Progreso o mediocridad Si hay una temática que le fascina a Hollywood desde sus inicios es la centrada en genios incomprendidos por un contexto social que siempre les termina haciendo pagar un generoso “derecho de piso” para ajustarse a las condiciones de vida que comparte la mayoría de la población. A partir de la década del 80, a la par de la simplificación psicológica de gran parte de los productos del mainstream, todo el asunto se homologó a las personas con algún tipo de discapacidad física o cognitiva y el sustrato en general se fue volcando cada vez más hacia la fábula de autosuperación (en muchísimos casos) o directamente al intento de rescate de la mano de un benefactor externo (en esta vertiente se suele subrayar la violencia que provoca el rechazo y la necesidad de poner “paños fríos” sobre la cuestión). Salvo rarezas como la maravillosa El Código Enigma (The Imitation Game, 2014), casi todos los exponentes del rubro cayeron en el terreno de la decepción y el maniqueísmo emocional. En este sentido podemos afirmar que Un Don Excepcional (Gifted, 2017) funciona como una pequeña y exitosa anomalía en un enclave en donde muchos opus han fracasado de la manera más estrepitosa, pensemos para el caso en todas esas realizaciones que año a año compiten durante la temporada de premios y buscan rejuvenecer el formato “historia de vida”, por supuesto colocando el acento en la variedad de problemas/ desajustes entre el protagonista y la sociedad que lo circunda y lo limita. Aquí tenemos el mismo conflicto pero la perspectiva resulta novedosa porque en vez de seguir la dialéctica del mártir hacia la cruz y el conjunto de estereotipos relacionados, el film se juega por un enfoque tangencial centrado en una lucha por la custodia del prodigio de turno, Mary Adler (Mckenna Grace), una “nena genio” para las matemáticas y con una tradición familiar que la avala en ese campo, con mamá y abuela también especialistas en números, ecuaciones y demás yerbas. Precisamente, la madre de la niña, Diane, se suicidó cuando ella era una beba y así Mary quedó a cargo de su tío Frank (Chris Evans), con quien convive desde entonces junto a un gato tuerto llamado Fred. El hombre a los siete años decide enviarla al colegio pero las diferencias con sus compañeros de curso pronto saltan a la vista, lo que eventualmente alerta primero a su profesora Bonnie (Jenny Slate), luego a las autoridades de la institución y finalmente a la abuela de la pequeña y madre de Frank, la testaruda Evelyn (Lindsay Duncan), la cual considera que condenar a la nena a asistir a una escuela normal minimiza sus posibilidades de progreso y por ello anhela llevársela a vivir con ella con el objetivo de que concurra a un colegio para niños dotados y/ o que superan la mediocridad promedio. Si bien la disputa entre Frank y Evelyn en torno al futuro de Mary llega al ámbito judicial, no es un duelo encarnizado modelo melodrama barato, sino un desacuerdo de tono humanista. La inteligencia del director Marc Webb y el guionista Tom Flynn pasa -de hecho- por apostar al naturalismo sutil, no enloquecerse con la dinámica del estrado y dejar que el retrato de la pluralidad de personajes tome mayor protagonismo que la típica argucia de señalar los buenos y los malos del relato. Dentro de una estrategia inusual para los cánones reduccionistas del Hollywood contemporáneo, en Un Don Excepcional los miembros de la familia Adler disfrutan de una dimensión psicológica bastante bien trabajada que evita demonizaciones y permite leer en relativa paz la óptica de cada uno: mientras que Frank quiere ofrecerle a Mary una vida tranquila porque considera que las exigencias desmedidas de Evelyn para con Diane jugaron un papel fundamental en su suicidio, la abuela de la nena no desea que el talento de su linaje se vuelva a malgastar y en el fondo pretende que Mary adquiera el reconocimiento académico que merece, ese que Diane no pudo obtener en vida. A pesar de sus elementos a favor, la película dista de ser perfecta debido a que el final es medio “tirado de los pelos” y la obra no consigue ir más allá del caso particular para hablar de un sistema educativo y de legitimación intelectual bastante injusto (se podría haber profundizado el suicidio de la madre de Mary para ahondar en los sacrificios económicos/ profesionales que reclaman las universidades en Estados Unidos, por ejemplo). Aun así, la propuesta es más que digna y nos regala buenas actuaciones por parte de Duncan, Evans, Slate, Octavia Spencer en el rol de una vecina de Frank y la joven revelación Mckenna Grace. Un Don Excepcional toma algún que otro ítem de los 70 (el complejizar el devenir emocional de los personajes sin estigmatizarlos), de los 80 (Frank termina entablando una relación amorosa -y de pulso lúdico- con Bonnie) y hasta del indie de los 90 (los inserts musicales esporádicos así lo confirman), redondeando un trabajo ameno y muy sensato…
Aquellos que disfrutan de las historias humanas, sencillas, sentimentales, previsibles, sin grandes pretensiones, pero, eso sí, entretenida, bien interpretada y bien realizada, no duden en ir al cine. El elenco realiza un muy buen trabajo, incluida la niña Mckenna Grace, que con tan sólo,,,
Una mente brillante Un don excepcional (Gifted) está escrita por Tom Fynn y dirigida por Marc Webb (también realizador de 500 días con ella y la saga de El asombroso Hombre Araña). Nos cuenta la historia de Frank Adler (Chris Evans) y su sobrina Mery Adler (Mckenna Grace) a la cual tuvo que cuidar y criar luego de que la madre de la niña se suicide. Cuando ella comienza la escuela se hace evidente su dote para las matemáticas, algo que la misma sabía, al igual que el tutor. La directora del colegio interviene comunicándose con la ausente abuela, Evelyn (Lindsay Duncan). Evelyn averigua del don de su nieta e intenta quedarse con la custodia. Esto comienza un juicio que no me parece muy bien logrado por el guionista, porque los personajes terminan incumpliendo leyes en una especie de “yo hago lo que quiero”. La historia nos lleva al clima dramático y conmovedor constantemente con la musicalización. Tiene momentos cómicos pero un tanto predecibles. A Chris Evans le falta una vuelta de tuerca para interpretar este papel, donde carece de emoción. Cuenta con bastantes giros que logran mantenernos inmersos en la resolución del problema. Párrafo aparte para Mckenna Grace. Interpreta de maravilla a la sabelotodo. Es graciosa, carismática y dulce. Realza totalmente el film, haciendo que queramos lo mejor para ella. Parece haber un futuro prometedor en su carrera, ya que lleva actuando para más de una decena de largometrajes ¡con solo 10 años! A pesar de la conmoción por momentos, no logra atraparnos del todo. Las mejores escenas son las que comparten la dupla protagónica, con mucha química y diálogos entretenidos.
Esta es una de esas películas que se pueden compartir en familia, y, pese a esto, tiene una firma autoral que la aleja de cualquier telefilm lacrimógeno con la que se la quiera comparar o realizar algún acercamiento. Marc Webb (“500 días con ella”) vuelve a la pantalla con la historia de una niña y su tío, de las relaciones con los demás de éstos, de la imposibilidad de avanzar en la vida ante la tragedia, y, sobre todo, del amor como posibilidad de crecimiento y superación del pasado. Octavia Spencer, Chris Pine, y, sin lugar a dudas, la protagonista absoluta, McKenna Grace, brindan calidez y pasión a la historia, la que, en manos de otros intérpretes y director podría haber terminado en un bochorno.
¿Qué hacemos con Mary? El director y el protagonista de este melodrama con niña superdotada de por medio alcanzaron fama y prestigio gracias a su participación en sendos proyectos del universo Marvel. Marc Web, quien sorprendió con 500 días juntos, su debut en la gran pantalla, cogió las riendas del personaje de Spiderman en El sorprendente Hombre Araña (2012) y en El sorprendente Hombre Araña 2: LA venganza de Electro (2014), mientras que Chris Evans se puso delante de la cámara para dar vida al considerado gran héroe americano por excelencia, el Capitán América, en Capitán América: el primer vengador (2011), personaje que no ha dejado de interpretar en sucesivas secuelas, reboots, spin-offs a lo largo de estos años (el próximo título a estrenar donde volverá a agarrar el escudo será precisamente en la nueva película de la saga del Hombre araña, titulada Spiderman: De regreso a casa). Así que de entrada tenemos a dos activos de la industria hollywoodiense que a modo de respiro entre voltereta y voltereta se meten a rodar una historia mínima, basada en un guion escrito por Tom Flynn en 2014 que pasó un montón de años en la lista negra de los libretos que nadie quiere o se atreve a producir y que sólo llamó la atención de los productores cuando empezó a representarse en teatro en una obra que se estrenó con el profético nombre de “Black List Live!”. La trama nos presenta la historia de una huérfana de madre que vive con su tío alejada del mundanal ruido de la gran ciudad. La niña es una adelantada para su corta edad en cuanto a matemática se refiere. Es un portento a la hora de resolver problemas y te calcula las cuentas más enrevesadas en un santiamén. El tío intenta mantener a la tierna infante lejos de las garras de aquellos que quieren explotar todo su potencial sin pensar en su necesidad emocional, encarnada en la figura de una terrible abuela que tiene entre ceja y ceja la intención de exprimir al máximo el cerebro de su nieta. La lucha familiar que se establece entre ellos en forma de juicio sumarísimo por la custodia de la superdotada centrará el eje dramático del film, con un sinfín de idas y venidas del juzgado donde unos y otros se irán contando y cantando las verdades del barquero. La película entretiene e incluso en algunos momentos puede llevar a conmover al espectador. Esto se consigue sobre todo en aquellos momentos en los que no se intenta forzar la lágrima del respetable público a cualquier precio. El sentimiento brota en los pequeños detalles y sobre todo en las incisivas miradas y silencios que funcionan a modo de acotación de unas situaciones que se vertebran en bases demasiado trilladas. Incluso existen escenas que pueden llevar al sonrojo colectivo, como aquella en que obligan a la pequeña a estarse todo el día en la sala de espera de un hospital (algo que se podría considerar incluso una suerte de maltrato infantil) para que sea testigo en primera persona de las reacciones entusiastas de unos desconocidos que han asistido al parto de un familiar. Al menos hay que reconocerle al elenco un esfuerzo por dotar de vida un filme que sin su participación no hubiera pasado de una tv-movie del montón. Chris Evans es un valor al alza que no debería encorsetarse en lucrativos blockbusters y apostar más por este tipo de roles que lo humanizan, mientras que McKenna Grace, con apenas diez años, demuestra unas tablas impropias para alguien de su edad. Por allí también pululan una Octavia Spencer con peinado imposible que aporta muy poco al peso narrativo de la acción y la musa del cine indie norteamericano Jenny Slate (Obvious Child, Joshy), quien fue más noticia por el tórrido romance que vivió con Evans durante la producción que por su actuación. En definitiva, un honesto ejercicio melodramático que gana enteros en la intención de Cris Evans de alejarse de su imagen de superhéroe con una tierna interpretación que, sin embargo, raya lo inverosímil en su afán de ofrecer un producto apto para todos los públicos, dejando de lado cualquier tema espinoso que se puede llegar a plantear pero nunca a desarrollar (como ocurre con todo lo relativo al suicidio de la madre). Lo mejor de la función, Fred, el entrañable gato de un solo ojo.
Un don excepcional, de Marc Webb Por Paula Caffaro Un don excepcional es un film que tras la apariencia del típico relato del hombre solo que debe criar una niña intrépida, esconde una historia conmovedora al trascender las reglas del drama aportando diálogos inteligentes y unas cuantas escenas memorables. No es que sea “la película del año”, sin embargo, la recomendación es no dejarse llevar por el prejuicio y atreverse a disfrutar una historia de amor y sabiduría. Mary Adler (Mackenna Grace) es una niña prodigio, y como tal, un tanto pedante. Con dificultades para llevar una vida normal de niña, la pequeña sufre cuando se ve sometida a un nivel de educación muy por debajo de su nivel. De todos modos, “la escuela aburrida” será el lugar al que, finalizada la peripecia, añorará regresar. A cargo de su tío (Chris Evans) y en un vecindario “humilde” (comparado con el estatus social de su familia a la cual no conoce) Mary pronto será sometida al veredicto de los servicios sociales cuando su abuela (Lindsay Duncan) luche por su tenencia. Detrás de los intereses por el futuro de la pequeña genio, Un don excepcional juega con los efectos de sentido cuando expone un concepto ambiguo del significado de “don”. Es innegable que Mary domina las matemáticas como Messi la pelota, pero la película va más allá de lo obvio, y a través de un aumento paulatino del tenor dramático y personajes altamente empáticos con el espectador logra un acabado equilibrado entre emoción e inteligencia. El don de Mary va más allá de su increíble desempeño en el dominio de las matemáticas, lo que ella posee es una personalidad especial que combina simpatía, adultez, ingenuidad y liderazgo. Todas estas cualidades reunidas en un pequeño cuerpito de tan sólo siete años que ya ha pasado por varias batallas personales que involucran la pérdida temprana de su madre y una vida supuestamente destinada a continuar con un legado familiar del que poco conoce, pero mucho padece. ¿Podrá Mary ser feliz soportando la responsabilidad de su herencia académica aún sin dejar de vivir su infancia como una niña más? UN DON EXCEPCIONAL Gifted, Estados Unidos, 2017. Dirección: Marc Webb. Guión: Tom Flynn. Elenco: Chris Evans, Mckenna Grace, Lindsay Duncan, Jenny Slate, Octavia Spencer, Michael Kendall Kaplan, John M. Jackson, Glenn Plummer, John Finn, Elizabeth Marvel. Producción: Andy Cohen y Karen Lunder. Distribuidora: Fox. Duración: 101 minutos.
Marc Webb es un realizador que se destacó en sus comienzos dentro del ámbito musical, habiendo dirigido videoclips de reconocidas bandas como “Green Day”, “Evanescence” o “No Doubt”. Pero en 2009 debutó cinematográficamente con la comedia romántica “500 días con ella” y siguió por este camino al dirigir el primer reboot de “Spiderman”. En esta oportunidad, y luego de haberse concentrado más en el ambiente televisivo con series como “Limitless” o “Crazy ExGilfriend”, Marc Webb vuelve al ruedo con “Un don excepcional”, película que cuenta la historia de Mary, una niña superdotada que se encuentra a cargo de su tío luego de la muerte de su madre. Tanto la historia del niño prodigio como la de aquel que queda a cargo de un familiar debido al fallecimiento de la madre son argumentos algo tratados en el mercado hollywoodense. Sin embargo, “Un don excepcional” le da un enfoque distinto en cuanto a la composición de la pequeña protagonista. No nos encontramos frente a un ser con problemas de sociabilización a pesar de sus capacidades, sino que uno de los argumentos que plantea el film es que justamente la niña tenga una infancia normal. Obviamente que también estará la contraparte que querrá explotar sus habilidades, pero el personaje es mostrado con total naturalidad más allá de su don con los números. En gran parte esto tiene que ver también con la frescura con la que Mckenna Grace interpreta a Mary. Es una actriz muy carismática, compradora, y que realiza el papel con total naturalidad. Sobresale dentro de un elenco plagado de actores de renombre, como Chris Evans, a quien podemos ver en un rol distinto al que nos tiene acostumbrados (uno más adulto y con responsabilidades importantes, dejando de lado los superhéroes y las comedias románticas), y Octavia Spencer, gran conocedora del género dramático. Se nota que Webb proviene del videoclip, ya que el film tiene un ritmo muy ágil y dinámico. Si bien estamos frente a un drama que logra conmover (algunas escenas buscan simplemente este objetivo), en ningún momento se vuelve pesado o monótono; la trama avanza fluidamente. A partir de la mitad de la cinta en adelante podemos notar como la historia se vuelve un tanto predecible, perdiendo un poco de fuerza en el relato. En síntesis, si bien “Un don excepcional” puede abordar una temática algo vista en el mundo cinematográfico, el resultado final termina siendo satisfactorio, debido a la gran labor del elenco y el dinamismo que presenta la trama. Si dejamos de lado la previsibilidad del relato y los momentos donde se fuerza la emotividad, podemos tener una buena experiencia. Puntaje: 3,5/5
El relato, con escenas dramáticas bien desarrolladas, expone el tema de la tenencia de una niña prodigio en un escenario apacible que estalla cuando los intereses adultos salen a la luz. Este tipo de historias que involucran a niñas desprotegidas y adultos que intentan encauzar sus vidas son generalmente proclives a los golpes bajos y los toques sensibleros. Un don excepcional tiene a favor una historia interesante, un director como Marc Webb -el de 500 días con ella y El sorprendente hombre araña- y un buen elenco que hace que el relato fluya a pesar de los convencionalismos del género. En la trama, el mécanico de motores de barcos Frank Adler -Chris Evans, el mismo de Capitán América, ahora sin su escudo y con una convincente arma actoral- se hace cargo de su sobrina Mary -Mckenna Grace- luego de la muerte de su hermana en una ciudad de la costa de Florida. Esta niña talentosa para las matemáticas sorprende a su maestra Bonnie -Jenny Slate- y también llama la atención de su abuela Evelyn -Lindsay Duncan- cuyas intenciones y planes amenazan con separar al tutor de su nieta. El relato expone el tema de la tenencia de los menores en un escenario apacible que estalla cuando los intereses de los adultos salen a la luz. En ese sentido, y recordando títulos como Kramer vs Kramer, la niña queda en el medio de una batalla que llega a los estrados legales y con una mente lúcida capaz de alterar todo un entorno. La pequeña Mckenna Grace se destaca por su naturalidad en un universo dominado por adultos que se mueven entre el afecto verdadero y los intereses más oscuros por hacer que la pequeña continúe el legado inconcluso que dejó su madre. El film alcanza buenos momentos dramáticos sin ser empalagoso y eso se debe fundamentalmente al tratamiento del director que sabe manejar actores en una trama que también incluye a Octavia Spencer, en el rol de la buena vecina de Adler. Webb regresa a la pantalla grande con una fórmula que si bien no tiene sorpresas, impone su clima emotivo, entre cálculos matemáticos y una solución con cierto margen de error.
Una comedia agradable, con momentos dramáticos y otros que aflojan la tensión pero fuera de las recetas mas repetidas del género en Hollywood. No en vano su director Marc Webb, es el de “500 días con ella”. En este caso el plateo es como tratar a una niña con excepcionales dotes para la matemáticas, igual que su madre víctima de esa condición, cuyo tío desea que viva una vida normal. Una chiquita que se aburre en una escuela para chicos comunes, con una abuela que quiere darle una educación de niña prodigio. Tensiones, amores, frustraciones, abogados y jueces de por medio para dirimir verdades ocultas y secretos dolorosos. Con buenos climas y por sobre todo actuaciones convincentes: Mckenna Grace, en la ficcion tiene 7 años, con todas las condiciones para el papel, la cálida Octavia Spencer, el correcto Chris Evans. Un entramado que plantea interrogantes con base, con momentos muy logrados, como cuando la protagonista tiene su primer dia de clase que la aburre sin remedio, pero al mismo tiempo no puede adaptarse y socializar con los chicos de su edad. Las supuestas caracteristicas de niños dotados para una especialidad, pero que para todo lo demás siguen en su condición. Un entretenimiento amable que tiene lo justo para emocionar sin golpes bajos.
Ya bastante complicado es tomar decisiones por uno mismo, cuánto más difícil debe ser tener que decidir sobre el futuro de un menor de edad. En cierta forma, este es uno de los puntos que toca “Un don excepcional”, un film protagonizado por Chris Evans y Mckenna Grace. La niña prodigio, Mary, es interpretada por Mckenna Grace, un talento en frasco chico que con tan solo 10 años ya tiene 42 participaciones como actriz entre películas y series (WTF?). Su actuación es brillante y se lleva varios momentos de comedia muy logrados. La química con quien hace de su tío (quien está a cargo de ella) es notable. La película es sencilla, un hombre que tiene a su cargo a una niña, hija de su hermana quién se suicidó hace unos años, que lleva una vida tranquila y de pronto aparece su madre, tras siete años de estar desaparecida, para llevarse a la nena. Lo positivo del film es que es una historia emocional, pero sin golpes bajos. Me hubiese gustado más escenas en las que aparezca Grace, pero sabemos que a veces el rodaje con niños es bastante complicado por temas de horarios y demás. Las participaciones de Octavia Spencer como la vecina, y Jenny Slate como la maestra de Mary son muy correctas y le dan un condimento extra a la historia. La narrativa de la película lleva un ritmo que se ve precipitado hacia el final con una resolución un poco tirada de los pelos.
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Fox apuesta y vuelve a una trama que en Hollywood había caído en desuso. El pequeño niño prodigio protegido y tutelado por una persona incapaz de brindarle los “recursos adecuados”. Chris Evans deja a un lado sus ropajes superheroicos para interpretar a un estoico tío que debe hacerse cargo de una pequeña sobrina prodigiosa que se ve lanzada a descubrir el mundo. La sociedad contemporánea, o por lo menos las clases altas norteamericanas, parece acordar unanimemente el modo de accionar cuando se produce un encuentro con un niño o niña con dones excepcionales para la correspondiente edad. De una forma u otra el desarrollo intelectual en virtud de la búsqueda de respuestas a interrogantes académicos y científicos estará siempre por delante de la formación más humana de esa persona. Y aquí siempre parece llegar a los mismos puntos confrontados: una exitosa y prestigiosa carrera en deficiencia de la formación de un ser “social” o que esta persona se convierta en alguien con una “vida” pero dejándo atrás todo aquello que podría convertirla en una leyenda. Esto es el punto de partida para terminar encontrando una síntesis entre los dos opuestos. Se encuentra por otro lado el protector, en este caso Frank Adler, quién cría a su sobrina luego del suicidio de la madre, una de las mentes más brillantes y prometedoras del mundo matemático. Se innegable reconocer la influencia de un film paradigmático de estos casos: I am Sam (2001) que, salvando las distancias, mantiene profundas conexiones en cuanto a que el personaje más doliente es el Frank, quien debe debatirse entre su deseo por luchar y conservar a su amada sobrina Mary aún si su vida destará mucho de aquello para lo que parece estar destinada; o hacer caso al deber y entregarla a su madre, abuela de Mary, para brindarle un futuro de prestigio pero del cuál él no formará parte. Y como Lucy en I am Sam, Mary – interpretada de forma magistral por la pequeña Mckenna Grace – se ve seducida por los dos mundos, tener todo aquello que augura y seguir en su mundo de felicidad con su tío. Claro que su voz no tiene voto en la burocrático como también sucede que Frank, a pesar de luchar, sabe que todo terminará con el resultado de lo que el sistema burocrático dictamine que es lo mejor; y a la vez resulta ser lo más destacable del film dirigido por Marc Webb, el ambiente apesumbrado en cuanto al conflicto e interrumpido por pequós brotes de felicidad que describen el profundo amor entre tío y sobrina dada por una bella química entre Evans y Grace. Esta relación entre Frank y Mary representa el lado positivo de todo el abanico de personajes que encuentra en la abuela, Evelyn (Lindsay Duncan) el espectro negativo del mismo, lo que redunda en un enfrentamiento donde el espectador tomará parte del primer lado sin dudarlo, llevando el film al transcurso entre dos polos extremos sin deternerse en los tintes medios a pesar de entender la motivación de la abuela, destiñendo la profundidad del conflicto y la capacidad de identificarse con la fuerza antagónica. Gifted es una producción emotiva y efectiva así como también encuentra en sus resoluciones melosas una falta de verosimilitud discordante en aquello que se venía desarrollando. Entrega lo que propone, lo que de todas formas no es algo negativo pensando el cine contemporáneo norteamericano.
Agradable película sobre una niña prodigio en las matemáticas, su tío (probablemente Chris “Capitán América” Evans es de los más simpáticos del cine de hoy), amistades (sí, la negra Octavia Spencer es ama de llaves…), amores (una maestra de la nena se enamora del tío) y villana severa. No es “Una mente brillante”, gran opera prima de Jodie Foster de temática similar, sino un pequeño cuento de hadas narrado sin golpes bajos y directo al punto.
Un don excepcional: sensible retrato de un prodigio Los niños prodigio han entusiasmado desde siempre a guionistas y productores de Hollywood. Es que ver en pantalla a esos pequeños genios (con todo lo sorprendente y admirable, pero también con su contracara y efectos nocivos) genera una extraña sensación de fascinación y morbo. En una línea similar a la que recorrió, por ejemplo, Mentes que brillan, de Jodie Foster, transita este nuevo film del director de 500 días con ella. De regreso al cine de bajo presupuesto, Marc Webb construye una historia que trasciende ciertos esquematismos y pendula entre la comedia ligera y el drama lacrimógeno con destreza y sensibilidad. Mary Adler (McKenna Grace) es una niña de seis años que, siendo apenas una beba, sufrió el suicidio de su madre, una genia en matemáticas. Desde entonces ella vive con su tío Frank (Chris "Capitán América" Evans), quien se dedica a reparar barcos en Florida y la ha criado fuera del ámbito escolar. Cuando finalmente decide que ingrese al colegio, aparece en escena la manipuladora abuela de la protagonista (Lindsay Duncan), que pretende que siga los pasos de su madre. A partir de ese planteo inicial, el film se concentrará en una batalla legal por la custodia de la niña y en los padecimientos de la menor. La relación entre la encantadora chica y su tío es lo mejor de una película que se sigue con interés, aunque por momentos resuelva los múltiples conflictos con la misma velocidad con que Mary descifra las ecuaciones más complejas.
Mi sobrinita tiene un no sé qué Una niña prodigio, un tío que es su tutor, una abuela que quiere su tenencia: sin golpes bajos, un lindo drama. Esta película con Chris Evans se parece más a Capitán Fantástico, con Viggo Mortensen, que a Capitán América, la saga que el carilindo y musculoso interpreta dese 2011. Es que Evans compone a Frank, el tutor de Mary, la hijita de su hermana fallecida, que es una niña superdotada. No sólo en su rapidez para resolver cálculos de matemática y álgebra, sino en naturalidad, simpatía y en sentido común. Mary está siguiendo los pasos de su madre. Y Frank cree que, a los 7 años, es mejor moldearla en sociabilidad, por lo que la anota en una escuela pública. Su inserción es, claro, bombástica, una maestra se interesa por Mary, pero -siempre hay un pero- la abuelita materna, que tiene un pasar mucho mejor que el de Frank, aparece de la nada y quiere que el don de su nieta sea promovido. Alimentado, no marginado. A partir de allí, el director Marc Webb (el mismo de 500 días con ella, donde ponía humor y calidez a una historia de afecto y cariño, y las dos últimas de Spiderman), juega a la disputa de tenencia y plantea preguntas. Preguntas que no se ocupa en responder. Y lo bien que lo hace. En la crianza de un niño con las potencialidades que tiene Mary, ¿se debe favorecer, fortificarlas, o dejar que la criatura crezca como un chico común y corriente? Pero tal vez, sin soslayar lo del párrafo anterior, lo más pertinente que hace el director es no manipular las emociones, o al menos tratar de evitarlo. Webb intenta sopesar lo que desea la abuelita, con buenas intenciones, pero metodología errada y nefasta, con lo que siente Frank. Un caso aparte es la construcción del personaje de Mary. Por más que sus pensamientos parezcan, por lo menos, de una adolescente, Mary está formándose en la vida. Entre salidas ingenuas, sinceridad y rabietas, McKenna Grace está para comérsela a besos y se aleja del cliché de monstruito nerd, pero comprador. En síntesis, Un don excepcional es más que una película hecha para televisión, aunque su formato y la elección de ciertos encuadres se le asemejen, tiene cuidado en el abordaje y buenas actuaciones. Es la película con actores que uno puede llevar a sus hijos sin tener que escuchar disparos, estruendos y tonterías varias.
Marc Webb se hizo conocido allá por 2009 al dirigir la comedia romántica 500 days of Summer. Esta película indie (cuyas características -entre otras-, suelen ser las de tener actores no tan famosos, un presupuesto acotado y una banda sonora de diferentes artistas) fue un éxito que se convirtió con el paso del tiempo en una obra de culto. La fiebre por su ópera prima lo llevó a encargarse del reboot de El hombre araña. Las dos Amazing Spiderman que dirigió no terminaban de funcionar; a pesar de su pareja protagónica (Andrew Garfield y Emma Stone) y algunos pasajes inspirados, se notaba que las grandes producciones no le sentaban bien a un director cuyo talento se desarrolla mejor en esas historias pequeñas. Un don excepcional (Gifted,2017) es una de ellas, aunque esta vez sin depender de jueguitos visuales. Acá la dirección está al servicio de la historia, lo cual le da espacio al director para concentrase más en las actuaciones de sus protagonistas, en particular en la de McKenna Grace y Lindsay Duncan. La primera, con una muy corta trayectoria ya demuestra ser un talento a tener en cuenta. Su personaje es inteligente, sagaz y es también en quien se apoya la película para generar humor; la actriz entiende todo esto y lo logra convincentemente. La otra es una actriz de mucha experiencia -The Leftlovers, Sherlock- que acá interpreta lo más parecido a una villana. Digo esto porque Webb juega con la idea de que en el fondo nadie es 100% bueno… En la mejor escena, se desliza la idea de que la pequeña es rehén de dos personas que se disputan su tenencia, pero lamentablemente no es una idea explotada, tal vez porque ese grado de oscuridad atenta contra la amabilidad que busca proyectar el realizador en su cine. Aun así, la veterana actriz juega con su papel, es malvada, lo sabe y no tiene miedo a que lo demás lo sepan; es coherente consigo misma y hasta logra quedar mal a los que la rodean. Ellas dos brillan lo suficiente como para eclipsar a los demás actores, quienes están correctos en sus papeles, en especial Chris Evans. Aunque es cierto que el guión no tiene nada de original y que hasta podría verse como una de esas historias que pasan en la televisión un domingo, el pulso narrativo de Webb la vuelve llevadera. Por lo menos hasta los últimos 15 minutos, los cuales parecieran estar mal construidos (problema que también aparecía en 500 días con ella). Aún así, es bueno volver a ver a un director que se nota que se siente mucho más cómodo y que ofrece lo mejor cuando trabaja con poco.
La virtud de narrar simple sin golpear bajo Frank Adler (Chris Evans) es un hombre soltero que está criando a su joven y vivaz sobrina Mary (Mckenna Grace) en un pueblo costero de Florida. La niña, de tan solo siete años, perdió a su madre cuando ésta se suicidó y su padre había desaparecido mucho antes de que eso suceda. Mary, al igual que su fallecida progenitora, es una niña prodigio brillante que tiene una habilidad increíble para las matemáticas. Pero los planes de Frank es que lleve una vida normal, vaya a la escuela, se haga amigos y tenga una infancia lo más simple posible. Claro que al hacer esto, la nena no tarda ni una hora en destacarse en el colegio y las autoridades le ofrecen a Frank la posibilidad de mandarla a un colegio para niños superdotados que esté a la altura de su increíble capacidad. Frank se niega, y es ahí en donde hace su aparición su madre Evelyn, una mujer intimidante y adinerada, oriunda de Boston, que tiene otros planes para su nieta. Frank se verá obligado a luchar desesperadamente por su custodia. De vez en cuando llega a la pantalla grande ese tipo de películas “reconfortantes”, por decirlo de alguna manera. No tienen mucha publicidad, tal vez tienen una o dos caras conocidas en el elenco, no poseen mucho presupuesto, pero sí están bien construidas, tienen tramas interesantes y dan esa sensación de haberlo pasado muy bien después de haberlas visto. Ese tipo de filmes no tienen la presión de ser un blockbuster, generar expectativas y muchísimo dinero en taquilla. Demos gracias a que todavía existan productos así. Este es el caso de “Un Don Excepcional” (Gifted, 2017), una obra que plantea algo que ya hemos visto en el cine: la custodia de un menor y la dicotomía entre lo que dicta la ley y lo que es mejor para el niño. Lo interesante de este largometraje es que no pretende buscar la lágrima fácil, dar golpes bajos o resaltar quién es el bueno y quién es el malo, sino que pone la lupa en los personajes. Acá no hay villanos, sino gente que se preocupa por la niña y trata, desde su perspectiva, de darle lo que creen que es mejor para la pequeña. El filme es dirigido por Marc Webb, que sorprendió a todos con su ópera prima “500 Días con Ella” ( 2009), película que después lo llevó a ponerse detrás de cámaras en “El Sorprendente Hombre Araña” (2012) y su secuela. Webb se siente cómodo mostrando los matices de esta historia, así como el color de cada personaje. El director trata de mostrar los dos escenarios posibles que tiene Mary e invita al espectador a pensar cuál creen que sería mejor. Cada tanto Chris Evans deja el traje y el escudo del Capitán América y parece refugiarse en esta clase de filmes; tal vez buscados adrede para recordarse como actor y no ser siempre una superestrella. En los últimos años participó de las comedias románticas “Con Derecho a Roce” (2014) o “Before We Go” (2014); y la verdad es que le sientan bien este tipo de proyectos. Evans está acompañado de Octavia Spencer como Roberta, la vecina bonachona que hace lo que puede para ayudar y aconsejar a este tío que no sabe si está haciendo lo mejor para su sobrina. Jenny Slate personifica a Bonnie, la maestra de Mary y que se vuelve el interés romántico de Frank. Y, por último, la talentosísima Mckenna Grace que en base a sonrisas y gestos se gana al público y se los mete en el bolsillo fácilmente. Recuerden este nombre porque esta chica está llamada a ser una de las grandes actrices de los próximos años. De repente se les vino a la cabeza Dakota Fanning, ¿no? Está muy bien. “Un Don Excepcional” es una película que seguramente no quedará en los anales de la historia, y cuenta con algunas partes que pueden llegar a ser previsibles; pero está muy bien contada, tiene actuaciones más que interesantes y una historia que atrapa al espectador hasta el final. Estas tres cosas son más que suficientes, y sobran, para darle la chance, ir a verla y pasarla muy bien el cine.
La pequeña Mary Pareciera que el cine de Hollywood tiene predilección o enamoramiento con aquellas películas que cuentan la historia de pequeños niños genios, dotados de una magnífica habilidad, ya sea en matemáticas, en el arte o en cualquier ámbito de especialidades que lejos se encuentran de lo que podría considerarse una infancia normal. Ya por el año 1991, la actriz y directora Jodie Foster, cumpliendo ambos roles en la película Mentes que Brillan (Little Man Tate) daba cuenta de un niño de nueve años con un intelecto superior en las ciencias físicas, que se aburría mucho en clases y que le gustaba mucho tocar el piano. La madre se debatía entre darle una infancia como cualquier chico o potenciar sus dotes de superdotado en las mejores universidades. El mismo cuento llega de la mano del director Marc Webb –500 Días con Ella (500 Days of Summer, 2009) y la saga de El Sorprendente Hombre Araña– con algún cambio en los protagonistas pero con el mismo debate, y en este caso, el intento de un relato conmovedor que no logra la empatía buscada, apelando al guiño cómplice con el espectador, con planos ya vistos una y otra vez y esos mismos modismos que todas estas películas abarcan. En esta ocasión, la protagonista genio es Mary (Mckenna Grace) quien bien podría ser en su papel una metáfora viviente de una niñez vivida de manera atípica, ya que con tan solo diez años ha participado en más de cuarenta proyectos, entre series y películas. Aquí Mary es criada por su tío Frank (un Chris Evans que, por más que intente en una y otra escena, siempre queda a mitad de camino de lograr un papel sentido). Luego de la trágica muerte de la madre de Mary, Frank se hace cargo de la pequeña, brindándole todo lo mejor que puede; a sabiendas de las aptitudes de la pequeña, intenta por todos los medios que crezca feliz y en un ambiente con niños de su misma edad. Por supuesto, al asistir a la escuela, Mary no pasará desapercibida y no logrará encajar. La escuela da aviso a su abuela, una reconocida profesional en el campo de las matemáticas, y una mujer dura, quien solo busca para su nieta lo mismo que quería para su hija: el reconocimiento en el ámbito laboral, obsesión que la llevó a distanciarse drásticamente de su hija, y también de su hijo, con quien no se lleva nada bien. Lo que sigue también lo hemos visto reiteradas veces: la pelea en la corte por quién se queda con la niña, cuál será el mejor futuro para ella, el típico romance del tío con la maestra que también quiere lo mejor para Mary, discusiones sobre ética, un intento de lograr un clima dramático que nunca encuentra el tono ni llega a conmover, muy a pesar de la niña protagonista que, vale decirse, es lo mejor que tiene la película; la suya es una actuación brillante, que quizás haya encontrado inspiración con algunas similitudes de su propia vida. La propuesta encuentra algunos buenos momentos cuando apela a la comedia liviana, y en esto es responsable la gran actriz Octavia Spencer, recientemente nominada por su interpretación en Talentos Ocultos (Hidden Figures, 2016), quien como la vecina y amiga de Mary (sí, su única amiga es una adulta) le da un respiro a un argumento que siempre resulta forzado. Y en términos de forzar situaciones, el final simplemente tira por la borda lo poco que se había logrado durante todo el relato, lo que convierte a la propuesta en una muestra más de dar con una realidad que viven muchos chicos, pero que en este caso arroja un resultado negativo e innecesario.
Otra mente brillante que no supera al film de Jodie Foster ¿Debe un niño prodigio sacrificar su niñez en beneficio de la ciencia y/o la humanidad? ¿O le sería mejor sacrificar su talento para vivir como los demás niños? ¿Pero de veras hay que elegir una opción? Y, sobre todo, ¿por qué algunos mayores son tan exigentes? Así lo plantea esta cinta protagonizada por una niña prodigio, MacKenna Grace, que hace televisión y cine desde los 7 años, acá aparenta 7, pero el próximo domingo cumple 11. Este es el cuento. Una niña vive feliz con su tío bohemio y tiene las matemáticas como un juego, hasta que entra en la escuela común, donde se aburre soberanamente. Advertida de su talento, la directora quiere ganarse unos dinerillos remitiéndola a una escuela exclusiva para genios. Como tío y sobrina se niegan, entra a tallar la mala de la película, que es la propia abuela de la nena. Van a juicio y todo eso, con alternancia de lágrimas, sonrisas y ecuaciones, y al final no será "Mentes brillantes", de Jodie Foster, pero se pasa el rato. Ahora esperamos la versión con Lisa Simpson.
Quien nos trae esta historia es el talentoso cineasta Marc Webb, el mismo de “500 días con ella” (2009) y “El asombroso hombre araña” (2012). Cuando Diane, la madre de Mary Adler (Mckenna Grace,” Amityville: el despertar”) se suicida esta era una beba y queda a cargo de su tío Frank (Chris Evans, “Los vengadores”), quien le da todo su amor y comprensión. Cuando Mary tiene siete años de edad se desempeña excelente en matemática, es una niña prodigio. Frank quiere que su sobrina viva su niñez normal como cualquier niño de su edad, pero su adinerada abuela Evelyn (Lindsay Duncan) quiere que desarrolle sus habilidades, desea organizar a su gusto la vida de su nieta cosa que no hizo con su hija Diane y la aleja de su tío. La trama nos habla de los lazos familiares, los sacrificios desinteresados, del amor, las perdidas, lo reencuentros y los miedos. Contiene sus momentos de melodrama, las distintas situaciones nos ofrecen una fuerte conexión emocional con los espectadores, además se complementan con los diálogos y lo visual. Mucho tiene que ver el trabajo interpretativo de la joven revelación Mckenna Grace su rostro lleno de inocencia e ingenuidad, es encantadora, esta impecable, se luce en pantalla junto a Chris Evans. Se beneficia con las buenas actuaciones por parte de Lindsay Duncan (“Bajo el sol de Toscana”), Jenny Slate (“Esto es guerra”) y Octavia Spencer (“Talentos ocultos”). Su trama sin sorpresas y algunos de sus desenlaces parecen flojos y forzados, pero llega al corazón y sin grandes pretensiones.
Mary tiene siete años y es superdotada. Criada por su tío, el guapo Chris Evans, empieza a ir a la escuela y así se expone a lo temido: que el tío pierda la tenencia y la niña vaya a un colegio para genios. Es que él ha criado a la niña, en ausencia de su madre, una brillante matemática al igual que la abuela, que reaparece cuando la nena se escolariza, buscando otros destinos para ella. En el barrio de clase media trabajadora donde Mary ha crecido, con el afecto de su tío y una vecina (Octavia Spencer), todo parece haber funcionado bien, pero para una nena normal. ¿Qué será lo mejor para ella? es la pregunta clave que organiza este relato. Previsible, sin grandes sofisticaciones, la película quiere tratar con nobleza un tema proclive a la sentimentalina. Y aunque las buenas intenciones no evitan la sensación de estar ante la fórmula matemática del relato, su tema es atractivo y se ve con placer.
Pequeña Einstein. En Un Don Excepcional seguimos la historia de Frank (Chris Evans), un joven soltero que se encuentra encargado de la crianza de su sobrina (Mckenna Grace), una brillante niña prodigio que promete ser la próxima Einstein del campo de las matemáticas. Las cosas se complican cuando la ausente e intimidante abuela de la pequeña se entera de su peculiar talento, e inicia una fuerte cruzada legal que obligará a Frank a luchar por la custodia de la niña. El guion, escrito por Tom Flynn, plantea un interesante debate sobre la crianza y nos pone ante la siguiente encrucijada moral: un niño genio, ¿debe vivir la vida de un niño normal (asistir a un escuela común y corriente, jugar con niños ordinarios y mirar televisión) o se debe adaptar su entorno de tal manera que todo esté dirigido a explotar sus capacidades (asistir a una escuela especial, relacionarse solo con personas del mismo nivel, dedicarse a actividades puramente intelectuales)? Por otra parte, la película hace un tratamiento muy realista de la temática, intentando esquivar -con bastante éxito- los clichés de este tipo de comedias dramáticas. Los dos personajes principales y el fuerte vínculo que los une, están muy bien desarrollados, lo cual obliga a involucrarse por completo con ellos. Es en este aspecto donde creo que esta el punto más fuerte de la película: gracias a las alucinantes actuaciones de Chris Evans y Mckenna Grace, no podemos evitar sufrir con cada una de las coyunturas dramáticas que deben enfrentar y respirar aliviados ante sus resoluciones. Una gran pequeña producción: La dirección de Webb es muy acertada. Le da lugar a los personajes para que crezcan y adquieran profundidad con pequeñas acciones, sin nunca perder el ritmo. Se nota que le sientan mucho mejor este tipo de producciones pequeñas -prueba de ello es su simpática y aclamada opera prima 500 Days Of Summer– que los grandes tanques hollywoodenses. En cuanto al tono, si bien en ciertos momentos se vuelve un poco manipulador, el director hace un buen trabajo equilibrando el drama y la comedia para que las emociones sean genuinas. Los momentos dramáticos se alejan bastante del melodrama y conviven de manera muy orgánica con la cuota de humor. Como mencioné antes, el dúo protagónico es un lujo. La química que hay entre ellos es descomunal y potencia al máximo la credibilidad de sus interpretaciones. Chris Evans hace un trabajo muy sutil, transmitiendo toneladas de emociones a través de gestos y miradas; mientras que la pequeña Mckenna Grace compone un personaje de antología. El resto del elenco también esta muy bien, sobre todo Lindsay Duncan y Octavia Spencer. Conclusión: Un Don Excepcional nos presenta una historia sumamente encantadora que, si bien no descubre nada nuevo bajo el sol, destaca por sobre el resto de películas con temáticas similares gracias a la sensibilidad y el corazón con que está contada, ademas de las excelentes actuaciones.
Lejos del drama lacrimógeno lleno de golpes bajos, Un don excepcional es una sobria historia de una niña prodigio, anclada en la tradición del cine norteamericano más clásico. Las películas de genios de las matemáticas constituyen un subgénero apasionante. Las historias que tienen como protagonistas a personajes capaces de multiplicar y dividir sin la ayuda de la calculadora siempre despiertan interés, sobre todo cuando están bien contadas. Un don excepcional es otro título que confirma lo que parece ser una regla, y el encargado de mantener el nivel de esta tradición de filmes es Marc Webb, también responsable de títulos como 500 días con ella y El Sorprendente Hombre Araña. Si bien Marc Webb viene del videoclip, es un director muy consciente de la tradición de cine en la que está anclada su nueva película. Webb sabe que las historias de “mentes brillantes” tienen la obligación de llegar a la mayor cantidad de público posible y que para lograrlo necesita apoyarse en el relato clásico que tanto identifica al cine norteamericano. El desarrollo de Un don excepcional es tan sobrio que al espectador no le queda otra que meterse de lleno en la historia de la pequeña Mary Adler (McKenna Grace), una niña prodigio de 6 años experta en resolver problemas matemáticos. La niña vive en un pueblo costero de Florida con su tío Frank Adler, interpretado por Chris Evans, un muchacho soltero que se dedica a reparar barcos. La madre de la niña era una famosa genia de las matemáticas que se suicidó cuando tenía 22 años. El padre de los hermanos Adler murió y la madre desapareció cuando la joven superdotada quedó embarazada de la pequeña. Los giros del guion están introducidos con precisión, para que todo marche sin dificultades. Y a esta fluidez del relato la ayudan las actuaciones, que son correctas y sólidas, tanto las principales como las secundarias. El director sabe que lo importante es mantener la armonía y el tono. También están los momentos obligatorias del juicio, cuando aparece la abuela de la niña a reclamar su tenencia porque cree que alguien con ese don necesita un trato especial y estar en una escuela de altos estudios. En cambio Frank cumple con el pedido de su hermana muerta, que quería que la niña se quede con él. Si bien la abuela tiene algo de mujer manipuladora y malvada, nunca llega a ser una villana despreciable. Un don excepcional es una película agradable que no apela a los golpes bajos que suelen caracterizar a este tipo de historias. El relato avanza en todo momento con fluidez, como en las buenas películas norteamericanas clásicas.
Luego de dirigir 500 días con ella y El sorprendente hombre araña, Marc Webb presenta Un don excepcional: un drama familiar protagonizado por Chris Evans. En esta ocasión el actor que interpreta a Capitán América se pone en el papel de Frank Adler: un hombre que debió hacerse cargo de su sobrina, Mery Adler (McKenna Grace), luego de que la madre de ella se quitara la vida. Todo cambia cuando Evelyn (Lindsay Duncan), abuela de la niña, reaparece en sus vidas para tratar de quitarle la custodia a Frank y así enviar a Mery a un colegio para chicos superdotados, ya que la pequeña tiene un don especial para las matemáticas. Por un lado Frank quiere que Mery lleve una vida común: asista a un colegio normal, tenga amigos con los que jugar y las típicas cosas de una chica de 7 años. Por otro lado, Evelyn quiere que su nieta reciba la mejor educación posible y su talento sea aprovechado al máximo. Si bien Evelyn parecería ser la antagonista de la trama, la realidad es que, al igual que Frank, sólo busca, a su parecer, lo mejor para la pequeña. La actuación de McKenna Grace es algo para destacar. Con tan solo 10 años la pequeña logra destacarse en cada escena en que aparece. Además la química que se ve en pantalla entre ella y Chris Evans es encantadora. Ambos actores se muestran naturales y la relación entre ellos se ve completamente natural. La película no sólo hace eje en el juicio que hay de por medio, sino que su foco está puesto en la parte humana de los personajes. A pesar de esto, muchos temas que podrían haber realzado el film son pasados por alto o dejados en un segundo plano, como por ejemplo el hecho de que un chico superdotado no pueda tener una infancia normal al resto y tenga que crecer de forma abrupta. Si bien Un don excepcional cae en algún que otro momento en golpes bajos, es una película con una historia humana y sencilla. El film mostrará que no siempre hay buenos y malos, sino sólo personas que toman decisiones, correctas o incorrectas, que creen mejores para sus seres amados.
Un ladrillo más en la pared Con un guión calcado de otras películas en que familias libran batallas judiciales por menores, asoma Un don excepcional (Gifted, 2017). La película dirigida por el estadounidense Marc Webb ((500) días con ella) se salva del bodrio gracias a las actuaciones prolijas que dan como resultado un producto por momentos entretenido pero que no pasa de ser un muestrario dramático ya visto. Los yanquis son fanáticos de las películas de juicios. Si a esto le sumamos el morbo que genera una pelea familiar en tribunales por la tenencia de un menor, la lista sigue siendo larga. A través de la historia del cine los espectadores hemos asistido, con lágrimas en los ojos, a la suerte de Dustin Hoffman en el papel de un ejecutivo que se hace cargo de su hijo cuando es abandonado por su mujer en Kramer vs. Kramer (1979). También lidiamos frente al dolor de Sean Penn como Sam Dawson frente a la pelea legal por su hija, interpretada por Dakota Fanning, en I am Sam (2001). Estas películas de alto contenido dramático recuerdan a lo mejor del género por llevar la tensión in crescendo, sin tropiezos argumentales, aunque con algún golpe bajo inevitable. En Un don excepcional se retoman estos tópicos. El problema es que el argumento aparece estructurado de una manera tan similar a las anteriores que la película pierde peso específico desde el vamos. No hay ningún giro argumental novedoso. Chris Evans es Frank, un tío galán-hipster de la Florida al que su hermana, brillante en matemáticas, le deja a su hija en cuidado antes de tomar la determinación de suicidarse. Durante 7 años Frank queda a cargo de la menor interpretada por Mckenna Grace hasta que llega su abuela Evelyn - Lindsay Duncan- que pretende llevársela de ese sucio pantano para desarrollar las cualidades superdotadas que la niña ha empezado a demostrar heredadas de la madre. Por supuesto que Frank se niega y quiere que su sobrina Mary se quede a vivir una vida normal y así evitar los problemas por los que tuvo que pasar su progenitora en el pasado. El argumento esboza cierta novedad en cuanto al enfrentamiento de dos metáforas: la razón encarnada en esa fría abuela (resuelta de gran manera por Duncan) y el humanismo caluroso aportado por un correcto pero bastante parco Evans. Sin embargo este enfrentamiento se sintetiza de manera poco inteligente en un duelo de buenos y malos con los papeles demasiado estudiados de cada lado. Las escenas de rechazo, encuentro emotivo y dolor no llegan a calar profundo ni en el rol de los personajes ni en el argumento. También falla esa estructura clásica del drama que va in crescendo hasta llegar al golpe. Al ser escenas casi calcadas de otras series televisivas o películas similares, el “efecto golpe” se diluye. Sin dudas lo que mantiene la atención hasta el final son las actuaciones que a pesar de la prolijidad del conjunto, se ven contaminadas de un argumento demasiado visto. Lindsay Duncan es lo mejor de la película. Se nota en escena su fortísima presencia actoral al jugarla de Cruela de Vil con cara de poker. Está bien acompañada por la niña Mckenna Grace. El más flojo del trío principal es Evans que luce muy parecido a Ben Affleck: sexy pero poco emotivo. Puede que esta película atrape a los amantes del cine dramático judicial, aunque sea un ladrillo más en la pared del género. Esa pared que los directores, en vez de construir, deberían encargarse de romper a fuerza de creatividad.
Esta es la vuelta al “cine más chico” de Marc Webb tras su paso por Spider-man. Había hecho un gran debut con 500 days of summer (2009), una de las mejores películas indies de los últimos tiempos, y aquí queda claro que Fox quiso apuntar a esa sensibilidad. A priori se nota que la historia le es ajena, no solo porque el guión no es suyo sino por la puesta un tanto desapasionada. Todo es correcto pero no hay corazón. La película no es mala pero te da la sensación de que ya la viste. Porque la historia de un niño genio y las adversidades de esto ya ha sido retratado en la pantalla más de una vez. Aquí lo original intenta pasar por la relación paternal (aunque sean tío/sobrina) que tiene la joven McKenna Grace con Chris Evans. Y en cuanto al dúo protagónico, hay que decir que el trabajo de la nena es muy bueno. Parece menos de los 11 años con los que cuenta y ya ha hecho una gran carrera en tv. Y Chris Evans deja el escudo de Capitán América por un rato pero no brilla. La realidad es que cualquier actor profesional hubiera hecho bien ese papel. En esa sintonía prefiero mucho el trabajo que compuso para su ópera prima Before we go (2014). Webb hace un laburo estándar, sin identidad. Esta es una película de estudio hecha y dereccha En definitiva, Un don excepcional es un film que no trascenderá. Ojalá repunte la filmografía del director que supo prometer mucho.
El hacer gala durante tanto tiempo de la corrección política establece, a fuerza de repetición, una suerte de radiografía de la idiosincrasia de un pueblo o de un país. Por eso es muy difícil encontrar en el arte cinematográfico hollywoodense algún ejemplo de interpelación al sistema, o al menos a una parte de él. No está ni bien ni mal, dependerá en todo caso de lo que cada uno va a buscar cuando entra al cine. Por ejemplo, “Un don excepcional” tiene chances de ser una crítica al sistema educativo, una denuncia social respecto del trato que se dispensa a personas con características sobresalientes, una mirada ácida sobre los mandatos paternos (o maternos por caso), y hasta una aguda observación sobre la pasividad judicial frente a casos especiales. Sin embargo todos estos temas, presentes en esta historia, conforman simplemente un contexto sobre el cual se apoya el personaje central, acaso mostrado como “víctima” del mismo. Mary (Mckenna Grace) es una niña de siete años prodigio en matemáticas y resolución de cálculos, además de un notable manejo dialéctico “no acorde” con su edad. Su papá (Chris Evans) lo sabe, pero tiene una postura frente a esta circunstancia que consiste en enviar a su hija a una escuela pública con la intención de verla crecer en un ámbito más cercano al mundo real. Todo lo contrario a lo que piensa la abuela (Lindsay Duncan), quien insiste en meter a la niña en una institución para superdotados. En definitiva, uno está más preocupado por la parte afectiva que el otro. A estas posiciones antagónicas se le agrega una tercera pata dramática que no sólo es la falta de la madre (fallecida hace poco), sino la influencia que su ausencia ejerce en el accionar de todos. En la dosificación de la información sobre este último personaje es donde el director hace relucir su oficio para jugar con la pulsión de su película, y por ende la capacidad para mantener al espectador entretenido y pendiente de la suerte de Mary. Es eso y el trabajo de esta pequeña actriz lo que justifica la corrección política y algunas escenas edulcoradas, no por el guión sino por el magnético carisma que ella desborda. Bueno, ok. Lo admitimos. En “Un don excepcional” la música, las apariciones de Octavia Spencer como si fuese una especia de hada madrina, y la escena del abrazo al atardecer son postales preciosas que chorrean miel y a la vez, en este caso, se agradecen.
Un hombre debe hacerse cargo de su sobrina huérfana, una niña dueña de un admirable don Frank, un soltero que vive en un pueblo costero de Florida, debe criar a su sobrina Mary tras el fallecimiento de su madre. La niña tiene una extraordinaria habilidad para las matemáticas, algo que llamará la atención de su abuela, que tiene otros planes para la joven prodigio. Este melodrama efectivo y sí, también efectista, con un sobrio Chris Evans, demostrando que puede ser creíble sin el traje de Capitán América, y una sorprendente Mckenna Grace como la niña genio, es dirigida por Marc Webb quien tras dejar de lado las historias de Spiderman vuelve a las fuentes con un cine sobre las relaciones humanas, las pérdidas y cierto humor melancólico que ya había probado en la muy superior 500 días con ella. Las historias de familias disfuncionales, más allá del argumento, suelen cautivar por las interpretaciones, y en este caso, ese rubro está muy bien cubierto por la naturalidad de la estrella infantil, y un reparto en el que se destaca la siempre correcta Octavia Spencer (sin olvidar a la mascota de la protagonista, un gato tuerto que se roba cada una de sus escenas) Con un espíritu cercano al cine independiente, el largometraje reboza buenas intenciones, apunta a un público familiar y contiene algunas secuencias rodadas con maestría. Si bien no profundiza en temas espinosos (como el suicidio de la madre de la niña) se puede leer entre líneas un alegato sobre el amor parental más allá de los lazos sanguíneos y sobre todo instala un debate sobre las exigencias a las que son sometidos muchas veces los chicos y la importancia de no saltar etapas. Sin dudas, Un don excepcional, es un filme tan sofisticado y conmovedor como gratificante.
EL AUTÉNTICO DON EXCEPCIONAL – Por favor, no me obligues a ir. Sigue enseñándome en casa– suplica la pequeña Mary mientras revuelve el plato de cereales. – Ya te enseñé todo lo que sé. Ya no discutas, ¿sí?–responde el tío–. Ya lo hablamos ad nauseam. – ¿Qué es ad nauseam? – ¿No lo sabes? Parece que alguien necesita ir a la escuela. Esta acción despliega dos cuestiones importantes en Un don excepcional: la primera es la gran actuación de Mary Adler (Mckenna Grace), quien consigue en pocos minutos cautivar o, al menos, llamar la atención tanto del resto de los personajes, como la maestra, sus compañeros de escuela o la directora, como también y, por sobre todo, del público. Se puede pensar que el encanto diegético está dado por su don para las matemáticas y la forma de relacionarse con los demás; mientras que los espectadores se sitúan puramente en la construcción del personaje, que relaciona a la niña con el adulto, y entonces celebran cada gesto, pose o palabra que Mary realiza en la pantalla. De hecho, su personaje no sólo opaca las actuaciones del resto del elenco, sino también le otorga una vuelta de tuerca a la historia cliché del adulto poco responsable, que debe hacerse cargo de una menor porque sus padres fallecieron. En este caso, el acierto del director de cine y videos musicales Marc Webb, está tanto en el rol que le concede a Grace como en el modo que configura la relación tío y sobrina en el humor, los guiños, la honestidad y el considerarlos semejantes. La segunda cuestión tiene que ver con la partida y sus variadas connotaciones: sea como motivo introductorio para el desarrollo del vínculo Mary y su tío Frank (Chris Evans), como nexo que atraviesa numerosas relaciones, por ejemplo, la familiar entre Frank, su hermana y madre, como punto de quiebre dramático o como un hombre reparador de botes que deja su vida anterior para criar a su sobrina. Otro elemento interesante es que el don no es el protagonista supremo de la película, sino un rasgo puntual de Mary que la liga a una herencia femenina (es lo que sugiere el director describiendo a tres generaciones de mujeres matemáticas en la misma familia) y, por sobre todas las cosas, el lazo con su madre. Entonces, dicho don no es tratado como un aspecto problemático que la excluye de su ámbito cotidiano; más bien, actúa como resultado genético, identitario, femenino, alejado de cualquier peso, carga y significado negativo posible. ¿Qué es un don? La pregunta pareciera sobrevolar durante toda la película. Y a final de cuentas, la respuesta aparece clara, simple y de forma permanente: no es más que la vida normal, con amigos y felicidad. Por Brenda Caletti @117Brenn
Frank Adler (Chris Evans) es un soltero treintañero que pasa sus días criando a su sobrina Mary (Mckenna Grace), una niña de 7 años superdotada y con muchos problemas para sociabilizar con personas de su misma edad. Decidido a que Mary tenga una vida simple y normal, alejada de los fríos y grandes institutos educativos para mentes brillantes, Frank se disputará la tenencia la niña con Evelyn (Lindsay Duncan) -la abuela-, quien, a diferencia de él, quiere presionar y potenciar todas sus habilidades intelectuales. Un don excepcional (Gifted, 2017), de Marc Webb (500 días con ella, 2009), es una película que, a simple vista, por lo común de la trama, pareciera ser un melodrama demasiado empalagoso. Sin embargo, Webb logra crear una bella historia, bien contada y muy estética, desde la imagen y la cámara. Además del excelente trabajo realizado en el guión por Tom Flynn, el reparto principal -compuesto por el tridente tío, sobrina, abuela- vuelven más sólido el argumento con una impecable interpretación. Mckenna Grace y Lindsay Duncan la descosen por completo -humor, inteligencia y dolor, todo eso bien actuado- y Chris Evans…Bueno, todo lo que haga Chris Evans está bien -siempre será el Capitán América-. Un don excepcional es un drama humano y sencillo que puede disfrutarse con toda la familia. Con una vuelta de tuerca bien pensada, más teniendo en cuenta que se trata de una trama tantas veces vista, la película hará que el público tome partido desde el primer momento y, además, que se enamore de una brillante y sensible historia.
Naturalidad Innata El director estadounidense Marc Webb, a sus 42 años, lleva más de una década exitosa de trayectoria audiovisual donde abarca desde innovadores videoclips a renombradas bandas, como Green Day, hasta el notable debut fílmico 500 Días con Ella (500 Days of Summer, 2009), cuyo género de comedia romántica indie retoma en este largometraje producido por Fox, luego de dirigir las dos películas de El Sorprendente Hombre Araña (The Amazing Spider-Man). Bajo el mismo sello del personaje atípico que tiene un don, cuenta la historia de una niña prodigio a la que titula Gift (regalo, en inglés), y la cartelera argentina rebautiza Un Don Excepcional; tres palabras unidas por una misma tangente que remiten al concepto único. En efecto, la palabra Gift en inglés también significa don e implica una celebración, mientras que en español la traducción tiene su misma connotación. En esta sintonía Webb aprovecha la ocasión para homenajear a su padre –profesor de matemáticas de la Universidad Wisconconsin, Madison- tal como hizo con su madre, bióloga, fuente de inspiración para su versión de Spider-Man. El guión de Tom Flynn queda trunco al abordar el conflicto remixando las películas Matilda (1996) de Danny DeVito, y Mentes que Brillan (Little Man Tate, 1991), de Jodie Foster, ambas protagonizadas por niños prodigio cuyo debate se centra en decidir si deben recibir una educación que estimule sus cualidades o asistir a una escuela pública para disfrutar su infancia y sociabilizar con sus compañeros. En esta ocasión, la trillada trama gira en torno a enfatizar la psiquis de sus personajes y descifrar si la pequeña Mary (McKenna Grace) de tan solo siete años, continuará con su vida normal bajo el cuidado de su tío, Frank Adler (Chris Evans), un hombre bohemio y soltero que tras el suicidio de su hermana queda a cargo de su sobrina en un barrio costero de Florida y que, para mantenerla, toma trabajos temporales. Hasta aquí, nada nuevo. Flynn denota su nula inspiración, sobre todo cuando, por arte de magia, amenaza esta entrañable relación tío-sobrina con la aparición –cual villano de turno- de la abuela de Mary, Evelyn (Lindsay Duncan), que al descubrir el don de su nieta pretende potenciar sus habilidades y alejarla de Frank. Así se enfrentan -justicia mediante- y la narración pivotea sobre cómo la capacidad de resolver cálculos de álgebra y matemáticas ponen en juego el destino de Mary. Esta figura-fondo rememora el drama Mi Nombre es Sam (I´m Sam, 2001) protagonizado por Sean Penn y Dakota Faning, cuando la pequeña Lucy sufre horrores la decisión de la corte al separarla de su padre, que padece discapacidad mental. Esta metodología impuesta por la industria de Hollywood, plagada de historias nostálgicas, reabre el eterno debate entre el público espectador y los críticos ante el previsible desenlace: ¿Atrapante? Los minutos avanzan, y recursos como el montaje, la fotografía y la música (a cargo de Rob Simonsen) que dan ritmo al relato, también reforzado por el gran trabajo del elenco. McKenna Grace brilla y sorprende por su notable parecido físico con la versión más joven de Dakota; a sus once años tiene una formidable carrera actoral. A ella se suma Chris Evans (el Capitán América de Marvel), quien, esta vez sin escudo, intenta sacar a flote esta familia disfuncional junto Octavia Spencer. La actriz, vista hace poco en Talentos Ocultos (Hidden Figures, 2016), interpreta a Roberta, una especie de nanny y mejor amiga de Frank, que resulta convincente cuando juntos enfrentan a la grandiosa Lindsay Duncan (The Leftlovers) y le plantean que la familia trasciende los lazos sanguíneos. Un Don Excepcional instala un debate social que no profundiza ni cierra cuando, quizá, con tan solo sumar la voz autorizada de un psicólogo hubiese ayudado a delinear cómo proceder ante un niño prodigio para brindarle un presente próspero, exento de presiones sociales y marginalidades. Si bien el enfoque de Webb y Flynn es bueno, recae en el típico daño que ocasiona en ellos la presión social de ser una “promesa y el devenir de una humanidad perfeccionista”. Esperemos que esta historia sirva para renovar guiones con trasfondos dignos de ver y, sobre todo, soluciones que exploren aristas nuevas. De lo contrario, ver una más con personajes superdotados sería un fiasco cinéfilo.
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Vídeo Review
Ver a Chris Evans en otro papel que no sea el de Capitán América es complicado, la calza azul francia y el escudo salvador, sumado a facilidad para la destrezas, lo plantean como una fija en películas de súper héroes. Esa mono gestualidad, de actor clásico, lo encasilla en el género de fantasía y acción. Por eso verlo en otros géneros cinematográficos resulta extraño. Me pasó en dos películas: Contando a mis ex – la salva la gran Anna Faris- y Before We Go. La primera una comedia pasatista y la segunda un dramadie un tanto aburrido. Evans intenta, le pone garra, pero parece no sentirse cómodo fuera del universo Marvel. Es atractivo y tiene una sonrisa de galanazo, pero aun así no trasmite demasiado. El amor, las desgracias, la ira, todo le pasa por su cara con igual énfasis, es un actor clásico, ya todos los sabemos, pero a diferencia de otros colegas – se me viene a la cabeza el gran Hugh Jackman- parecería reacio a otros géneros. En un Don excepcional, una película de “verano” del cine mainstream, le tenía toda la fe a Evans, le tenía confianza más que nada por su director, Marc Webb – todos amamos 500 días con Summer- quien maneja el ritmo en sus películas de una manera amigable, pensé que bajo su dirección todo podía cambiar. Pero no, de hecho fue un poco frustrante no salir conmovida, me sentí incluso traicionada a mí misma de no sucumbir ante la bien llamada lágrima: tío soltero al que le quieren sacar a la sobrina que cría hace años, de eso va la historia. Evans (Frank) es profesor de filosofía pero la muerte de su hermana lo ha desbastado, está solo en la crianza de Mary (Makena Grace) una niña de ocho años que vive con él en Florida. La crianza poco convencional, cambia cuando decide hacer que la niña empiece a socializar con otros pares y la manda a la escuela. Allí el “don excepcional” se hace tangente: ella es prodigio en matemática, desde ahí todo se vuelve un problema. De repente aparece la abuela millonaria, una señora paqueta que no ha visto a la muchachita desde que nació y pone en jaque la convivencia de Mary con su tío que no puede darle lo que económicamente sí puede darle la abuela. En el medio, aparece una relación entre el Evans y la maestra de la pequeña, vínculo que resulta un tanto forzado. Porque en Un don excepcional los diálogos, las risas, los abrazos, todo parecen artificios. Las conversaciones entre Frank y Olivia Spencer, la eterna vecina buena onda en varias películas, son de una cursilidad elocuente. “Te la van a sacar” dice ella casi mirando a cámara, a lo que Frank le contesta “quiero que tenga una vida normal” y calla. A Un don excepcional le falta un shock de adrenalina, es como si todo sucediera sin profundizar demasiado, no es que aquí se exija el golpe bajo, de ninguna manera, pero un guión más sanguíneo, mas enérgico, le hubiese propiciado a la película una dinámica que la saque del modo “aburrido”. Sin pena ni gloria, Un don excepcional es una película soporífera que ni siquiera el carisma de la infante Makena Grace – lo mejor de la película- logra salvar.
PEQUEÑA MISS MENTE Después de El sorprendente hombre araña y su secuela, Marc Webb vuelve al cine de perfil más independiente y de bajo presupuesto que mejor le sale con un drama familiar y brillante. Webb vuelve a esas raíces que lo consagraron con aquella comedia romántica donde Joseph Gordon-Levitt se ilusionaba con Zooey Deschanel en 500 días con ella. Esta vez Chris Evan, lejos de toda superficialidad conocida en Capitán América, se sensibiliza como tío de una pequeña niña de 7 años con una plasticidad asombrosa para resolver matemáticas y álgebra. Y es que esta pequeña-genio muy bien interpretada por la preciosa y muy tierna McKenna Grace -que se lleva todos los laureles en este film junto a su gato de un solo ojito- heredó la misma destreza mental que tenía su difunta madre. Lo rico del personaje es que se despega del lugar común de mostrar a los niños genios como seres antisociales, algo muy típico en el cine tratado por ejemplo en Mentes que brillan (1991) donde Jodie Foster trataba de buscar lo mejor para su hijo. Acá la pequeña Mary con su increíble don es obligada por su fachero “tutor” a asistir a una escuela pública con el plan de una rápida socialización. La niña lejos de cualquier rasgo de un ser ermitaño, presenta una personalidad demasiado madura y extrovertida para su corta edad. Además, tiene la ingenuidad propia de cualquier niño de primario, los enojos típicos y la picardía inesperada a los ojos de los adultos que la rodean. Y estos pequeños momentos simpáticos y cálidos permiten distender al espectador frente al dramón presentado por su manipuladora abuela materna que disputa la tutela de la pequeña. Sólo para satisfacer caprichos propios y sacar provecho del alto grado intelectual de Mary. Idéntico acto que tiempo atrás llevó con la mamá de Mary, quien bajo presión prefirió terminar con su vida. Webb juega con esta tensión y la generación de climas con un excelente nivel de sensibilidad. Apela directamente al factor emocional con una destreza fascinante, magistral y sin caer en golpes bajos y cursis. El director de Un don excepcional entabla directa complicidad con el espectador y lo involucra a tomar partido entre estas dicotómicas posiciones del conflicto legal entre adultos. Un conflicto que juega con el futuro destino de Mary y cuál es la mejor opción sin respetar -como es típico- las decisiones de la niña y sus valiosos derechos como tal. Un excelente film con alto grado de ternura y emoción, una obra que abraza visualmente dentro de tanto cine alejado de la sensibilidad humana y real. Y como debe ser, “corazón mata a mente”.
Acompañar o sacar provecho "Un don excepcional" trata sobre un hombre que debe criar a su sobrina superdotada, quien tiene problemas para socializar. Sin recurrir a la lágrima fácil, el filme deja al espectador reflexionando y se destaca por la sutileza de su guión. El título puede llamar a la confusión, y una síntesis de su argumento, profundizarla. Porque si bien podría reducirse “Un don excepcional” a la historia de un hombre que debe criar a una pequeña superdotada, y remitirnos a un melodrama de superación, el filme ahonda en terrenos más complejos para evitar la lágrima fácil, dejándonos un gran estreno para reflexionar y disfrutar sin culpa. Mary Adler (Mackenna Grace) es una niña prodigio que, al comienzo del metraje, debe ir al colegio obligada por su tío Frank (Chris Evans), pues así se lo prometió a su hermana, la madre de la pequeña. A Mary le cuesta socializar con niños de su edad y se aburre en el aula, pues obviamente su inteligencia está mucho más allá de lo que pueda enseñarle cualquier maestra de grado. Cuando las autoridades de la escuela noten el don de Mary, intentarán convencer a Frank de que la ingrese a un instituto especial y cuando el hombre se niegue, entrará en juego la abuela Evelyn (Lindsay Duncan), quien, a pesar de haber estado ausente toda su vida, verá en su nieta una oportunidad de continuar el trabajo de su hija, una de las matemáticas más brillantes de los últimos años. Así comienza el esquema de la disputa por la tenencia de la niña, en donde se hablará sin tapujos de qué es lo que quiere cada uno, el bienestar de Mary o el aprovechamiento de su mente. Mensaje subyacente Si bien no explota del todo los recursos que podría elevarla aún más, la propuesta de “Un don excepcional” se separa del promedio por la sutileza de sus diálogos, y el desarrollo contradictorio de los personajes, equilibrio que expone pero no juzga, y nos mantiene a línea sin dar un veredicto antes de tiempo sobre lo que vemos en pantalla. Otro de los aciertos es no dejar que Mary consuma toda la energía de pantalla, algo difícil de lograr cuando se trabaja con niños protagonistas, y en este caso en particular, por ser una infante que sobresale por su inteligencia. En parte, lo logra por hacer que el entorno familiar sea parte esencial del núcleo de la historia, y allí encontrarnos con pasados explicativos sobre consecuencias que ocurren en el presente, y demonios que sorpresivamente aparecen, casi impensado para un largometraje de estas características. Sin necesidad de enviar un mensaje, lo que queda dando vueltas es la exposición de un hecho que se ha hecho costumbre: la crianza de los niños ¿se acota a prepararlos para el mundo y aprovechar sus virtudes?
Crítica emitida por radio.
Genialidad genética… Gifted no es una película extraordinaria, ni mucho menos. Es, en el mejor de los casos, un drama familiar inocuo y relativamente original que no brilla ni decepciona. Evita el golpe bajo, emociona en dosis justas y entretiene. Agradable, pero prescindible.
La nueva película del realizador Marc Webb (conocido por esa agridulce historia de no-amor que fue 500 days of Summer) tiene como protagonista principal a una niña de seis años. Vive con su tío Frank (Chris Evans) en una pequeña pero acogedora casa y llega el momento en que tiene que ir a la escuela, empezar la primaria, relacionarse por vez primera con chicos de su edad para no jugar sólo con su padre, su vecina, o su gato tuerto. Mary, la niña en cuestión interpretada por Mckenna Grace, sin embargo no es una niña normal. Tiene una capacidad intelectual superior incluso a la de cualquier adulto promedio y logra realizar cálculos matemáticos imposibles para cualquier persona sin la ayuda de una calculadora. No obstante, su tío insiste en llevarla a un colegio como a cualquier chico. Allí se aburre y su maestra (Jenny Slate) pronto descubre que es especial, e intenta acercarse a Frank para hacer algo al respecto. Seguro de su decisión, hasta que la aparición de la abuela amenaza con llevar su custodia a juicio para finalmente quedarse con ella (y quedarse con ella implica asistir a lugares donde pueda desarrollar y explotar este don que tiene). Algo que decir de “Un don excepcional” es que más allá de lo singular que resulta su protagonista principal, la historia fue contada muchas veces. Pero también es cierto que la frescura y el corazón que se le pone a la película deriva en un resultado mucho más auténtico y amable que tantas otras que han abordado similares tópicos. Sin ser original ni tomar riesgos no deja de ser una película correcta. La niña Mckenna Grace es sin duda el alma de la película. Así de chiquita como se la ve es súper expresiva y capaz de generar todo un abanico de emociones. Está perfecta en ese personaje de niña que en algunas cosas es inocente pero en tantas otras se comporta como un adulto incluso más maduro que aquellos que la rodean. Octavia Spencer, Jenny Slate y Lindsay Duncan son las mujeres adultas que también forman parte de este relato. Una como la vecina y amiga incondicional, casi una segunda madre para Mary; Jenny Slate como la maestra que se irá acercando cada vez más a este hombre que nunca quiso menos que lo mejor para su sobrina que también es como una hija para él... Y la última como esa abuela que se muestra algo fría y estricta pero que a la larga, además de convivir con un dolor profundo, también opta por el que ella considera que será el mejor futuro para Mary, quizás el que su hija no pudo alcanzar. Simpática, amable, divertida y conmovedora sin llegar a lo lacrimógeno, “Un don excepcional” es una película pequeña y sin muchas más pretensiones que demostrar que una niña, por más intelecto que tengo, no deja de ser una niña, pero que no por eso se la debería limitar.
El efecto Amigos Intocables "Gifted" es la nueva película del director Marc Webb que se aleja del cine de super héroes y vuelve al mix de géneros drama-comedia. Nos entrega una historia muy inda, fácil de ver, simpática y muy bien filmada. No es el guión más original o filoso, pero presenta un relato que interesa y entretiene mucho al espectador. Mary es una pequeña niña superdotada que queda al cuidado de su tío Frank al morir su madre y haber sido abandonada por su padre. Cuando digo superdotada no es porque sólo sea muy inteligente, es porque tiene una capacidad de comprensión y razonamiento casi sobrenatural, incluso por encima de muchos adultos también superdotados. La particularidad de la historia es que toda su familia es genéticamente superdotada. Su madre, su tío Frank, su abuela, todos son genios que ha debido lidiar con esta característica que es una virtud y maldición al mismo tiempo, porque el ser demasiado inteligentes les ha generado problemas de sociabilización e incluso problemas emocionales. Frank y Mary aprenden uno del otro cómo llevar adelante este don. Los actores están muy bien en general, sobre todo la niña McKenna Grace cuyo carisma traspasa la pantalla y toca el corazón del público. También vemos a un Chris Evans lejos de su rol del Capitán América y que demuestra que es mucho más que un actor de acción o blockbusters. Completan Octavia Spencer como la vecina buena onda y humilde que los ayuda a sobrellevar la carga, Lindsay Duncan como la abuela Evelyn, una exigente y dura abuela que no está de acuerdo con esconder o regular los dones de la inteligencia y Jenny Slate como la maestra buena que además se convierte en el interés amoroso del tío Frank. La trama tiene sus muy buenos momentos, con risas varias pero también momentos de gran angustia que llevan al espectador por una extrañamente placentera senda de emociones. Lo bueno también es que casi no hay golpes bajos y todo lo que logra transmitir el film lo hace con más vocación que con herramientas efectistas. "Gifted" es una película recomendable, que deja algunas enseñanzas sobre las cosas realmente importantes en la vida. Tiene ese efecto cálido al estilo "Amigos Intocables" que nos muestra lo emocionante que puede ser nuestro paso por esta existencia.