Un espía y medio

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

¿Cuánto es el peso de un/los protagonista/s en película? ¿Puede una presencia importante salvar una propuesta? Tanto la comedia como los filmes de acción, deben ser los dos géneros en los que tener una figura, un comediante, un héroe, cobra mayor importancia ¿Pero alcanza solo con eso?
Miremos un cas local, nuestros queridos Olmedo y Porcel, grandes comediantes indiscutidos, en la última etapa de sus carreras cinematográficas recayeron en filmes dirigidos por el inefable Enrique carreras, logrando resultados más que pobres. Algo similar, a otra escala, es lo que sucede en Un espía y medio.
Comedias de rencuentros en los que el perdedor pasa a ser el triunfador y viceversa hay millones, lo mismo con las comedias en las que un ciudadano común y corriente termina convirtiéndose azarosamente en un policía o agente policial detectivesco, más aún, formando dupla con un agente real a modo Buddy Movie ¿Pero una película que combine los dos tópicos? Esa es la propuesta de la nueva película de Rawson Marshall Thurber (¿Quiénes son los Miller?, Pelotas en juego).
Todo comienza con la historia de dos adolescentes en los años noventa; contrapuestos. Robbie Weirdicht es el obeso perdedor al que los populares no se cansan de humillar. Calvin Joyner es el más popular, al que mejor futuro le espera a la salida de la escuela; tanto que la propia institución lo toma como referencia durante la graduación, acto que es arruinado cuando los brabucones le jueguen la última broma a Robbie y lo expongan desnudo en medio del gimnasio.
Pasaron veinte años de aquel hecho, cada uno hizo su vida, y la tortilla se dio vuelta. Robbie ahora es el musculoso Bob Stone (Dwayne “La Roca” Johnson, antes también era él, pero con el clásico traje de gordo), agente de la CIA, interesado en rencontrarse con su ex compañero de preparatoria Calvin (Kevin Hart), quien no pudo concretar ese destino que le auguraban y terminó como un contador que se siente fracasado en la vida.
Contacto en Facebook, rencuentro para contar anécdotas – luego de las sorpresas del caso -, Calvin termina involucrado en un caso en manos de Robbie, quien necesita de sus habilidades para desenmascarar a un terrorista que pretende revelar la localización de todos los satélites estadounidenses secretos.
La suma de los dos tópicos mencionados no logra hacer que la propuesta se eleve en cuanto a originalidad, lejos de ofrecer un mash-up que suene a nuevo, se ve como un argumento introducido dentro de otro, ambos plagados de todos los clichés que hace esfuerzo alguno por eludir.
Los chistes/gagas pueden ser adivinados bastante antes de que ocurran, por lo que su efectividad resultará atada a cuánto espera el espectador reírse de algo que ya conoce. El argumento presenta demasiados baches y cuestiones que no cierran del todo bien aún para una trama policial leve típica de comedia; basando su humor casi en su totalidad en los contrapuestos físicos de ambos intérpretes.
The Rock es alto y de músculos tallados, Kevin Hart es bajito (al lado de su parteneire parece enano y la cámara se esfuerza en mostrarlo como tal) y si bien no es obeso, tampoco tiene músculos además de ser bastante torpe. Todas las gracias que puedan imaginarse a partir de esta idea, van a estar. Por suerte, una inteligencia que mantuvo Thurber fue recargar los momentos humorísticos tanto de un lado como del otro.
Es una regla que todo héroe de acción tendrá su comedia, Johnson ya tuvo su propuesta infantil en las fallidas (no por él) Tooth Fairy y Game Plan, además de mostrar su carisma en películas como Viaje 2 y Walk Hard. Por lo cual, dejar que sea él también quien aporte sustancia de comicidad le otorga una carta blanca al film. Hart lo acompaña bien, y aunque aquí todavía no se aun nombre fuerte, es un comediante probado y eficaz. Si bien entre ambos la química parezca algo extraña o forzada (quizás por esa diferenciación permanente que se hace), los trabajos de ambos son lo mejor de la propuesta.
El dúo tiene que remontar una historia que funciona a medias y atrasa, que recae en chistes burdos innecesarios, y no da lugar a que los dos protagonistas se luzcan mejor ni aporta interesantes secundarios.
Pasatista, graciosa, aunque quizás no para la carcajada, Un espía y medio es una película que no pareciera tener pretensiones de trascendencia, simplemente para relajarnos durante el rato de su duración, que pasa rápido y no se hace notar. Si no buscan nada los aparte de la monotonía, puede ser una propuesta correcta y hasta divertida, si buscaban nuevos horizontes, búsquenlos en estos actores, pero no en esta película.