Un espía y medio

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

Amigos y opuestos, de la secundaria a la CIA

La comedia detectivesca que animan Bob (Dwayne “La roca” Johnson) y Calvin (Kevin Hart) es un divertido juego de opuestos.

Una o varias fórmulas trilladas, repetidas hasta el hartazgo, logran, en la piel de dos personajes bien construidos, una historia llevadera, divertida y fresca. Suena contradictorio, pero ese nivel de paradoja es el que despierta Un espía y medio, la comedia detectivesca que animan Bob (Dwayne “La roca” Johnson) y Calvin (Kevin Hart). Una pareja despareja.

Dirigida por Rawson Marshall Thurber, la película tiene el mérito de cruzar varias subtramas sin empantanarse, y sin desatender ninguno de los frentes que abre. Calvin y Bob fueron compañeros de la secundaria, pero su pasado y presente parecen haberse invertido. Si Calvin fue la estrella deportiva, el tipo popular en la escuela, vio rápido cómo sus sueños se derrumbaban mientras se convertía en un contador bien gris, torpe y desenfocado.

En cambio, el gigante Bob, que de joven era el gordo del curso, ahora es un musculoso agente de la CIA, que guarda en su ADN la desconfianza de tanto bullying soportado y un buen recuerdo de su amigo, el único que alguna vez lo protegió frente al ataque de sus compañeros.

El reencuentro entre ambos sirve para hablar del pasado escolar, de los dramas y los éxitos de uno y otro, pero al compás de un agitado caso de espionaje en el que Bob es tildado de traidor y perseguido por el aparato de la CIA. Un juego de opuestos, de desconfianzas, con gags siempre efectivos, permite descubrir y sorprender el cambio, las facetas generacionales de estos personajes, entre tiros, trompadas y viejas historias que vuelven al presente para bien o mal: el impacto del bullying en uno, la añoranza del estrellato en el otro.

Y en ese juego de opuestos, ambos brillan por su caracterización. Hart, asumiendo los cambios y sorprendiéndose de las habilidades de su ex compañero obeso mientras duda si creerle o no; Johnson jugando al gigante bueno pero poderoso, acosado por los fantasmas del pasado que aún no puede superar. Esa asunción de roles, ese acercamiento fortuito entre los personajes, es la clave para elevar una historia que en los papeles podría espantarnos, pero que termina refrescando una vieja fórmula de un tipo de comedia que parece inmortal. ¿Será inmortal?