Un camino hacia mí

Crítica de Laura Osti - El Litoral

El viaje iniciático de un adolescente

Duncan (Liam James) es un chico de catorce años y se ha ligado unas vacaciones con su mamá, el nuevo novio de su mamá y la hija de él. Todos viajan en un enorme automóvil manejado por Trent, el jefe de esta incipiente familia ensamblada, hasta llegar a un pueblito donde el hombre tiene una casa de veraneo, junto al mar, en algún lugar de Estados Unidos.

Duncan es el protagonista de “Un camino hacia mí”, película escrita y dirigida por Nat Faxon y Sim Rash (los afamados guionistas de “Los descendientes”). El chico es tímido, retraído, está siempre triste y no puede disimular el disgusto que le provoca el carácter mandón y prepotente de Trent. Sufre porque su madre, Pam (Toni Colette), no le presta mucha atención, y extraña a su padre, quien ha formado otra pareja, se ha mudado muy lejos y hace mucho tiempo que no lo ve.

Al llegar a destino, una vecina adicta al alcohol (Alison Janney), se abalanza sobre ellos para recibirlos. Es una vieja amiga de Trent, quien rápidamente le pasa el parte de situación de todos los veraneantes que suelen reunirse habitualmente en vacaciones.

Duncan y Pam se sienten un poco incómodos, como sapos de otro pozo. Pam hace esfuerzos por satisfacer las expectativas de Trent, quien sobreactúa un poco su rol de jefe de familia, y quiere tener todo bajo control. Su hija es huraña y se mantiene al margen, recluida en su vida interior.

El chico no encaja, pero se las va a rebuscar para hacer algo con su tiempo. Siente cierta afinidad con la hija de la vecina charlatana, una muchachita también solitaria y afligida por la separación de sus padres, y con el hermanito de ella, un niño al que su madre atormenta por un defecto físico que no puede disimular.

En casa de Trent, Duncan encuentra una bicicleta y ése será su medio de transporte para escaparse de la presión y pasear por el pueblo.

Así, llega a la gran atracción del lugar, un parque acuático con tobogán y otras diversiones, usualmente visitado por muchas familias. En ese sitio trabaja Owen (Sam Rockwell), un hombre joven, un tanto alocado, quien decide adoptarlo, logrando poco a poco desestructurar al adolescente e involucrarlo en la vida social del parque, invitándolo a trabajar con él.

De esta manera, el chico conoce a cada uno de los encargados, los secretos del lugar y algunos asiduos visitantes, descubriendo nuevas sensaciones y experiencias que lo motivan más que estar en casa con una madre distante y un padrastro antipático.

“Un camino hacia mí” es una comedia costumbrista, con un relato que se estructura a partir de algunos tópicos tradicionales, como es el despertar adolescente, las familias conflictivas, aquellas vacaciones de verano que uno nunca olvidará, el primer beso y otro tipo de experiencias que configuran una suerte de iniciación, con su mentor, su antagonista, sus ayudantes y un dolor por el que hay que atravesar para finalmente crecer.

La película es fresca, entretenida, no es brillante, pero sí inteligente, cuenta con muy buenos actores y aunque tiene el defecto de parecerse a muchas otras comedias similares, deja conforme al espectador, porque ofrece un espectáculo humorístico y sensible a la vez, sin ofender a nadie.