Un momento de amor

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

La realizadora Nicole Garcia relata en Un momento de amor una historia enfocada en una mujer francesa durante los años 50 y sus ilusiones de una vida diferente.
Nicole Garcia dirige la adaptación de la novela Mal de Pierres (título original del film) con el protagónico imprescindible de Marion Cotillard. La actriz interpreta con una dosis justa de fragilidad y seguridad combinadas a una joven distinta al resto, o a lo que el resto espera de ella. En la década del 50 ella se muestra libre e impulsiva. Hasta que su madre encuentra como solución casarla con un catalán, matrimonio en el que ella seguirá firme en su posición indomable.

Cuando una enfermedad la lleva a instalarse en una casa de rehabilitación, conoce a un teniente, interpretado por Louis Garrel, del cual se enamora y deposita en él sus fantasías y deseos de una vida diferente, más emocionante. Es a partir de este momento que la película se torna más interesante, dejando atrás solamente a un personaje inestable y eufórico para vislumbrar la idea de un amor prohibido.

Así, la película va retratando diferentes momentos en la vida de Gabrielle, este personaje femenino que se guía antes que nada por lo que siente.

Cotillard es el alma de la película, vemos y sentimos todo a través de ella. La actriz transita los diferentes estadíos de sus personajes de manera siempre convincente. Su interpretación es por momentos muy visceral, pero lo cierto es que es capaz de transmitir mucho desde su cuerpo pero a veces también sólo desde una mirada, desde unos ojos que se tornan lagrimosos y unos labios que hacen fuerza para mantenerse quietos. Así es su personaje, alguien que no siempre logra controlar ese cúmulo de emociones que lleva dentro.

Es también imprescindible la participación de Álex Brendemühl, quien interpreta a ese marido que, aún conociéndola en todas sus formas, acompaña e intenta darle la mejor vida que puede a esa mujer que tiene a su lado.