Un feriado particular

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Convivencia leal

Un hombre ya entrado en la madurez vive con su madre en un departamento de la ciudad de Roma. El dinero no les alcanza y él dice no tener tiempo para trabajar porque está todo el día cuidando a la anciana.

En la víspera de un feriado, recibe la visita del administrador del consorcio donde vive, quien, en lugar de apremiarlo, le ofrece un intercambio de favores. Le dejará a su propia madre en custodia durante dos días, para poder reunirse con su esposa e hijos en un paraje vacacional.

En recompensa, le dispensará algunos privilegios, como perdonarle viejas deudas o facilitarle las llaves del ascensor, que sólo está habilitado para quienes pagan un extra por el servicio.

Pese a su paciencia de oro, el sobresalto de tener que albergar a dos viejecillas y no a una, abuso edulcorado con una contribución dineraria suplementaria por el administrador, obliga al soltero a convocar a un amigo médico, quien a cambio de la consulta le deja también a su progenitora a pasar la noche, puesto que la enfermera que la cuidaba renunció, y él tiene que cubrir una guardia en el hospital.

Hasta aquí, muchas de las cartas de la película Un feriado particular ya están sobre la mesa.

Filme para armar
Hay que contemplar y “armar” la película desde el propio punto de vista, buscando descifrar a cada uno de los personajes y la situación que los reúne, en la cual varios de ellos pondrán en juego su capacidad resiliente, y harán de esa convivencia casi forzada una oportunidad para superar dificultades individuales circunstanciales o tal vez más trascendentes...

Sin embargo, uno de los mensajes implícitos en el cuento puede ser el del valor de la conducta gregaria, y acerca de algunos beneficios que se desprenden de la figura social de “comunidad”, para acceder a la cual se conceden algunas libertades y derechos a cambio de otros, imprescindibles para la evolución de cada ser humano en particular.

Película de corta duración (75 minutos), de carácter apacible y amable, con algunas pinceladas de humor, donde los personajes y los acontecimientos son “mostrados” sin explicarlos demasiado.