Un hombre en apuros

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Qué bien hace un poco de cine europeo en medio de tanto apuro cotidiano. Más le hubiera valido a Alain Wapler mirar a su personaje en pantalla para poder apreciar más a sus afectos que a su carrera profesional.
Si esto hubiera sido así, no tendríamos película... Es Hervé Mimran, director de la peli, quien se encargó de la adaptación del guión basado en la autobiografía de Christian Streiff, ejecutivo de la Peugeot y Airbus. Walper es un tipo brillante, elocuente y capaz de trabajar para el mercado las 25 horas del día hasta que un ACV lo hace, como siguiendo el consejo del Maestro Yoda, desaprender lo que aprendió.
Todo lo que sale de su boca está enmarañado, al revés o suena a chiste. Por más que se empeñe parece que su suerte profesional está echada. Es allí donde empieza a latir lo humano de esta comedia: Violette, hija de Walper, está intentando ganar un concurso de oratoria para que su padre se sienta orgulloso.
Parece que para ella tampoco es el mejor momento de pedir ayuda al erudito que ahora se pierde a sólo una cuadra de su casa. Otra mujer importante que aparecerá en la vida del empresario es Jeanne, una foniatra a la que Alain bautizará en su media lengua como la "psicópata" (por psicoterapeuta).
La joven busca a su madre biológica mientras trata al particular paciente y va esquivando a un enfermero enamoradizo y con el que participará de escenas divertidas y tiernas a la vez. Otras mujeres presentes o ausentes: la secretaria, la cocinera y la esposa que murió de Wapler son otras piezas del rompecabezas ilustrando los vínculos pasados y presentes del protagonista.
Por el lado de los hombres estarán el chofer, el mozo del bar, el director de la compañía y el socio escalador de puestos. Entre ellos habrá ángeles y demonios, no hace falta comentar mucho.
La juventud, la economía, el tiempo y el éxito resaltan la esclavitud de una vida atada a esos conceptos y cómo, por una ironía del destino, tocando fondo se puede renacer abriéndose a otros. Impecable actuación de Fabrice Luchini, ("Las Mujeres del Sexto Piso"), y de Leila Bekhti ("La Fuente de las Mujeres"), paciente y terapeuta en un dúo que no cae en lo melodramático para entretener y dejar una buena reflexión.
En los créditos finales, pueden verse los nombres de los oficios técnicos tal como los mencionaría el personaje de Alain. No es burlarse sino una forma de solidarizarse y tomar conciencia sobre algunas de las secuelas que pueden encontrarse en los pacientes y que pueden ser tratados por los terapeutas.
La banda sonora nos pasea por temas inolvidables como "Según pasan los años" de 'Casablanca', "Padre e Hijo" de Cat Stevens, "Me olvidé de vivir" en la versión francesa por Johnny Hallyday (lo recordarán en español por Julio Iglesias) o "Don´t think twice, It's all right" de Bob Dylan, por mencionar algunas.
Resumiendo, una peli para respirar vida y aprender qué importante es la rápida reacción al detectar que alguien que está sufriendo un ACV. Además, que esto y la urgente atención profesional son vitales para una mejor rehabilitación en todo aspecto.