Un camino hacia mí

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El verano de Kikujiro

Nat Faxon y Jim Rash son los directores noveles de este filme independiente, toda una andanada de frescura sobre temas demasiado trillados en los que a priori, leyendo la síntesis argumental, podría mal pensarse como una más de adolescentes descubriendo su propio futuro.

El primer acercamiento al cine lo hicieron a través del guión de “Los descendientes” (2011), si bien habían tenido una breve experiencia en la producción y una muy larga en televisión.

Ahora tienen a su cargo parte de la producción, la dirección de su propio guión, y hasta se dan tiempo para interpretar papeles secundarios de importancia dentro del propio relato.

Todo esto esta dicho con el sólo fin de señalar “ténganlos en cuenta”, van a dar que hablar.

Tal como sucede en el filme de Takeshi Kitano, pero casi a la inversa, lo que en aquel era un juego de significantes girado ciento ochenta grados sobre el cierre del relato en el que descubrimos quien es realmente Kikujiro, aquí es, tomándolo desde el titulo original “The way way back”, que en realidad es una expresión idiomática sin posibilidad de una traducción literal, y como se podrá apreciar lo que vemos en éste caso no iba en una sola dirección.

Si bien la historia se centra en Duncan (Liam James), un joven de 14 años, retraído, sensible, casi perfecto para cualquier tipo de hostigamiento actual, que va de viaje de veraneo, la narración abre con una pregunta a Duncan formulada por Trent (Steve Carrell) mientras maneja el auto ¿Qué puntaje te darías?

Qué padre es capaz de preguntar algo así. De inmediato sabremos que la imagen de la familia feliz, no lo es tanto. Trent es la nueva pareja de Pam (Toni Collette), la madre de Duncan, con ellos viaja Steph (Zoe Levin), la hija de él, que aparece y desaparece del entramado rápidamente, como si el personaje no diera nunca un giro, al contrario, permaneciera estático en cuanto a progresión a pesar de toda su movilidad, todo un gran acierto desde el guión ya que suma en la general y no distrae en lo particular.

El que se sostiene durante toda la proyección como un icono de lo perverso, lejos de los papeles a los que nos tiene acostumbrado, es Steve Carrell, pues su personaje se hace odiar del principio a final.

El filme termina por abrirse, valga la contradicción, cuando en la vida de Duncan aparece Owen (Sam Rockwell), el regente de un parque acuático, que por características de identificación con otro que fue le da un lugar que nadie supo que podía ocupar. Al mismo tiempo aparece la Susan (Anna Sophia Robb), la bella vecina quien algo también ve en él.

La realización entonces se constituye en un claro ejemplo de lo que se llama cine de personajes, por ser todos tan variados y tienen su momento de lucimiento por lo que la trama no decae y asimismo se instala como una comedia dramática, triste a pesar de las escenas risueñas que instala centrípetamente al adolescente, en apariencia antigregario, con muchas justificaciones.

Un padre ausente, una madre que intenta, repitiendo buscar un amor de pares, recomponer su vida sin ver lo evidente, pero que da lugar a la irrupción del amigo que maneja como lo llama la madre.

Al catalogo de personajes nombrados se les suma Betty (Allyson Janney), la vecina alcohólica pero sumamente alegre, Caitlin (Maya Rudolph), como la eterna “Penélope” que espera a que el gerente del parque acuático se decida a asumir que la ama.

La relación establecida entre Owen y Duncan cambiara la vida no sólo de ambos, sino que en el camino de regreso otras tantas vidas habrán quedado modificadas.

La historia se sostiene evidentemente por un guión trabajado y aceitado, aunque por momentos pareciera que la búsqueda de seguridad narrativa desde lo literario sea exagerada, ya que lo que termina por solidificar todo es el genial Sam Rockwell en un personaje escrito a su imagen y semejanza.

Muchas de estas variables y señalamientos están puestas en juego desde la banda musical, lástima que se haya perdido la costumbre de traducir los textos de las canciones.

En relación a la estructura, la misma es de índole clásica, progresiva, lineal, y no le hace falta otra cosa, lo importante es como construye el relato a partir de sus personajes.

Esta es una de esas películas que amigan con el género de los filmes de teenagers, ya que de tonto no tiene un pelo.