como los héroes de aventuras que intenta vender el argumento.

El mismo problema que tuvo Encanto.
Una pena porque desde los aspectos visuales ofrece el espectáculo más creativo que
presentó Disney en mucho tiempo.
Lamentablemente el guión saboteó toda chance de revivir ese tipo de cine de animación
que alguna vez supo estimular la imaginación y entretener a espectadores de diversas
generaciones.