Un crimen argentino

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

De la larga lista de casos oscuros de la criminología argentina, uno de los más resonantes se produjo en 1980, durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional, es decir, la dictadura. Fue en Rosario y conmovió a la ciudad, ya que se trató del secuestro del hijo menor de una acaudalada familia de la ciudad. El hecho fue tomado por el periodista Reynaldo Sietecase y transformado en una novela que llegó a ser un éxito de ventas y ahora llega al cine.

El director que tomó a su cargo la narración de este hecho policial novelado es Lucas Combina, que supo hacer una serie que sorprendió bastante a los que la vieron en televisión, “La chica que limpia«, un thriller que funcionó y que dejó una fuerte impresión.

Dos fiscales del juzgado del doctor Suárez (Luis Luque), son convocados por su jefe para que se ocupen de la desaparición de un personaje de la alta sociedad rosarina, Gabriel Samid, el hijo menor algo tarambana y malcriado de la familia.

La personalidad del desaparecido es presentada al espectador en un montaje, acompañado por la voz en off del juez, que les cuenta a Carlos (Matías Mayer) y a Antonio (Nicolás Francella), advirtiéndoles que las autoridades están preocupadas y exigen que la investigación se agote en el menor tiempo posible. Son los años de la dictadura de Videla y el país está militarizado a grado extremo, los dos fiscales conocen el paño y saben que investigar ese secuestro los va a meter en el ojo de la tormenta de las internas de los servicios de inteligencia, de la «pesada» y a la vez de los intereses familiares.

Una vez iniciada la investigación empiezan las intrigas, la familia hace la denuncia a pesar de que sospechan de la propia víctima y su vida disoluta. Por otro lado está Cervera, un miembro de las fuerzas armadas dispuesto a ejercer la violencia como sea. La única pista que tienen los investigadores es Márquez (Darío Grandinetti) un abogado que en los ambientes de la noche se lo conoce como «El Doc» y que fue la última persona con quien estuvo Gabriel Samid en un cabaret bastante concurrido de la ciudad.

El relato avanza como suelen hacerlo las novelas negras, con idas y vueltas, en ambientes más o menos sórdidos y la inquietante presencia de coches llenos de tipos con anteojos oscuros (esos que los Twist confunden con cieguitos en la canción de «La dicha en movimiento).

Por fin la familia recibe un llamado que pide un millón de dólares de rescate y las sospechas de un autosecuestro se vuelve una hipótesis más firme pero también aparece «El Doc», que acepta haber conocido al secuestrado.

Márquez tiene un pasado cvon algo de cárcel y también un poco de militancia. Cuando estuvo preso por estafa se hizo amigo de los presidiarios a los que daba consejos profesionales. El relato entonces deja las peripecias y se centra en este sospechoso personaje, al que Cervera tiene entre ceja y ceja por una historia que viene de unos años atrás y un episodio que vincula a los montoneros con un atentado en el que murió el hermano del ahora hombre de la pesada. También se aceleran los tiempos y aparecen más presiones de los generales que gobiernan al país y a la provincia, además de la vida privada de los fiscales, uno de los cuales, Antonio, planea irse del país en poco tiempo, pero mientras tanto tiene un amorío con la compañera de juzgado, una abogada aguerrida que es sobrina del juez pero demuestra estar ahí por méritos propios.

Todo lo que contemos a partir de acá arruinaría la resolución del misterio, así que alcanza con decir que a medida que la investigación se concentra en el personaje, la película pierde algo de tensión y gana en lugares algo estereotipados que vimos a la largo de tiempo en que el cine nacional supo generar una especie de género que podríamos llamar «explotation de la dictadura», aquellas películas en las que brillaron actores como Rodolfo Ranni y Federico Luppi y que tuvieron su momento de éxito. En este caso, el asunto involucra una escena de tortura bastante explícita que, seamos justos, no es gratuita.

Lo mejor de la película está en la ambientación y en algunas actuaciones como la de Grandinetti, que en quien afirma el relato porque realmente es un sospechoso que puede ser fascinante y repulsivo a la vez. La buena noticia es que las historias oscuras de nuestro pasado empiezan a ser revisadas por los creadores de las nuevas generaciones, que pueden acercarse a temas como la violencia política, el foquismo, las atrocidades de la dictadura y ese espacio gris en el que la lucha política se confundía con los intereses económicos y una sociedad que se acomodó en ese clima sórdido apelando a no mirar o a mirar y hacer como si no pasaba nada.

UN CRIMEN ARGENTINO
Un crimen argentino. Argentina, 2022.
Dirección: Lucas Combina. Elenco: Nicolás Francella, Matías Mayer, Malena Sánchez, Luis Luque, Alberto Ajaka, Rita Cortese, César Bordón y Darío Grandinetti. Guion: Sebastián Pivotto, Jorge Bechara y Matías Bertilotti, basado en la novela de Reynaldo Sietecase. Fotografía: Víctor González. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 113 minutos.