Un amor imposible

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Simpática comedia romántico-política

Como para que cada espectador atienda la parte que más le interesa y disfrute también las otras, esta película británica dirigida por un sueco residente en EE.UU. y filmada en Marruecos (aunque ambientada en Yemen), es una muy agradable combinación de comedia romántica, humorada política y fábula ecofilosófica. La unión de los dos primeros elementos ya era una tradición en el cine inglés de los 50 y primeros 60. Lo otro es menos habitual, pero bienvenido.

En el asunto participan un jeque soñador, una jefa mandona, un biólogo que debería abrirse a las delicias de la vida, y una dulce criatura que puede ayudarlo. Ewan McGregor, demasiado carilindo para su personaje, y Emily Blunt, tan tierna ella, son los protagonistas. El egipcio Amr Waked y Kristin Scott Thomas, en cambio, son los personajes más interesantes, ella por lo que dice y él por lo que quisiéramos que siga diciendo.

La historia es así. La jefa de prensa del Primer Ministro debe publicitar algún gesto amable entre el gobierno de Su Majestad y los países árabes. Típica funcionaria, elige una propuesta inaplicable pero llamativa. Sin embargo, el que tuvo la idea cree sinceramente que se puede aplicar. A fin de cuentas él solo pide una cosa sencillita: pescar salmones en Yemen tal como hace en Escocia. Para lo cual habría que transportar y aclimatar unos cuantos miles de salmones. Ah, y ver también.

Esa es la parte donde entra en acción nuestro héroe, desde su puesto público, su pequeño estanque, y su apagada vida conyugal, hacia el gran desafío en tierras extrañas. Y también hacia un grande e inesperado encuentro amoroso, aunque de esto tarde un poco en darse cuenta. Hay que ver, al respecto, la carita de la Emily propiciando ese encuentro. Y ver, además, otros encuentros, de culturas diferentes, de la mera ciencia y la inesperada fe, de la lógica y el sueño, porque el jeque de esta fábula realmente tiene algo en la cabeza y es bueno enterarse.

No corresponde contar más, simplemente decir que la historia suaviza una novela satírica del ingeniero Paul Torday, hombre que desarrolló gran parte de su vida laboral en Medio Oriente. Que el adaptador y guionista es Simon Beaufoy, el mismo de «Full Monty», «¿Quién quiere ser millonario?» y otros textos destacables que amalgaman la emulación personal con la crítica social. Y que el director es Lasse Hallstrom, un tipo tan bueno para hacer dramas y melodramas («El año del arco iris», «¿A quién ama Gilbert Grape?», «Las reglas de la vida», «Siempre a su lado», etc.) como lindas comedias («Abba, el gran show», «Mi querido intruso», «Chocolate», esta que ahora vemos, etcétera.).

Se pasa un buen rato, con linda gente, paisajes y música, se refresca el recuerdo del viejo humor inglés, irónico y ligero, que hoy poco disfrutamos, y se aprende algo.