Un hombre en apuros

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Alain (Fabrice Luchini) vive a mil. No tiene respiro. Es hiperactivo y decidido. Su vida es su trabajo y no hay espacio para nada más desde que enviudó. Apenas hay algo, muy poco, para su hija Julia (Rebecca Marder). Es el director de una compañía automotriz, está estresado y preocupado ante el lanzamiento de un nuevo e innovador auto. Su capacidad de oratoria y convencimiento es inigualable, tal es así que el proyecto y la presentación pública del mismo se encuentra bajo su responsabilidad. En resumen, es una bomba a punto de estallar y que finalmente explotó. Tuvo un ACV.

“Un hombre en apuros”, dirigida por Hervé Mimran, apunta a ser una comedia dramática, pero se queda en un producto insulso. Porque no provoca siquiera una sonrisa, y en los momentos que se aproximan al drama lo tratan con liviandad. Es decir, pasa de describir la vida intensa de un CEO empresarial de París a la de su recuperación física, el acercamiento a su hija universitaria y, por si fuese poco, buscar un nuevo trabajo ya que fue despedido al no considerarlo físicamente apto para la tarea que fue designado.

El protagonista, luego del percance de salud, no quedó plenamente restablecido. La memoria y el lenguaje están afectados, para reeducarlos necesita de la terapista Jeanne (Leïla Bekhti) quien también tiene sus problemas personales, que inciden indirectamente en el desarrollo de la historia.

El film tiene un ritmo vertiginoso, tanto como la personalidad de Alain. En todas las escenas pasan cosas que no dan respiro y, en casi todas, se encuentra él.

Al atender tantas vertientes el objetivo del relato no es claro. No se sabe si lo que se quiere mostrar es la vida intensa de un hombre de negocios, el impedimento de reinsertarse laboralmente por problemas físicos, o restablecer y estrechar la relación con su hija y, de yapa, ayudar a su terapista.

A su modo Alain cambió su vida, no porque quiso sino porque no tuvo más remedio, y esa transformación personal la podemos apreciar muchos más externamente y no desde su interior, que parece frío e imperturbable, como este film, que no logra conmover, emocionar o alegrarse, y, ni siquiera, identificarse con el personaje.