Un lugar en silencio: Parte II

Crítica de Francisco Mendes Moas - Cine Argentino Hoy

Shhhh. “Un lugar en silencio: parte 2” de John Krasinski. Crítica.
El dicho popular establece que las segundas partes nunca son buenas, a menos que las dirija James Cameron.

Si bien se retrasó su estreno por causa de la pandemia, el próximo jueves 22 de julio llega a las salas de cine “Un lugar en silencio: parte 2”. El director John Krasinski realiza la secuela de su película más exitosa, volviendo a una realidad llena de monstruos espaciales y silencios. Una experiencia digna de una sala de cine. El cast se repite, con Emili Blunt, una breve participación de John Krasinski y Cillian Murphyv para remplazarlo.

Retomamos la historia apenas unos instantes después del final de la primera parte. Evelyn, ahora sola con sus dos hijos y el bebe recién nacido, decide abandonar la casa en ruinas en busca de un refugio mejor. Dirigiéndose hacia una de las señales de fuego que Lee señalaba por las noches, la familia llega a una fábrica abandonada. La misma está llena de trampas y habitada por Emmet un amigo de la pareja antes de la llegada de los monstruos. Juntos buscarán la mejor manera de sobrevivir.

Lo primero que notamos con esta nueva entrega es el cambio de género. Deja de ser una película de terror, para pasar a ser una de monstruos. Similar a lo que ocurre con “Alien” (1979) y “Aliens” (1986). Una despampanante secuencia de acción, enmarcada en un flashback, nos contará cómo comenzó todo. Las criaturas cayendo del cielo y los humanos sucumbiendo ante su poder. Definitivamente la coreografía, está muy bien lograda y el despliegue visual y de efectos es asombroso, hasta el punto de generar un subidón de adrenalina.

En contraposición, la narrativa vuelve al presente y se llena de silencios y susurros. El manejo del plano sonoro es lo mejor que tiene el audiovisual. Jugando con diferentes momentos, donde podemos escuchar el aleteo de una mosca y luego una explosion. O incluso alterar la percepción del sonido, según que personaje elija posicionarse la historia, sobre todo en Regan, quien es hipoacúsica.

Por otro lado, la estética en la que se engloba todo lo que respecta a lo visual es muy atrayente. Rememorando a la utilizada en “The last of us”, el reconocido juego del estudio Naughty Dog. Una distopía sucia y descuidada, desarrollada en ambientes donde la naturaleza se abre paso dia a dia, sin ningun humano que la moldee a su gusto. Un futuro que sin energía eléctrica, deriva en algo casi prehistórico. Radios a pila, lámparas de aceite, combinado con frondosos bosques y arquitecturas desgastadas.

Cabe aclarar que el nombre en esta ocasión, fue seleccionado correctamente. No es posible quitarse la sensación de estar viendo la segunda parte de una película larga, a la cual los productores dividieron en busca de mayor rédito económico. No se aporta aquí ninguna información nueva para el universo del audiovisual, más que una nueva debilidad de las criaturas y lo que pasó con la familia Abbott. Tomando además una controversial decisión de separar al grupo de personajes. Generando así dos líneas narrativas que solo se vuelven a entrelazar, superficialmente, sobre el final. Generando una trama/narrativa, más propicia para un videojuego, más que de una película.

Parece que Paramount encontró una nueva franquicia a la que explotar. John Krasinski logró crear un universo más que interesante, donde pueden llegar a ocurrir un sin fin de historias. En esta ocasión se perdió el encanto de película de encierro y claustrofobia, en busca de expandir dicho universo con algo más macro. Decisiones arriesgadas que se deben tomar para crecer, pero que no necesariamente terminan bien. “Un lugar en silencio: parte 2”, pareciera el inicio de una saga de secuelas de dudosa calidad. Esperemos que dicho presentimiento sea incorrecto.