Un día en Constitución

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Instantáneas de la vida

Un día en Constitución (2010) es un fresco cinematográfico sobre la mítica estación de trenes porteña y los personajes que la circulan diariamente. John Dickinson observa con el lente de su cámara el paisaje de ese microcosmos habitado por seres tan lejanos y a la vez tan cercanos.

Documental de observación si los hay, Un día en Constitución propone, a partir del seguimiento de algunos personajes habitúes (o no) de la estación, ingresar a ese espacio transitado diariamente por millones de personas.

Narrativamente Un día en Constitución se compone de dos líneas. La primera tiene que ver con el espacio físico propiamente dicho para ofrecer un recorrido visual a través de un fastuoso edificio que funciona para algunos como una especie de hogar. Mientras que la segunda línea de acción se posa sobre algunos personajes reales proponiendo mostrar un día de sus vidas y ver como ese espacio se fusiona con ellos, o viceversa.

Dickinson filma imágenes, personas, objetos, espacios. Su cámara se posa sobre lugares que para muchos serán extraños por más que se choquen con ellos dos o tres veces al día. Se para sobre seres que para muchos resultarán invisibles por más que sus cuerpos los rocen a diario. Los observa, no los cuestiona, simplemente los toma con su cámara como si fuera el ojo atento de un transeúnte a lo que sucede a su alrededor. No altera ese ritual diario, sólo lo muestra, lo plasma en imágenes.

Algunos dirán que en Un día en Constitución no pasa mucho. Pero eso es una apreciación equivocada ya que por ahí pasa la vida y eso es lo que Dickinson ofrece a través de las imágenes. Instantáneas de la vida, de un ámbito, de un lugar único como cualquier otro.