Un camino hacia mí

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Cuatro de copas

Con guión y dirección de Nat Faxon y Jim Rash, dupla de comediantes famosa por su trabajo coguionista en Los descendientes (Alexander Payne), las credenciales de Un camino hacia mí generaron cierto respeto en los medios norteamericanos. No existe nada en la película que justifique tal cosa. Cierto, como todos los films de Payne, la comedia aborda el viejo tema del paria atribulado, pero sin la mordacidad narrativa del autor de Entre copas.
Duncan, un chico de 14 años, viaja con su nueva familia a la casa costera de Betty, hermana de su padrastro Trent (Steve Carell, en plan bully). En el viaje, mientras duermen su hermanastra y su madre Pam (Toni Collette), Trent aprovecha para chicanearlo: “En la escala del uno al diez, para mí sos un tres”, le dice. Esta escena inicial, de blancos y negros, define el tono escuálido del film. Un camino… resulta obvia; todas las escenas de la primera parte, absolutamente desechables, tienen por función mostrar que Duncan se siente incómodo. Este empeño por dar todo servido, dilapidando el potencial de actores como Carell, Collette y Rob Corddry, tiene su, digamos, mejor exponente en la actuación de James como Duncan, que exagera el estereotipo loser con su postura encorvada, su disgusto y su desgano. Hay un brote de pasión en los encuentros con Susanna, otra hija de padres separados, y el vínculo con Owen (notable Sam Rockwell), el manager de un parque acuático, muestra una faceta levemente entretenida dentro de una historia insalvable.