Un minuto de gloria

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Los santos inocentes

Este filme de origen búlgaro, “Rara Avis” dentro de la cartelera argentina, se instala como una gran muestra de la globalización que se sustenta en dos variable principales, por un lado el ensanchamiento de la brecha entre las clases sociales; por el otro nos enfrenta a la corrupción nuestra de cada día, establecida desde ya en el poder de turno.
De hecho todo se va construyendo en paralelo entre dos historias que tienen a los personajes principales de cada uno como el punto de conexión de ambos relatos en uno nuevo. Protagonistas absolutos en las propias, antagonistas en la que los une por obra del destino, o del guión escrito, establecido, construido, con precisión de “relojería”.
En un inicio va configurando a sus criaturas de manera clara, concisa, por un lado nos presenta a Tsanko Petrov (Stefan Denolyubov), un ermitaño en el mejor sentido de la palabra, trabajador de los ferrocarriles estatales, donde su labor es solitaria también, y no por casualidad, sus principales pasatiempos son el cuidado de sus conejos y mantener en funcionamiento “su” reloj marca “Gloria”. Por otro, y en montaje paralelo, nos muestra a Julia Staikova (Margita Gosheva), como una mujer en la cima de la escala social, o casi, iniciando con su pareja un tratamiento de preservación de embriones, los celulares suenan de manera continua, pero ella ahora no tiene tiempo para ser madre de nadie.
Y a la metonimia de la historia que se narra se contrapone la metáfora de los tiempos que vivimos, más allá de las diferentes latitudes, metáfora que se explicita a medida que se desarrollan los acontecimientos en el relato principal.
El tiempo que uno, Tsanko, necesita para establecer sus necesidades cotidianas, también es mostrado en antítesis por la supuesta falta de tiempo en Julia pero sin poder dar cuenta que su reloj, el biológico, avanza inexorablemente, las ansias de poder enceguecen a la mayoría y ella no es una excepción.
Tsanko es tartamudo, retraído, vive apartado de la sociedad, casi de manera precaria, pareciera desde el origen, producto de su defecto del habla, Julia por su lado es locuaz, verborragica, avasalladora, decidida, con la idea de poder tener, desde el “poder”, todo bajo control, pero algo del orden de la imprevisibilidad humana siempre se hace presente.
Una mañana, mientras se prepara para su trabajo cotidiano, Tsanko escucha en las noticias como se desarrolla la investigación por el caso de corrupción y malversación de fondos públicos en el ministerio de transporte. (Si le resulta familiar, es pura coincidencia) Esa mañana mientras realiza sus tareas cotidianas descubre, en su recorrido habitual, una bolsa llena de dinero, una fortuna, resolviendo denunciar el hallazgo a las autoridades.
Esta situación deriva en ser utilizado por le poder de turno, como una pantalla, una nube de humo para tapar la noticia de desfalco, instalándolo como icono de honradez del trabajador público. Simultáneamente el periodista que investiga al ministro y su equipo descree de todo esto y decide seguir a nuestro héroe, tartamudo, que cuando puede hablar, dice, más lo que dice no quiere ser escuchado por nadie.
Lo muestran, lo exhiben, lo premian en vivo y en directo por TV, le dan un reloj moderno, y le quitan el suyo. Luego de las pasarelas lo abandonan, su reloj desaparece, el nuevo deja de funcionar casi inmediatamente. Él reclama por lo que le pertenece pues su reloj tiene un valor personal, histórico-familiar, pero es un pobre hombre, visto como un incapaz intelectual.
Casi en el orden estructural del cuento de León Tolstoi “El billete falso”, llevado al cine por Robert Bresson en “El dinero” (1983), constituyendo el recorrido hacia lo más profundo de la desazón humana de un personaje que hizo lo correcto, el reloj seria el elemento de sustento del relato en tanto recorrido de su dueño.
Los directores y guionistas Kristina Grozeva y Petar Valchanov presentan en esta tercera película de su autoría, segunda que se estrena en la Argentina, la anterior fue la muy buena.“La lección” (2014), retomando el tema principal de la dignidad humana. Desarrollada como una sátira, con más humor negro que de otros colores, va derivando en situaciones que aparecen como inevitables cuando un ciudadano común y corriente se enfrenta contra el poder de turno.
De estructura lineal clásica, la historia se desarrolla de manera progresiva, haciendo su punto fuerte en el discurso sin olvidar que la acción de los personajes hace avanzar al texto.
Con un diseño sonoro casi sin música, el sonido directo puesto de tal manera que hasta lo hacen jugar como personaje, tanto como expresión del realismo a ultranza en que se instala toda la realización. La utilización de la cámara en mano, trabajada como forma de ese realismo antes descripto, y la fotografía, poniendo a la misma como parámetro de la dirección de arte, se muestra fría, distante, no hay empatia de ninguna naturaleza. Sólo lo contado
El ultimo punto de quiebre del la obra está dado por los conejos de Tsanko, lo que en “Los santos Inocentes” (1984) sería la mascota de Azarias (Paco Rabal) que dan cierre a ese relato, acá quedaría establecido como el limite de lo que un hombre puede soportar.
Todo esto queda apoyado principalmente en las extraordinarias interpretaciones de sus protagonistas, sin ellos algo se hubiera extraviado camino al foro.