Un minuto de gloria

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov proponen en “Un minuto de gloria” (Slava, 2016), una dura mirada sobre la política y los daños colaterales que pueden traer cuando el desprecio y el desinterés por el otro imperan, cuando las cortinas de humo se esparcen frente a los hechos y cuando el dinero marca el ritmo de la vida.
Es curioso que las últimas producciones originarias de ese país trabajen con este tópico, muy frecuentemente, pero todas con una mirada diferente, que tratan de independizarse del resto del corpus.
Así, en “Un minuto de gloria” cada personaje es colocado de manera precisa, digitada, pensada, y los diálogos refuerzan cada una de las escenas e intervenciones de los mismos, escapando al lugar común y generando una visión diferente sobre la vida social y la política.
La película arranca con la presentación de Tsanko, un humilde empleado ferroviario, al quien hace algunos meses le adeudan su salario, encontrando en las vías del tren una gran suma de dinero, su origen y humildad hacen que lo devuelva y a partir de ese momento comienza su debacle.
Una relaciones públicas del gobierno, inescrupulosa, vil, despreciable, manipuladora, tomará la historia de Tsanko como posibilidad de reforzar el status de un político que esconde bajo la alfombra su verdaderas intenciones e identidad. Entre esos dos personajes Gorzeva y Valchanov van urdiendo su relato, arman un rompecabezas con giros hasta la última escena para una historia de corrupción y mentiras que terminan por generar la tensión necesaria para que el conflicto estalle a cada momento.
Los directores prefieren la presentación ante que el juzgamiento, por este motivo esa relacionista es descripta no sólo como un ser profesional, sino, también, como mujer deseante y con anhelos, con una pareja que la contiene en lo que puede.
Por otro lado estará el empleado humilde, aquel que decidió con el corazón qué debía hacer con el dinero, un hombre ingenuo, víctima de constante bullying, capaz de pelear hasta el último aliento por aquello que considera justo. El título original del film hace referencia a un reloj, disparador de situaciones increíbles en el relato, y que en el fondo revelan el costado más duro de una película necesaria y realista sobre el universo político y sus consecuencias.
Ese reloj es la anécdota para que los mecanismos de ocultamiento y la mentira florezcan en esa RR.PP que pierde el rumbo ante cualquier evento fortuito, algo que le juega en contra en sus deseos irrefrenables de ser madre. “Un minuto de gloria” refiere a los 15 minutos de fama de Tzenko, a la exposición en la que se ve envuelto muy a pesar suyo y a los intentos denodados de acercarse a la verdad y recuperar aquello que le fue quitado.
Se suma un tercer personaje clave, un periodista anti corrupción que buceará en la vida de Tzenko para exponer a los políticos (los malos, malos en la propuesta), los engaños, la corrupción y la oscuridad del sistema.