Un gran dinosaurio

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

El Buen Dinosaurio es otra entrega de los productos Pixar. La gente de Pixar hace rato que viene intentando recuperar el rumbo - como con Intensamente y el filme que nos ocupa -, especialmente después de una racha de secuelitis con filmes de calidad cuestionable o poco brillante. Por contra, pareciera que la Disney hubiera absorbido el mojo de Pixar, ya que sus últimos filmes digitales - como Zootopia o Big Hero Six - gozan de una frescura y originalidad tal que parece habérsele escapado a los padres de la animación digital.
El Buen Dinosaurio, a decir verdad, es una bolsa de gatos. Visualmente es un orgasmo - es increíble darse cuenta que esos ríos, ese cielo, esas tormentas, esas montañas y, sobre todo, esa vegetación, están producidos en una Commodore 64 en vez de ser reales -, pero el diseño de los personajes principales bordea lo abominable. Digo: en semejante desborde de fotorealismo los tipos han decidido trazar a los dinosaurios como si fueran figuras de arcilla salidas de alguna animación de Wallace & Gromit, lo cual causa un contraste chocante. Lo mismo ocurre con los villanos - terodáctilos, raptores - que parecen versiones bizarras de Willie E. Coyote, con ojos disparatados y dientes deformes. Pero si bien esto es debatible - no es mas que una cuestión del estilo elegido -, lo que termina partiéndome al medio es el escenario de historia alternativa que han decidido utilizar. Ahora resulta que el meteorito que provocó el cataclismo que mató a todos los dinosaurios en la Tierra pasó raspando cerca del planeta, y ello terminó provocando que - con el paso de millones de años - los dinosaurios se volvieran inteligentes, civilizados y erigidos en la raza dominante sobre el planeta. Chicos: los dinosaurios hablan, construyen silos, aran y plantan su comida y, en el caso de los carnívoros, los tipos se han vuelto cowboys y crian búfalos como fuente de comida. Este último detalle da lugar a una versión alternativa - y super bizarra - de los típicos campamentos de los filmes western, en donde los dinosaurios prenden una fogata (¿cómo?¿con qué manos?), tararean canciones usando grillos como si fueran armónicas, y cuentan anécdotas como si fuera una noche de boy scouts.

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Las preguntas se acumulan en mi cabeza. ¿Por qué los dinosaurios evolucionaron y no lo hicieron, por ejemplo, los bisontes que ahora crian en rebaño?. Ahora los hombres son bestias y se comportan como perros salvajes. De hecho el dinosaurio protagonista tiene a un niño humano como mascota, y lo llama como si fuera un perro. Todo esto es tan bizarro que atenta contra la historia que El Buen Dinosaurio intenta contar - una road movie en donde el joven protagonista termina perdiendo el miedo y se vuelve en un experto aventurero capaz de lidiar con los dramas de la supervivencia en un mundo tan hostil como es el prehistórico -. Por cada momento en que Arlo conecta con el chico Cromagnon - compartiendo la pérdida de sus propios padres, viviendo aventuras juntos, descubriendo el camino a casa -, hay un momento excéntrico con Arlo peleando con una banda de raptores devenidos cuatreros, o dialogando con un triceratops pasado de rosca que usa sus cuernos como una especie de pajarera ambulante.

Honestamente, El Buen Dinosaurio es un filme tremendamente dispar. Lo visual es fabuloso - las tormentas son una delicia para quienes tengan un home theater y un buen televisor HD - , los personajes tienen su corazón, pero la historia en que los meten tiene cosas muy extrañas. Para mí es un 3 y medio pero aquí damos cifras redondas; y como el espectáculo prima sobre los problemas de credibilidad del argumento, prefiero ser benévolo. Desde ya, ni se acerca a los títulos formidables del panteón de oro de Pixar; el problema es que intenta ser original y lo logra, pero a costa de seguir un recorrido tan extraño como poco creíble.