Un hombre serio

Crítica de Laura Tuyaret - Dulce Pururú

Ésta es, sin duda alguna, una de las películas que más me ha costado analizar. Porque, como muchos de los fans de los hermanos Cohen han declarado, este es un film raro. El más raro de esta dupla de directores. Desde el comienzo al final. No obstante, haré un intento para tratar de explicar las sensaciones que viví como espectadora y de hacer unas humildes interpretaciones.
Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) es un profesor de física al que todo le va mal. Su esposa quiere divorciarse para juntarse con otro miembro de la comunidad judía; su hermano está enfermo, es adicto al juego y como no tiene trabajo se aloja en su casa por tiempo indeterminado; su hijo es un bobalicón que se droga a escondidas; su hija sólo piensa en lavarse el cabello y hacerse una cirugía de nariz; y un alumno lo ha sobornado para que le cambie una nota y así pueda pasar de año. Ante esos dilemas, y debido a que Gopnik es un hombre muy creyente y moralista, irá a consultar a tres rabinos para encontrarle una respuesta a todos sus problemas.
Un hombre serio es la última película escrita, producida y dirigida por los hermanos Coen. Éste “director bicéfalo”, como muchos suelen llamar al dúo de realizadores, trató de recrear todas las vivencias de su infancia. Criados en una familia y en un barrio judíos, los directores pusieron especial atención a la ambientación. Para ello, fue importante encontrar un vecindario similar al de St. Louis Park, Minnesota, de los años 60; barrio donde crecieron. Finalmente, y tras considerar varios lugares, decidieron rodar en Bloomington.
Un mensaje central puede verse a simple vista: esta película es una crítica a la cuestión de echar por tierra toda la moral y las creencias frente a las tentaciones que nos coloca la vida en el camino. Para esto, los hermanos Cohen no nos pueden hablar de otra cosa sino de lo que conocen, de lo que han vivido desde pequeños: el mundo judío. Pero a través de ello buscan satirizar a todas las religiones, para dejar en claro así lo que es la debilidad del hombre.
Para contar esta historia, van entretejiendo subtramas que finalmente desembocan en un solo desenlace. Un final que es lo más inquietante de la película por su fugacidad. Un final que deja pensando al espectador acerca de ese mensaje del que hablábamos. ¿Qué está bien y qué está mal?
Un hombre serio es una película rara. Pero es su exotismo, justamente, lo que más atrae de ella.