Un mundo conectado

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

El futuro ya llegó

En una entrevista el director Terry Gilliam confesó que cuando filmó Brazil, en 1984, intentó dibujar el mundo donde creía que íbamos a vivir. Con esa idea situó a su protagonista envuelto en una sociedad totalmente burócrata. En su nueva película, Un Mundo Conectado (The Zero Theorem), apunta otra vez hacia el futuro, en lo que nos convertiremos en esta Era de las Comunicaciones. En este caso, el protagonista se encuentra en pleno descontento con su entorno y efectúa su lucha contra la conectividad.

Qohen Leth, es un ermitaño triste que vive en una capilla abandona y para no sentirse tan solo se refiere a si mismo en primera persona del plural. Su casa, oscura y derruida contrasta con los colores vibrantes y publicidades sonoras del exterior. Sintiéndose incómodo en su trabajo, una especie de Sacoa pero trabajo en serio, solicita a su supervisor realizar home/office, pero a cambio, deberá centrarse en resolver el teorema cero, un algoritmo complejo que vuelve loco a todos los que intentaron resolverlo.

Para evitar el estado de paranoia Qohen es asistido de manera virtual por su terapeuta, interpretado por Tilda Swinton (un personaje un poco similar al de Snowpiercer); la visita de la sensual Bainsley que le provee cibersexo y Bob, el hijo de La Dirección. Con toda esta combinación de factores se plantean temas metafísicos como el todo es la nada, el sentido de la vida y la muerte, mientras distintas cámaras registran los movimientos de los personajes y símbolos religiosos acompañar su pesar.

Terry Gilliam y la locura de un futurista.

Por momentos, la trama divaga y pierde un poco el ritmo, pero resulta maravillosa la puesta realizada por Gilliam. Su estilo barroco tan característico, los efectos sonoros y los planos angulares, más la impecable actuación de Christoph Waltz y la participación de Matt Damon, hacen de Un Mundo Conectado una película perfectamente para desconectarse de todo y sumergirse en ese nuevo mundo saturado y resplandeciente, bajo la mirada de un renovado Gran Hermano. Si existe algo más para destacar es encontrar en una publicidad vial a Robin Williams como el reverendo de la iglesia de Batman.