Un despertar glorioso

Crítica de Elena Castelli - El rincón del cinéfilo

“Un despertar glorioso” es una comedia que tiene su desarrollo en el particular mundo de la televisión estadounidense, pero no difiere en mucho a la argentina. El relato se inicia describiendo el ámbito, las tensiones y los intereses en juego que gravitan en el armado y sostenimiento de una programación.

La historia tiene como eje a uno de los personajes clásicos que gravitan en todo programa con salida al aire: la productora ejecutiva. Todo el peso de la historia que se narra recae sobre Becky Fuller (Rachel Mc Adams), productora ejecutiva de un canal de segunda línea, quien es despedida por falta de presupuesto, y baja audiencia, sin atender sugerencias para una reactivación del programa en cuestión..

Después de inundar con curriculum a los directores de todo canal posible, finalmente logra ser aceptada para integrar un noticiero matutino, “Draybreak”, en Nueva York, de poco rating, responsabilidad que asume como un desafío para sacarlo adelante. Propone la incorporación como co-conductor al veterano profesional Mike Pomeroy (Harrison Ford), en la actualidad venido a menos, que gozó de gran protagonismo televisivo, siendo varias veces galardonado como cronista de importantes acontecimientos mundiales, además de agudo entrevistador), a quien el canal lo mantiene contratado aunque sin aparecer en pantalla por desacuerdo en cuanto al tipo de programa en el cual quieren incluirlo. Admirado por Becky, la emprendedora productora ejecutiva libra sus batallas para convencerlo a fin de que acceda a retorar a la pantalla chica, objetivo que logra merced a una cláusula contractual que lo obliga a participar en temas que no le interesan, tales como cubrir moda y cocina, no aceptando, además, compartir cartel en la co-conducción con Colleen Peck (Diane Keaton), una celebridad en programas matutinos.

A esta altura comienza la segunda parte del relato, enfrentamientos y guerra de egos como, por ejemplo, quien dice la última palabra de cierre de cada emisión, el último “adios” de la jornada en pantalla.

Todo se convierte en una pesadilla para la protagonista, donde priva la presión de su jefe Jerry Barnes (Jeff Goldblum), quien le anticipa que de no mejorar la audiencia el programa serálevantado. Beeky negocia la situación, acordando una semana más de tiempo, incluido el minuto a minuto, para alcanzar un determinado rating para permanecer en el aire y de esa manera que todo el equipo conserve su trabajo.

No falta el toque romántico, con Adam Bennett (Patrick.Wilson), otro productor del canal, que llega a comprenderla por lo que está pasando y le enseña a tener vida propia, aún desde el pequeño todo de humor de guardar el teléfono celular en la heladera para disfrutar los momentos de intimidad con él.

En suma, se trata de comedia bien planteada y desarrollada en un guión dinámico con situaciones y diálogos que, sin ser originales, resultan simpáticos, sustentando un ritmo muy apropiado para el género. Rachel McAdams denota estar bien dotada para el juego de comedia al cubrir con solvencia a la protagonista, columna vertebral de la historia, afirmándose en el recuerdo de su labor en "El diablo viste a la moda" (2006). Por su parte Diane .Keaton asume con autoridad un personaje al que el guionista no supo extraerle mejor partido, aun así supo aprovechar aportándole una buena cuota de humor. En Harrison Ford se nota el paso de los años, pero conserva su perfil, ahora como galán maduro, moviéndose con comodidad como el periodista algo ermitaño, de mal genio, afecto a la bebida, decepcionado y con voz impostada. El elenco se completa con una muy apropiada selección de intérpretes para cubrir los personajes secundarios y circunstanciales.

El realizador de origen sudafricano (nació en Pretoria, hace 61 años) Rogel Michell, con carrera teatral, televisiva y fílmica desarrollada en Inglaterra, ratifica ser un realizador dueño de un sólido oficio, de quien el título más representativo para el espectador argentino es “Un lugar llamado Notting Hill” (1998).