Un gallo con muchos huevos

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Cacareando en el reñidero

La historia gira alrededor de la riña de gallos, y es celebratoria de esa práctica deleznable.

Algún desprevenido podría pensar que es un documental sobre fútbol de ascenso o una obra del off Carlos Paz, pero no: Un gallo con muchos huevos es una película para niños pequeños, pese a su título. Y pese a su contenido: si nos pusiéramos moralistas, esta animación mexicana no merecería ni un clarincito, porque toda la historia gira alrededor de esa práctica deleznable conocida como riña de gallos.

El tema es que la granja de una dulce abuelita viuda está por ser rematada a raíz de sus deudas. Y entonces, un viejo gallo retirado de los rings decide volver a pelear para ganar el dinero que solucione la situación, pero el huevo -sí, el huevo: hay cantidad de huevitos humanizados- mafioso que regentea el negocio de las apuestas establece que debe pelear el gallo novato de la granja. Hay que entrenarlo en dos semanas, y en eso consiste la mayor parte de la cuestión, además del gran combate final y, en el camino, otro par de peleas.

Por lo demás, lo previsible: guiños para adultos con parodias de películas como El Padrino o Rocky, y cantidad de chistes con juegos de palabras -nada subido de tono, obviamente- sobre huevos, gallos y gallinas. Ah, y un par de clips musicales, como para que no falte ninguno de los elementos imprescindibles en estos productos destinados a los chicos. Mejor, si de aves y niños se trata, remitirse a la vieja y querida Pollitos en fuga. O, de última, al Gallo Claudio o Chicken Little, o cualquiera de los plumíferos que hayan sabido mantenerse alejados de los reñideros.